Golf, polo, yachting, paintball y ahora le tocó el turno al bridge. El único juego de naipes que es considerado una disciplina olímpica, también se subsidiará con fondos aportados por la Secretaría de Deporte de la Nación. En este caso, no fue bajo el Régimen de Promoción de los Clubes de Barrio y de Pueblo. PáginaI12 informó hace una semana que eso había ocurrido con la náutica y aquel entretenimiento en que se lanzan bolas de pintura, entre otros. A la Asociación del Bridge Argentino (ABA) se le otorgará la suma de 427 mil pesos porque sus equipos compitieron en dos torneos mundiales en Lyon, Francia, entre el 12 y el 26 de este mes. El pago se efectivizará en los próximos días porque lo demoró el traspaso del organismo que conduce Carlos Mac Allister desde el Ministerio de Educación a la Secretaría de la Presidencia. La entidad que organiza y desarrolla el bridge en nuestro país tiene como sponsor en su página oficial al Macri Group. El dato no es azaroso. Mauricio Macri y su padre Franco son asiduos cultores de este juego-deporte en el que se utiliza la baraja francesa de 52 cartas.

Pese a que es reconocido por el Comité Olímpico Internacional y afiliado con voz y voto en el COA, en la Argentina el bridge no supera demasiado la frontera de un selecto grupo de clubes donde se juega. En la nómina de entidades afiliadas a la Asociación madre están el Jockey Club, Ayacucho Bridge Club, Recoleta Club de Bridge, Club Belgrano, Mayling Club de Campo, Ranelagh Golf Club, Tenis Club Argentino, CASI, CUBA y Belgrano Athletic entre las que se destacan en el rugby y River, la única que practica fútbol profesional. Hay instituciones de la ABA en Buenos Aires, Bariloche, Córdoba, La Plata, Mar del Plata y San Luis. 

La Asociación publicó en su Facebook sobre la delegación que viajó al torneo con el auspicio solicitado a la Secretaría de Deporte: “Lamentablemente, no les fue bien a los equipos de Argentina en el mundial de Lyon, Francia. Igual, vale nuestro agradecimiento a quienes nos representaron y compitieron dignamente”. 

Hace menos de un año, cuatro maratonistas olímpicos perdieron las becas otorgadas por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, que es administrado por la Secretaría de Deporte y el Comité Olímpico Argentino. Habían competido en los 42 kilómetros y 195 metros de los Juegos de Río 2016. Son María Peralta, Viviana Chávez, Rosa Godoy y Luis Molina. Al grupo le notificaron que sus becas de 6000 pesos quedaban suspendidas por el Enard. A los únicos fondistas que no se las sacaron fueron Mariano Mastromarino y Federico Bruno. 

Si el parámetro de evaluación para sostener subsidios o becas fueran los resultados deportivos, el bridge debería correr la misma suerte que el atletismo. Pero no se trata de igualar hacia abajo y sí de considerar quiénes necesitan realmente del apoyo estatal. ¿Es lo mismo un corredor de fondo como Molina que hizo la séptima mejor marca de la historia argentina que un equipo de bridge? ¿Se le puede quitar el respaldo económico a un atleta que participó en los Juegos Olímpicos y concedérselo a una actividad que no deja de ser un juego de cartas que estimula la agilidad mental?    

Esta nota no tiene por objeto estigmatizar al bridge, que nació como un entretenimiento y cuyo origen se remonta a España, y su evolución posterior a Inglaterra (curiosamente, su Corte Suprema no lo reconoció como deporte en un fallo inédito de 2015). Se trata de la disciplina que pretende competir con el ajedrez en atribuirse la condición del juego que más estimula el pensamiento. Y que necesita de dos parejas para disputar una partida, un director de torneo, un mazo de cartas, una mesa y cuatro sillas. 

Ahora bien, ¿cuál es la evaluación que hacen desde la Secretaría de Deporte o el Enard para asignar fondos? Cuando una federación, asociación o club piden un subsidio, se analiza antes de concedérselo, ¿quiénes integran su comisión directiva? ¿En qué contexto se practica la actividad? ¿Si es profesional o amateur? ¿Qué necesidades tienen sus deportistas? El Córdoba Golf Club del empresario Aldo Benito Roggio, los socios acaudalados del Mar del Plata Golf Club, los 30 mil pesos para ingresar al Yacht Club de Olivos o los subsidios entregados a clubes de fútbol profesional son algunas respuestas a aquellas preguntas que definen el perfil de una política. 

El bridge le debe su institucionalidad al multimillonario Harold Vanderbilt. El magnate ferroviario y naviero estadounidense contribuyó a fundar la Federación Internacional (WBF), que obtuvo su status olímpico en 1995, cuando el COI la reconoció. Cuatro años después, la Asociación del Bridge Argentino se sumó al Comité Olímpico Argentino (COA), con voz y voto. Hoy el juego se practica en 125 países donde está organizado y en artículos sobre el tema se dan cifras exorbitantes sobre la cantidad de aficionados que tiene a nivel mundial: unos 80 millones.  

Aún si se diera por cierta esa cifra, en nuestro país el bridge no trasciende más allá de las páginas del diario La Nación. Ni siquiera tiene la popularidad del truco o el póker, otros dos juegos con cartas. El segundo muy publicitado por televisión. Pero quienes hablan en su defensa o rescatan sus virtudes, sostienen que en él no incide tanto el azar. En un artículo de 2003, la jugadora Charo Garateguy, integrante del actual equipo argentino, escribió en el medio de los Mitre: “Refuerza las defensas y brinda una poderosa ayuda en la prevención de graves enfermedades, como la depresión y los trastornos cardíacos”. Se basaba en estudios científicos de universidades norteamericanas. 

Uno de los jugadores de bridge más conocido del mundo es Bill Gates. También la ex tenista Martina Navratilova. En Wall Street hay un semillero de millonarios y agentes de bolsa que lo practican. Warren Buffett es uno de ellos. En nuestro país Franco Macri alardea de sus buenos desempeños con la baraja de piques, corazones, diamantes y tréboles. En el libro El Pibe de Gabriela Cerruti se menciona que también lo juega Fernando Marín. El empresario dirigía el Programa Fútbol Para Todos hasta que el gobierno le dio su extremaunción y hoy sigue como asesor en la Secretaría de Deporte. A la lista se agrega el presidente de Fiat Argentina, Cristiano Rattazzi. Y el presidente de la Nación, quien según sus biógrafos se compró un manual de bridge en Nueva York y luego tomó clases con un profesor particular para ganarle a su padre. Solía perder seguido con él hasta que un día se tomó revancha. 

En ese mundo exclusivo suele jugarse al bridge. Su historia dice que el multimillonario Vanderbilt adaptó sus reglas en 1925, durante un crucero por las costas de Panamá. Aun cuando su práctica se extendió con el paso de las décadas posteriores, el linaje de sus seguidores no promedió para abajo. En los clubes de barrio, en el Conurbano o en el interior profundo, lejos está de ser un juego popular. Y es muy probable que tampoco se conozca que “en 1949 por un decreto del Presidente de la Nación, Dn. Juan D. Perón, se instrumenta su personería jurídica y se aprueban los Estatutos sociales, trámite iniciado en el año 1944” como señala la página oficial de la Asociación. 

La ABA promociona en estos días un torneo en San Nicolás donde se difunden tres actividades: bridge, SPA y golf. En la Secretaría de Deporte quizás piensen que se trata de un triatlón.  

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