Medio millón de personas, entre ellas el rey de España y otras autoridades, participó ayer en Barcelona de una manifestación contra el terrorismo y en apoyo a las víctimas de los atentados cometidos la semana pasada en la región de Cataluña, que dejaron 15 muertos y más de 120 heridos.
“Estamos aquí para mostrar nuestro pésame a quienes han perdido a familiares o seres queridos y también para demostrar que no tenemos miedo, que saldremos adelante y que no podrán con nosotros”, explicó Montserrat, una de las manifestantes.
Tras una pancarta con el lema “No tinc por” (No tengo miedo), la marcha partió desde el céntrico Paseo de Gracia encabezada por 75 representantes de los cuerpos de seguridad y de emergencias, así como de entidades ciudadanas que ayudaron a las víctimas en los atentados del pasado 17 de agosto en Barcelona y Cambrils, una localidad balnearia en la provincia de Tarragona. Detrás de ellos, desfilaron los familiares de las víctimas junto con una delegación de organizaciones que trabajan a favor de la paz, contra el racismo y en defensa de los derechos humanos.
A la concentración, convocada por la municipalidad de Barcelona y el gobierno regional, asistieron también el rey de España, Felipe VI; el jefe del gobierno español, Mariano Rajoy; el presidente de Cataluña, Carles Puigdemont, y la alcaldesa de la ciudad Condal, Ada Caolau, entre otros representantes del Estado y las regiones. Se trata de la primera vez en la historia de la democracia española que un monarca participa en una manifestación, si bien Felipe VI ya había acudido cuando era príncipe a la marcha contra los atentados del 11 de marzo de 2004 en Madrid, que causaron 193 muertos y más de 1700 heridos. Tanto la presencia del rey como la de Rajoy fueron repudiadas por partidos y grupos independentistas y antisistema catalanes, que los abuchearon a su llegada a la convocatoria, en un momento en que el gobierno regional catalán intenta impulsar un referéndum secesionista.
Aunque se vieron banderas independentistas catalanas y carteles con mensajes como “Felipe, quien quiere la paz no trafica con armas” o “Mariano, queremos paz, no vender armas”, también hubo banderas españolas y una pancarta con el lema “España contra el terrorismo. ¡Gracias Majestad!”.
Más allá de la tensión política, la marcha fue, en palabras de la alcaldesa de Barcelona, una manifestación de la gente. Con pancartas que rezaban “La mejor respuesta, la paz”, “Soy musulmán, no soy terrorista” o “No a la islamofobia”, los participantes gritaron constantemente el eslogan “No tinc por” y se repartieron cientos de rosas rojas, amarillas y blancas, los colores de la bandera de Barcelona.
La manifestación terminó con un acto en la Plaza de Catalunya (lugar donde se perpetró el atropellamiento masivo en La Rambla), en el que se leyeron varios poemas contra la violencia y en homenaje a las víctimas, con textos de los escritores españoles Federico García Lorca y Josep Maria de Sagarra y música de Pau Casals. “No consentiremos que nos humille ni venza el terrorismo. El amor acaba triunfando sobre el odio, ninguna expresión de xenofobia acabará triunfando en nuestra sociedad”, señalaba el manifiesto leído por la actriz Rosa Maria Sardà y la vocera de la fundación Ibn Battuta, Míriam Hatibi. En la marcha también se manifestaron miembros de las comunidades musulmanas, como el Centro Islámico Camino de la Paz, que llevaba una pancarta con el lema “El terrorismo no tiene religión. Islam quiere decir paz”.
Mientras, 25 heridos de los atentados continúan hospitalizados, seis de ellos en estado crítico. Según las investigaciones, los atentados fueron obra, supuestamente, de una célula compuesta por 12 radicales islamistas, de los cuales dos están en prisión provisional y otros dos en libertad con medidas cautelares. Otros ocho extremistas islamistas murieron: seis por disparos de la policía y dos al estallar una casa donde se cree que estaban preparando explosivos para atentar en varias iglesias y la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona.