Male, es abogada y trabaja en el Poder Judicial desde 1997. Entró con apenas 20 años y siendo estudiante de derecho. Trabajó en la Fiscalía Federal Civil, Comercial y Contencioso Administrativo N° 1 de San Martín bajo la titularidad, en ese tiempo, del fiscal Miguel Ángel Blanco. Era su primer trabajo mientras estudiaba, tenía mucho entusiasmo pero su carrera se vió coartada por el maltrato y abuso sexual que sufrió por parte de uno de sus jefes. “Confío en que en algún momento voy a poder revertir ese sentimiento, no me voy a cansar de luchar. Cuando me di cuenta lo que había sufrido y que yo era la víctima, me deprimí, no podía hablar contar mi historia”, describe.
Le llevó años verbalizar el acoso y abuso al que estaba siendo sometida por uno de sus superiores, un fiscal integrante de la unidad especial de Derechos Humanos que actúa en causas de lesa humanidad. “Cuando empecé terapia entendí lo que me estaba pasando, ahí me sentí súper poderosa y pude denunciar”, cuenta Male. La relación de poder existente, las jerarquías, la diferencia de edad eran las cartas que su abusador usaba para manipularla u hostigarla. Ella dejaba pasar el maltrato, “ahora veo que lo naturalicé, entendía que eran cosas que pasaban y me lo guardé”, reconoce Male. La complicidad de sus compañerxs en ese entonces avalaban esas actitudes. “Todes lo veían pero nadie decía nada, llegué a sentirme culpable en muchas ocasiones y también señalada por mis actitudes cuando me enojaba o me quejaba de su trato hacia mí”, cuenta a Las12. Durante esas dos décadas no se ataba el pelo para que su cuello no llamara la atención, dejó de usar tacos, también pantalones claros para que no se le marcara la ropa interior, entre otros pequeños actos para evitar llamar la atención de su jefe.
Depresión y anisedad: dos síntomas del acoso
En esos años Male estuvo en tratamiento psiquiátrico, psicológico, pasó por muchas terapias para abordar la ansiedad, los ataques de pánico, parálisis de sueño y la depresión. El momento más difícil fue cuando decidió exponer lo que estaba viviendo. La decisión la tomó en 2017, después de mucha violencia. En la fiscalía en la que trabajaba se desocupa una vacante de secretaria, ella se postula, el fiscal se entera, la cita a su despacho y le dice “vos sabés lo que tenés que hacer para que yo te nombre”.
A Male le da escalofríos repasar aquella escena “me quedé petrificada, me dio mucho asco, me levanté, me fui, lloré mucho: yo no iba a acostarme con él para conseguir un puesto de trabajo. Ahí entendí que tenía que denunciarlo”. A los días comenzaron las represalias, una compañera la denunció penalmente por haber rayado su auto. En la causa la indagaron sin mostrarle la prueba y no la dejaron declarar. Una causa que terminó en probation.
Un día antes de la feria de 2017, su jefe le dice que a partir del lunes no puede volver a trabajar, la trasladaron de fuero y de distrito. “Me inventan una causa, un sumario administrativo, hasta llegan a pedirme la cesantía, algo que conseguí frenar gracias a mi abogado y el gremio UEJN” (Unión de empleados de Justicia de la Nación). De todas formas fue transferida a otra fiscalía, en San Isidro, y pasó a ocupar un puesto menor al que corresponde a su rango, en mesa de entradas. Según cuenta Male, no hay antecedentes de traslados de esa magnitud sin un dictamen y menos durante la instrucción de un sumario.
El proceso judicial comenzó el 5 de abril de 2018, en el marco de una causa de daños que hicieron en su contra. En ese momento estalló de bronca y en el banquillo detalló los sucesos de abuso sexual que había sufrido en manos del Fiscal Miguel Angel Blanco García Ordas. El fiscal a cargo envió la presentación a la Fiscalía de San Martín especializada en delitos sexuales. Después de esa declaración, Male expuso lo sucedido ante esa fiscalía. En ese entonces el juzgado declinó la competencia en favor de la Justicia Criminal y Correccional Federal por la magnitud de las acusaciones y se enmarcó la denuncia en el tipo penal de abuso sexual simple cometido por el imputado Ordas, que estaba en cumplimiento de sus funciones.
El caso fue remitido a la justicia federal, recayó en el juez Juan Manuel Culotta, que según Male y su abogado es amigo de Ordas. Por lo que llevaron la causa al mismo juzgado en el que trabaja el acusado. El fiscal logró el sobreseimiento, a pesar de las graves acusaciones en su contra. Madoda Nkata, abogado de Male, asegura que los testigos presentados por el fiscal, excepto uno de ellos, no trabajaron en la fiscalía el tiempo que ella prestaba funciones, muchos ingresaron después. “No es un dato menor que fueron todos ingresados a la Fiscalía por Ordas, respondiendo funcional y jerárquicamente a dicho funcionario y sin respetar la ley de protección integral hacia las mujeres”, reflexiona. Luego de esta decisión Male apeló el fallo y consigue que Casación revise la causa.
