Los salarios argentinos medidos en moneda constante son los más bajos de los últimos 12 años y se muestran prácticamente estancandos desde hace tres, indicó un documento recientemente publicado por Fundar. En la pospandemia la vinculación entre inflación y salarios fue peculiar: en 2020 mermó la inflación, pero los salarios reales cayeron, mientras que en 2021 y 2022 los precios se aceleraron, pero no hubo pérdida de poder adquisitivo. La importancia de los factores institucionales en la determinación de los ingresos es subrayada en esta investigación.
“Contrario a la percepción generalizada, en los últimos dos años el salario real no cayó sino que se mantuvo estancado”, comienza señalando el trabajo realizado por Federico Pastrana, Joan Manuel Vezzato y Sebastián Etchemendy. Esto se debió a tres razones: por un lado, una política gubernamental que respondió positivamente a los reclamos salariales, por otro lado al impulso de bonos compensatorios que beneficiaron particularmente a los adultos mayores y por último a la creciente indexación incorporada en las negociaciones paritarias. Esto “da cuenta de la importancia de los factores institucionales en la determinación de los ingresos” mientras que “en las anteriores aceleraciones inflacionarias (especialmente la de 2018-2019 bajo el gobierno de Mauricio Macri), los salarios no pudieron acompañar de cerca a los precios”, advierten.
Los autores identifican un conjunto de sectores sociales mejor posicionados frente a la inflación de 2021-2022 y otro con sectores más vulnerables en la puja distributiva. Los trabajadores formales e informales pueden ubicarse dentro del primer grupo: sus ingresos se estancaron en 2022 respecto al promedio de 2021, “valor que puede verse como una consolidación de la caída de los ingresos en la pandemia ocurrida en 2020”, pero el empleo se mantuvo. A diferencia de lo ocurrido con los no asalariados, que también perdieron por la caída de la actividad. El desempeño ante la inflación también fue favorable en el caso de los trabajadores del sector público en los últimos dos años, son ejemplo los estatales y docentes.
Por último, señalan que varios empleados del sector privado también pudieron ganarle a la inflación, lo cual se debió a la adopción de estratagias puntuales ante la alta inflación más que a una histórica tradición de sindicatos fuertes. Entre ellas se destacan la indexación o las cláusulas gatillo; también la adopción de sumas fijas, la frecuencia de aumentos y reaperturas por fuera del acuerdo inicial, entre otras. De todas formas, “en este panorama extremadamente volátil, el sector que perdió ayer puede ganar mañana”, agregan.
Al analizar los sectores más vulnerables frente a la inflación observan que “de los cuatro ingresos relevados, sólo los de las trabajadoras de casas particulares lograron un incremento”. Los ingresos de estas trabajadoras crecieron 5 por ciento en términos reales, lo cual les permitió recuperar lo perdido en 2021, no obstante esa mejora se dio en un contexto de pérdida de puestos de trabajo. Luego identifican el caso de los empleados registrados de menores ingresos y los beneficiarios del Potenciar Trabajo que se ven directamente afectados por la evolución del Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM), el cual sufrió una caída del 3,9 por ciento real en comparación con el promedio de 2021. Al respecto Pastrana y Vezzato señalan “en 2021 hubo ocho aumentos mensuales (del SMVM) distribuidos a lo largo del año, mientras que en 2022 la primera mitad del año tuvo tan sólo dos(…). Ante la aceleración inflacionaria, quienes no logran aumentos con mayor frecuencia suelen perder”.
En cuanto a los trabajadores pasivos, sostienen: “Surge una diferencia importante entre quienes reciben la jubilación mínima (47 por ciento del total) y el resto: para los jubilados que ganan la mínima, este rezago (en los ingresos) fue compensado con bonos de suma fija que permitieron empatar la inflación, mientras que el resto sufrió una caída significativa en los últimos dos años”. Por otro lado, en el caso de los beneficiarios de la AUH y la Tarjeta Alimentar la dinámica fue similar, ya que los ingresos se ajustan acorde con los movilidad jubilatoria, pero recibieron menos bonos que los jubilados.
A modo de conclusión el trabajo expresa que “en la inflación no pierden todos”. Encontrando que “quienes mejor defendieron sus ingresos en el régimen de alta inflación fueron aquellos grupos que cuentan con instancias institucionales de determinación del salario más activas (empleados públicos y privados, docentes y, hasta cierto punto, trabajadores domésticos). Quienes no cuentan con instancias de negociación colectiva del ingreso (no asalariados precarios, jubilados, beneficiarios de la AUH/Tarjeta Alimentar)”, de modo que es necesario promover ámbitos de acuerdo y coordinación salarial para mejorar las políticas sociales a futuro.