"No lo rompieron y no lo van a romper tampoco", le respondió Marcos Galperín, el dueño de Mercado Libre, a un mensaje de una cuenta de la red social X que cuestionaba la decisión del Banco Central de establecer un nuevo sistema de seguridad para evitar estafas y robos a los usuarios de billeteras virtuales. Pero la disputa, en realidad, es una pelea del creador de la billetara más exitosa por sostener niveles de rentabilidad en base a esquivar mayores costos, en un negocio que no tiene ningún tipo de regulación del Estado y funciona en un nivel normativo casi libertario, en relación a lo que rige a sus competidores.
Sinteticamente, la entidad que preside Miguel Pesce dispuso que desde el 1 de diciembre, todas las billeteras virtuales (Ualá, Mercado Pago, etc), operen con un nuevo sistema que precisa un trámite por única vez para autorizar el retiro de fondos de la cuenta bancaria. ¿Cómo funciona hasta ahora? Un usuario hace un Debin (débito directo) y se traspasa de su banco a la app de la billetera la cantidad de dinero deseada. Desde diciembre, el que quiera cargar su billetera recibirá cuando decida hacer la operación, y por única vez, un mensaje donde le pedirán su clave token, CBU y clave para que quede una autorización formal para los giros. Luego de ese momento, no tendrá que hacer más nada y el resto de las transferencias operarán (para el usuario) como un Debin.
Una medida de seguridad elemental
La medida tiene un objetivo claro: por un lado, evitar estafas con transferencias, pero sobre todo reducir el impacto de robo de dinero a través del robo de celulares, uno de los delitos más comunes en el mundo y en Argentina. Es que aquella clave que se introdujo por única vez también le permite al usuario anular desde su cuenta bancaria las transferencias, y que los que robaron el teléfono no tengan el acceso al dinero.
Si para el usuario no hay costo, no hay burocracia y es más seguro, la pregunta es ¿por qué Galperín sale a jugar la carta de que esto perjudicará a más de 4 millones de usuarios de su aplicación? Es que, hasta ahora, si bien en Debin era gratis para el usuario, el sistema lo pagaba. O Mercado Pagó o Ualá o la billetera que fuera pagaba algo más de 3 pesos por Debin. Pero el costo de las transferencias pull, las que se harán de ahora en más tras la validación de seguridad, tienen un costo mayor. Ese es el corazón de la disputa.
El mito de las cuentas remuneradas
Para ser justos, los bancos, grandes enemigos de las billeteras virtuales, vienen en una larga disputa contra el sector que, básicamente, le comió clientes. Es una guerra entre dos poderosos, uno de los cuales se enmascara en una plataforma que misteriosamente se ha instalado como alejada de los grandes negocios de los bancos convencionales. Es extraño porque, sin controles del Estado y beneficiándose de esquivar las regulaciones, Galperín creó un imperior que excede la plataforma y que lo puso a él como el hombre más rico de Argentina y a su firma como la más grande, incluso por encima de Arcor y Techint.
Dicho esto, Galperín entiende que, en realidad, la norma del BCRA es un ataque a las cuentas remuneradas (Mercado Pago lidera ese negocio con más de 10 millones de clientes). Esas cuentas le pagan más de 95 por ciento de interés por dejar el dinero en la cuenta. Y a diferencia de los plazos fijos, las remuneradas pagan interés diario y se puede disponer de los fondos de manera libre.
La realidad es que nada tiene que ver la norma con esas cuentas, pero sí con encarecer el servicio para hacerlo más seguro. Incluso desde el Gobierno afirman que es improbable que Mercado Pago pierda clientes porque no hay que hacer ningún trámite burocrático para seguir operando. Por única vez, desde el 1 de diciembre, cuando se quiera hacer un traspaso la misma APP disparará un mensaje para que el usuario complete esos datos y siga operando como hasta ahora. Lo que cambia es que Galperín deberá pagar más caro lo que hoy paga barato.
Los bancos no son santos, pero...
Mercado Libre se ha generado no sólo con subsidios del Estado sino en paralelo a normativas libres por no ser controlados por las reglas bancarias. Los que conocen el tema explican que hay una diferencia de trato a los clientes muy importante entre las entidades y las billeteras.
Los bancos están regulados por el BCRA y cuando hay allí una estafa están obligados a responder a los clientes. Las billeteras no, y cuando a alguien le vacían la cuenta, en general, desaparecen. La casuística muestra que ni siquiera se involucran cuando las denuncias llegan a Defensa del Consumidor.
También Galperín dio el argumento que las transferencias pull fallan en 9 de cada 10 casos. Dato curioso cuando la firma está a la vanguardia de la operación tecnológica y aduce ahora no tener tiempo de aquí a diciembre para ordenar sus sistemas. Tampoco es cierto que para el trámite de validación de las transferencias deba el usuario ir a un cajero automático.
La historia de rebeldía contra esta medida es parte de un sendero de negaciones que ya se habían visto cuando Galperín puso trabas al QR de interoperabilidad con tarjetas y se les dio más tiempo para hacerlo; o cuando empezó el tema de las Transferencias 3.0.