Fuera de servicio, Cuentos de mujeres en el borde es el estreno literario de la abogada Adriana Valeiras (1970, Puán, provincia de Buenos Aires). “A mí misma. Y a la otra, bajo cuyo asedio escribí muchas de estas páginas”, dice el epígrafe con el que abre la lectura y la lectora, el lector, imaginan, sospechan, que hay allí una clave: la relación entre vida y obra de la autora porque, de inmediato, se suceden una serie de relatos en los que habitan mujeres que podrían ser (o no) las alter egos de la voz narrador. “Potente, un estilo personalísimo”, dice el autor de la contratapa, Luciano Lamberti. O de las que conoció o construyó su fantasía. Pero el condicional simple o pospretérito es necesario, aunque no suficiente, para asegurar el vínculo realidad-ficción. De todos modos, lo que importa es la polifonía de voces que logra.

Lo que es seguro es que en esa cadena de historias breves que es Fuera de servicio (Metropolis Libros) parece haber “una mujer que mira tanto sus movimientos frente al espejo”, al decir de Hebe Uhart, que los personajes, mayores y menores, diferentes entre sí, con distintos recorridos experienciales, tienen la huella, en algunos casos; el sello, en otros, del agobio y la rabia del ser y existir actual del género femenino. No porque haya una conciencia feminista de sí, incluso a veces lo contrario, sino por cómo viven en un sistema evidentemente patriarcal que no siempre les permite responsabilizarse de sus acciones y emociones, porque las ha rebajado de categoría. A veces, incluso, reproduciendo las violencias machistas y especistas.

Una “mala madre”, la peor de todas, que huye de la casa no sin antes definir si se lleva a sus hijos o a sus cremas antiedad. Otra, en segunda persona, que evoca cómo fue compartir el miedo, lo común y las diferencias en un tratamiento de quimioterapia. Y otra, mujer de campo y de zona norte de 89 años, que le reclama con impunidad a su doctora (¿médica, abogada, psicóloga?) la falta de agradecimiento por el envío de unas flores frescas, que firmó con su apellido de casada, no el suyo, el de soltera, como la conoce la destinataria del ramo.

Siempre aparece con claridad el eje, dice en la contratapa Lamberti. “Porque, en primer lugar, Valeiras es una escritora hábil. Ese hecho medular es el punto a partir del cual. Pero no son aristas las que despliegan desde allí. Lo que se amplía es la mirada de la autora, que se posa sobre los rostros, que se aleja para buscar la perspectiva del camino, que acompaña el transcurrir” de sus criaturas. Podemos agregar que en la prosa hay un juego permanente con el humor y con el absurdo, recursos que colaboran en una forma y un fondo abiertos, no concluyentes. Cada historia está impregnada de una sensación de incertidumbre que, para decirlo en términos teatrales, se abre hacia la cuarta pared, es decir, a la participación del público.

La trama de "Nubecita" es la relación afectuosa que una nena establece con un chancho bebé y los roles que juegan en esa infancia bucólica una madre amorosa, aunque algo ausente, y una abuela cruel, autoritaria y descalificadora. En "Autoboicot", la narradora cuenta que la ruptura con el modelo heteronormado la convierte en “el error de la naturaleza. La negación del instinto”.

“La vida no es fácil para nadie...Chocolate por la noticia. Claro que la vida es injusta, si no, no sería vida, pero hay que seguir dando pelea”, dice una de las chicas de Valeiras, en el final de "Fuera de servicio". Un remate que se agradece frente a tanta inmovilidad actual, esa parálisis que nos tiene algo encerrades, en la comodidad de la tele o la lectura, o en la hiper demanda laboral o la busqueda del precio bajo o revolviendo la basura. Aunque hay otras, otros, otres, que vuelven a ganar la calle, embellecen las redes, traen alegría a los corazones. Y ya y ya. Es lo único que te pido al menos hoy. Y ya verás, las sombras que aquí estuvieron no estarán. Y ya verás, que no necesitaremos nada más...