A finales de 2022 Casación falló de forma contundente a favor de la denunciante, el documento indica que los jueces evaluaron sesgadamente la prueba y la interpretaron fuera del alcance de las exigencias previstas por el Derecho Internacional de los Derechos Humanos en lo que a las pautas de trabajo de los órganos jurisdiccionales importa y a la regulación de la materia de violencia de género. Por lo tanto anularon el fallo anterior y comenzó una nueva etapa en el proceso judicial.
El camino hacia la denuncia
Desde que empezó a trabajar con el fiscal Blanco, Male fue víctima de acoso a solas o frente a sus compañerxs. El contexto social y de época, además de la llamada “carrera judicial” y el miedo a quedarse sin trabajo, siendo una estudiante, hicieron que no pudiera expresarlo en ese momento. Ella asegura que naturalizó esas prácticas, tanto ella como sus colegas. Tampoco lo contaba, se bancaba esa incomodidad porque él era un superior. En 2011, la empleada judicial se acercó al sindicato en San Martín para denunciar los maltratos de Blanco García Ordás. Aquel intento quedó en la nada.
Años más tarde, y gracias a escuchar a otras mujeres que se animaron a denunciar, comprendió que lo que estaba viviendo era una situación de acoso laboral y abuso. Las repercusiones de personas que denunciaron a sus abusadores después del Ni Una Menos en 2015, también le dieron aliento y confianza. Sin embargo, sigue siendo una ardua tarea la lucha judicial contra el fiscal, su búsqueda de justicia va más allá de lo que vivió en carne propia, quiere que la escuchen porque sabe que son muchas las mujeres que viven ese tipo de acosos en sus lugares de trabajo.
La falta de perspectiva de género
“Las trabas se dieron por el poder institucional y social que detenta un fiscal federal de la Nación, con casi cuatro décadas de ejercicio en un sistema de justicia territorial –San Martín- que consolida y reproduce concepciones sociales de naturaleza patriarcal, que se reflejaron en la forma en que la causa ha sido tramitada”, explica el abogado Nkata.El caso de María Aurelia pone en evidencia la necesidad de un cambio sustancial dentro de las jerarquías que sostiene el poder judicial. No es el único caso de una empleadx que denuncia a un superior por maltrato, acoso, abuso, dentro del ámbito de la justicia, y resulta para ella y su entorno un calvario. Por lo general son trasladadas, como en el caso de Male y señaladas por sus compañeros “me tuve que bancar que me digan la loca, el se ocupó de difamarme dentro de la fiscalía”, resume Male. Estas dinámicas jerárquicas perpetúan la impunidad, muchas dudan en realizar una denuncia por la falta de acompañamiento o por desconfianza al funcionamiento, es así el caso de una colega de Male que se acercó para contarle que a ella le pasó lo mismo con Blanco Ordas, pero que no se anima aún a denunciar por miedo a la represalia. “El poder judicial es patriarcal, hay muchas conductas abusivas naturalizadas”, afirma Male.
Para Male fue muy importante generar redes y alianzas con otras compañerxs en el ámbito laboral para atravesar esta situación “recibí muchísimos mensajes de apoyo, que me dan fuerza para seguir”. También se acercó al gremio, en ese entonces el Secretario de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN), Julio Piumato presentó una denuncia en la Procuración General de la Nación por los hechos de abuso sexual que sufrió Male, razón por la cual se le inició al Fiscal Ordás un sumario administrativo. En la presentación pide una acción inmediata debido a la magnitud de la denuncia: "la gravedad de los hechos denunciados requiere que se tomen medidas de carácter urgente que salvaguarden los derechos de la trabajadora”, sin embargo este pedido quedó cajoneado.
Asimismo la Dirección de Acompañamiento, Orientación y Protección a Víctimas (DOVIC) expuso que "la situación y consecuencias sufridas a raíz de los hechos de abuso en el contexto laboral han causado un notable daño a la integridad psíquica que la llevaron a comenzar un tratamiento farmacológico". Male reconoce que denunciar implicó exponerse, pero lo volvería hacer, no estaba dispuesta a seguir conviviendo con ese nivel de violencia. Denunciar abuso y acoso cuando se enfrenta al poder es particularmente difícil. Las víctimas a menudo enfrentan el miedo de perder sus empleos, sufrir descrédito público y sentir que sus voces no serán escuchadas en un sistema que históricamente las desoyó.