Quién era Rafael Nahuel, cómo murió y cómo fueron sus últimos minutos antes de recibir un disparo letal fueron las preguntas a las que contestaron las y los testigos mapuche en una nueva jornada del juicio contra cinco miembros del grupo Albatros de la Prefectura Naval, que comenzó hace un mes a cargo del Tribunal Oral Federal de General Roca. Fue una jornada de lágrimas y dolor porque dos de ellos sobrevivieron a la irrupción represiva del 25 de noviembre de 2017 en territorio recuperado de la comunidad Lafken Winkul Mapu, en Villa Mascardi, dos días después del violento desalojo de sus integrantes por la denuncia de Parques Nacionales. Es decir que además de testigos, son víctimas, y esto lo recordó el presidente del tribunal, el juez Simón Bracco, cuando la defensa intentó impedir algunas preguntas. La prima de Rafita, como lo llamaban, lo recordó como humano, trabajador y confidente. En tanto, su tía María Nahuel dijo: "Era como mi hijo. Siento mucha tristeza hasta el día de hoy. Espiritualmente él no se fue, está presente".
Entre planteos y chicanas de la defensa de los uniformados, que pidieron un traductor de mapuzungun (lengua mapuche) por el saludo que la testigo hizo en su lengua, la mujer recordó que ese día les habían informado que había un muerto en el territorio que habían recuperado un mes antes, cuando se levantó la machi (sanadora) Betiana Colhuan. "Llegué a la ruta 40 en la segunda ambulancia y mi sobrino ya estaba ahí sin vida en la bajada de acceso a la comunidad. Estaba muy nerviosa, no pude reconocerlo, pero Fausto (Jones Huala) y Lautaro (González Curruhuinca) me dijeron que era mi sobrino. Me tuvieron detenida todo el día sin poderme arrimar. Fue muy doloroso”.
"No somos terroristas; solo queremos vivir como mapuches", dijo la testigo, vestida con atuendos tradicionales mapuche y una capa negra sobre una remera con la foto de Rafael. En otro tramo de su testimonio afirmó que no tenían "armas para pelear, sino apenas gritos o insultos". Y cuestionó las circunstancias en que murió su sobrino: "¿Qué nos maten por la espalda? Los muertos siempre los llevamos nosotros". Nahuel relató que aquel día los uniformados --Prefectura y Policía Federal-- "lo iban arrastrando, se habían ensañado". Y recordó lo ocurrido durante el desalojo, dos días antes: “Fuimos golpeadas con nuestros niños, no somos guerrilleros, queremos vivir libres como ustedes crían a su familia, Rafael Nahuel y Elías Garay no son los primeros, arrastramos muchos muertos”. La tía de Rafita Nahuel se quejó de que los imputados presenciaran la audiencia por vía remota, y que ella haya tenido que llegar "en colectivo a dar la cara acá".
La mujer, hermana del padre de Nahuel, ratificó que su hija Johana Colhuan estaba herida en el brazo por una bala de Prefectura Naval Argentina. “Le disparan a mi primo, cae al piso y después me disparan a mí”, recordó Johana cuando le tocó declarar, y rompió en llanto, asistida por su psicóloga. Con una mano, se tocó el hombro izquierdo, lugar donde quedó marcada la cicatriz. “(Rafael) No podía ver, respirar, tenía sed”, dijo y recordó cómo le tomaba la mano y le prometía que lo iba a bajar.
Fabricaron la camilla, pero Rafael se resistía. Les decía que se quería quedar ahí, que no caigan todos por él, según relató la testigo en medio de lágrimas de dolor. Lo ataron al tablón para que no se cayera por la pendiente, pero él se quería bajar. Colhuan contó que el día del desalojo de la comunidad mapuche a la que pertenecían con Rafael, Lafken Winkul Mapu, el 23 de noviembre, habían decidido ir a acompañar a quienes habían quedado en el lugar, a llevarles comida y ropa. Finalmente permanecieron ahí hasta el 25 de noviembre. "Empiezo a escuchar disparos y empiezo a correr, como volviendo al mismo lugar que estábamos, cuesta arriba, porque estaban disparando. Era un disparo detrás del otro”, relató. Por desperfectos técnicos, la testimonial de Fausto Jones Huala se pasó para hoy.
"¿Cómo era Rafael Nahuel?" quiso saber Rubén Marigo, abogado querellante de la familia de la víctima y miembro de la APDH. “Yo lo quería mucho a mi primo, lo extraño mucho (…). Todos lo querían”, expresó Colhuan. “Me hacía chistes y me hacía sonreir, tenía su casita de madera. Hacía talleres, hacía herrería y vendía sus cosas (…) No tenía leña muchas veces, se le hacía difícil y él quería vivir mejor”, contó. Cuando terminó de declarar Johana se fundió en un abrazo con su madre, María Nahuel.
Testimonios claros y contundentes
"Celebro que, aún a muchos años del hecho, se pudo escuchar a integrantes de la comunidad agredida, quienes se pudieron expresar y contar lo que vivieron; seguramente tuvieron que transitar procesos personales y comunitarios, pero también fue necesario que la causa saliera del entorno del juzgado federal de Bariloche y la fiscalía local para que no se sientan amenazados", dijo a Página/12 el abogado querellante de la APDH, Sebastián Feudal al repasar la jornada. "Mi percepción es que fueron claros y contundentes respecto al horror sufrido por el ataque de Prefectura. Además, es central que se los conozca para desacreditar prejuicios instalados para justificar la barbarie, son personas que con mucho esfuerzo se enfrentan a enormes adversidades en búsqueda del respeto a su identudad y cultura", agregó el letrado. A su criterio, las comunidades mapuche "enfrentan la vergüenza y discriminación". "En un contexto de carencias, aprenden estudian, trabajan para conocer su historia, después luchan sin nada y contra todo, como dicen, para vivir como mapuche", concluyó.