Desde Sevilla
No hubo sorpresas en la primera jornada del debate de investidura y salvo sorpresa mayúscula tampoco la habrá en la segunda. El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, se presentó este martes ante el Congreso de los Diputados con la misión de obtener 176 votos, la mayoría absoluta de la Cámara, que le dieran el pasaporte para desalojar a Pedro Sánchez del Palacio de La Moncloa. Después de nueve horas de debate se confirmó que no lo conseguirá.
Durante toda la sesión, que se inició a las 12 del mediodía y acabó bien pasadas las nueve de la noche, quedó claro que con las gestiones realizadas durante los 35 días transcurridos desde que el rey le encargó que formara gobierno, Núñez Feijóo no había sido capaz de conseguir más apoyos de los que ya contaba al principio: los 137 de su partido, los 33 de Vox y otros dos de formaciones menores, Unión del Pueblo Navarro (UPN) y Coalición Canaria (CC).
La suma arroja cuatro votos menos de lo que necesita para alcanzar su objetivo en la primera votación, que se celebrará este miércoles una vez que concluyan las intervenciones de los grupos menores. 48 horas después, es decir el viernes, el Congreso volverá a ser convocado para una segunda votación en la que a Feijóo le bastaría con obtener más síes que noes. A la vista de cómo transcurrió el debate, es seguro que tampoco lo conseguirá. A partir de ese momento le llegará el turno al secretario general socialista, Pedro Sánchez.
La primera de las dos jornadas parlamentarias en las que se debatió si Núñez Feijóo conseguirá convertirse en el octavo presidente del Gobierno desde la aprobación de la Constitución de 1978 se pareció más a una moción de censura contra el gobierno socialista aún en funciones que una sesión de investidura del candidato del Partido Popular.
La amnistía, en el centro
El aspirante, en línea con lo que viene haciendo en las últimas semanas, dedicó más tiempo a censurar las concesiones que se prevé que Sánchez hará a los partidos nacionalistas catalanes y vascos para conseguir su respaldo cuando le llegue el momento que a presentar el programa para un gobierno que sabe que no podrá constituir. En el centro de todas las intervenciones ha estado la amnistía que los nacionalistas catalanes reclaman para los participantes en el intento de declarar unilateralmente la independencia en octubre de 2017, una cuestión que la derecha española considera inaceptable.
El debate, el primero que se celebra desde que se aprobara la reforma del reglamento de la Cámara para permitir a los diputados catalanes, vascos y gallegos hablar en las lenguas cooficiales, confirmó que pese a haber sido la fuerza política más votada en las elecciones del pasado 23 de julio, el Partido Popular sufre aislamiento político a la hora de encontrar aliados. Sólo cuenta con el apoyo que la extrema derecha le ha concedido sin contrapartidas para mostrar su repulsa a las previsibles concesiones de Sánchez a los partidos secesionistas, entre las que se encuentra la reforma, que ha obligado a poner en marcha un sistema de traducción simultánea en el hemiciclo.
Para acentuar esta sensación de aislamiento, y también para mostrar su rechazo a que Núñez Feijóo intentara la investidura pese a no contar con los apoyos necesarios, Pedro Sánchez optó por una estrategia que desde las filas del PP se ha leído como un intento de humillar a su candidato. Se abstuvo de intervenir en el debate y envió en su lugar a un dirigente de segunda fila, el exalcalde de Valladolid, Óscar Puente.
Además de la clara intención de menospreciar el intento de Núñez Feijóo, la decisión de líder socialista tuvo también el objetivo de desmontar el principal argumento que el candidato del PP esgrime en su intento de llegar a La Moncloa. El aspirante del PP esgrime que, pese a no contar con mayoría parlamentaria, se le debe dejar gobernar por ser el candidato más votado en las últimas elecciones. Su situación es análoga a la de Puente, también el candidato más votado en las últimas elecciones municipales en Valladolid pero desplazado por una alianza entre el Partido Popular y Vox.
Aunque esbozó algunas de las medidas que tomaría si consiguiera el respaldo de la Cámara, Núñez Feijóo dedicó la mayor parte de su discurso a censurar las previsibles concesiones de Sánchez al independentismo catalán. "Tengo a mi alcance los votos para ser presidente del gobierno, pero no acepto pagar el precio que me piden para hacerlo", dijo el candidato popular, que omitió mencionar que un eventual acuerdo suyo con los nacionalistas catalanes y vascos haría que se esfumase el respaldo de Vox, sin cuyos votos tampoco conseguiría la investidura. En el programa de la extrema derecha figura la ilegalización de los partidos independentistas.
En todo caso, y aunque no era lo que en teoría se debatía este martes, la cuestión de la amnistía apareció en casi todas las intervenciones. Para Núñez Feijóo, se trata de “un ataque directo a los valores democráticos esenciales de nuestro país”, que además sólo se justifica en la ambición política de Sánchez.
Del otro lado, tanto quienes intervinieron en nombre de la coalición de izquierdas Sumar como los independentistas catalanes, se trata de una figura con encaje legal que además permitiría abrir una nueva etapa y comenzar a superar el conflicto catalán.
Estas intervenciones confirmaron que el debate sobre la amnistía se abrirá con claridad una vez que se consuma el fracaso de Núñez Feijóo, pero para eso habrá que esperar hasta el viernes.