Con dos testimonios se reanudó ayer el juicio contra los hermanos Delfín Reynaldo Castedo y Raúl Amadeo "Ula" Castedo, acusados por el asesinato de la pequeña productora rural Liliana Ledesma, un hecho cometido hace 17 años, el 21 de septiembre de 2006, en la localidad de Salvador Mazza, en la frontera con el Estado Plurinacional de Bolivia.
Los dos testimonios resultaron relevantes. El primero en presentarse ante el tribunal, integrado por los jueces Edgardo Laurenci, Raúl Fernando López y Claudio Alejandro Parisi, fue Sergio Rojas, el pequeño productor que en agosto de 2006 acompañó a Liliana Ledesma en un viaje a la ciudad de Salta para denunciar ante la Cámara de Diputados y medios de comunicación la existencia de desmontes y el cierre de caminos vecinales en la zona rural lindante con la frontera, lo que perjudicaba a productores de la zona porque cerraba el paso hacia sus puestos.
Rojas empezó mostrándose desmemoriado, lo que explicó con el paso del tiempo desde que acontecieron aquellos hechos, hace ya 17 años. Su reticencia daba la impresión de que sentía temor de dar su testimonio. En su presencia se reprodujo el audio de una extensa entrevista radial que en los primeros días de agosto de 2006 concedieron él y Liliana Ledesma a la periodista Marta César.
En la entrevista hablaba más él que Liliana. Rojas señalaba al ex diputado provincial José Ernesto Aparicio, sindicado como el primer líder del que después fue el clan Castedo, como el principal responsable del cierre de caminos, porque el camino vecinal pasaba por su finca, El Pajeal, aunque también contaban que los hermanos Castedo, sobre todo Ula, estaban siempre ahí. Además, denunciaban desmontes y que se sacaba madera. Específicamente Rojas aseguraba que "ellos", quienes habían cerrado con tres portones con candado los caminos vecinales, "tenían la intención de hacer una zona liberada y lo que querían era tener el dominio total, y desalojar a los vecinos, y también querían tener un camino para recibir avionetas".
Rojas reconoció la entrevista y como su declaración actual distaba de sus dichos anteriores, la fiscala Claudia Carreras se lo hizo notar. "Inflamos para tener la atención, éramos pequeños productores contra gigantes", respondió. Sin embargo, aseguró que todo lo dicho era verdad.
Por otro lado, dijo que no sabía que Liliana estaba siendo amenazada, pero luego reconoció que en esas entrevistas que dieron en la capital salteña la escuchó hablar de eso. "Liliana le dijo a los periodistas que si algo le pasaba a ella o a nosotros era culpa de los Castedo", aseguró. Y agregó: "Liliana no tenía miedo, era muy corajuda".
Su testimonio concluyó con una pregunta del juez Raúl López: "¿Todo lo que dijo en la entrevista es verdad?", le consultó. "Sí, es verdad", respondió.
Diez mil dólares para terminar con la familia
El segundo en testificar fue Rodolfo Alberto Ledesma, hermano de la víctima, quien relató como se enteró del asesinato de su hermana. Contó que una vez que llegó al lugar del crimen en el barrio Las Rosas, personas que se habían acercado, le decían "está la Negrita tirada en la pasarela". Entonces se preocupó por su madre, Élida Romero; dejó a su hijo y fue al hospital.
Rodolfo Ledesma dijo que en todo momento en su familia tuvieron miedo por las amenazas de los Castedo. "Yo siempre se lo dije, yo sabía lo que le iba a pasar (a Liliana)", lamentó.
Recordó también que se enteró por su padrino, el enfermero Juan Moreno, que tenía conexión con Delfín Castedo, de las intenciones de atentar contra su familia. Moreno le dijo, relató, que había mantenido una conversación con Delfín y le advirtió: "Tienen 10 mil dólares para terminar con la familia Ledesma".
Asimismo, Rodolfo Ledesma recordó a una vecina, Mery Espinoza, de la que dijo que desapareció tras el asesinato de su hermana, después de que un policía fuera a decirle que ella era la siguiente. "Nunca supimos qué es lo que le pasó después de que murió Liliana".
Contó que esta mujer le confió que Liliana le había dicho que alguien en un vehículo siempre le hacía la guardia en la esquina de su negocio y que la había intentado atropellar. "Ula Castedo amenazaba siempre, una vez me mostró un arma cuando iba en el vehículo con mi hija y mi esposa", sostuvo.
Sobre el origen de las diferencias entre Aparicio y los Castedo por un lado y su familia por el otro, Rodolfo Ledesma que todo comenzó cuando su hermano Jesús Ledesma vio que Ula Castedo cuando hacía pasar vacas suyas por debajo del alambre.
La fiscala Carreras solicitó al Tribunal que el testigo leyera una denuncia que consta en el expediente radicado en el fuero federal por narcotráfico, pero la defensa, a cargo de los abogados Horacio Daniel Morales y Mariano Alvarez, se opuso. En cambio, la querella de la familia Ledesma, representada por David Leiva y Gisel Leiva, adhirió al pedido fiscal.
En ese punto el Tribunal dispuso pasar a un cuarto intermedio hasta hoy a las 17 para continuar con la declaración del hermano de la víctima y resolver la solicitud de la fiscalía.