En algún momento de sus 30 años de historia, FIFA dejó de ser un videojuego de fútbol. Y estuvo bien, porque está lleno de videojuegos de fútbol, como está lleno de juegos de tiros o de construcción de ciudades. Roblox es, entre otras cosas, un juego de fútbol (mirar sino la Copa Roblox), y los teléfonos están llenos de opciones de juegos de fútbol. También es alarmante la cantidad de adultxs y pibxs timbeando con apuestas como si fueran un juego de fútbol con premios en guita. Pero en el malón, y entre los malos juegos, FIFA encontró la forma de ser algo más simple y más elevado, y se erigió en una suerte de pelota digital con la que se puede hacer más que el típico partido 11 vs 11.
Con todos sus modos, sus ligas, sus perfiles de jugador, sus minijuegos y sus recovecos, FIFA 23, la última entrega de la saga, fue una pelota digital en el sentido de que, con ella, durante el último año se pudo hacer casi cualquier cosa relacionada al fútbol, al menos de las que se puede resolver desde una computadora o consola, y en la órbita ficcional de un juego. Y como la pelota es suya, EA Sports le pone el nombre que quiere. Junto al fin de su milenaria licencia con la FIFA, hoy muere la saga FIFA y mañana nace EA Sports FC. Literal: desde mañana 29/9 se podrá jugar al que ningún rival podrá impedirle, al menos en su arranque, seguir siendo el dueño de la pelota, aunque cambie de apellido.
► FIFA, FC 24 y/o el Juego de Todxs
Hacía tiempo que el convoy deportivo de Electronic Arts había empezado a brandear a los FIFA como el Juego de Todos, a veces usando el lema indistintamente para hablar sobre el fútbol en general. Es un mote que busca un impacto publicitario, hipodérmico; intenta calar bajo la piel de cualquier gamer, de hardcores a casuales, para implantar la idea de que quien tiene un teléfono, una consola o una computadora, debe tenerlo.
Es un rebranding bottom-up, porque es cierto: los FIFA tuvieron (y ojalá los EA Sports FC lo tengan) algo para ofrecerle a cada quien, a millones de players en simultáneo. Los desafíos de creación de plantilla, el mercado paralelo y la complejidad de FIFA Ultimate Team (FUT) lo hicieorn un TCG independiente de los partidos. Los modos carrera dejan lugar a encares más roleros o al menos de roleplay. La parte de management es tan funcional y entretenida como necesita un juego que no busque ser puro management deportivo. Y el fútbol es interminable, un sinfín de posibilidades, desafíos y peripecias.
Encarar un partido, sea con botines o con un joystick en mano, es una de las pocas cosas tan repetitivas y a la vez así de indomables. El repertorio de lo que es o de lo que se trata un partido parece ser algo muy escueto, estrecho: 22 tipos o minas (o un mix de 22 tipos y minas, como se podrá en EA Sports FC 24) tratando de meter una pelota en el arco contrario y que no les metan esa pelota en el suyo. No hay más que eso, y a la vez es loco que en eso pueda haber tanto. La canchita (el Monumental, la de tu barrio, la de bronce que te dan al arrancar en FUT) es un escenario para la creatividad, una arena para la batalla, una plataforma para el despegue y un estrado donde soportar juicios. Los videojuegos de fútbol aportan un poco de ese frenesí cualquier día y a toda hora.
► El GOAT de los juegos deportivos
FIFA seguirá siendo una de las series más importantes en la historia del gaming. Solo 10 de ellas lograron vender más de 100 millones de copias, y es la única de deportes en lograrlo. Durante 30 años fue referencia, destronando sistemáticamente a todas las iteraciones de su competidor directo, y durante ese tiempo contribuyó a la invención de formas nuevas de trabajo (los esports, sin los FIFA, no serían lo mismo), renovó el negocio del fútbol y de los futbolistas, abrió el espacio para creadores de contenido, y hasta ayudó a imponer tendencias musicales. El peso de FIFA en el mercado y en la industria de los videojuegos solo se puede medir contra el de un puñado de otros casos: Mario, Tetris, Pokémon, Zelda y capaz que dos o tres más, los GTA, los Call of Duty...
EA Sports siempre tuvo en FIFA un muy buen videojuego de fútbol, ya fuera en 16 bits, en PC, en consolas o en móviles; realista, intenso, divertido, deliberadamente social, luego exponencialmente competitivo, y cada vez más rebosante de contenido in game y también de contenido satélite, con youtubers, bases de datos online, memes, guías de todo tipo y un fanatismo explícito por parte de deportistas reales. El prime PES le peleó mano a mano algunos años, pero en el historial hubo paliza en todos estos aspectos.
FIFA arrancó arcade. Se impuso como simulador digital de un fútbol sino real al menos realista. Y luego, con la estandarización de los esports, se erigió en "fútbol electrónico", un deporte en sí mismo. Y mientras el mundo seguía cambiando, EA Sports metía una y otra vez la mano en su juego emblema fuera de Norteamérica: un modo nuevo acá, otro allá, ligas extra, licencias extra, fútbol femenino, fútbol de salón, fútbol calle, Copas del Mundo, coleccionables, equipos fantásticos, ficciones interactivas con momentos de novela gráfica, figuritas de jugadores, de jugadoras, momentos épicos de partidos, uf.
En el medio, altas magias. El juego predijo los últimos cuatro campeones del mundo, de Sudáfrica a Qatar, mediante la simulación de los 64 partidos de cada Copa. No fueron los mismos resultados ni los mismos cruces en octavos, cuartos, semis y finales. Pero haber acertado los últimos campeones del mundo es un cucardón, y la simulación que hicieron en noviembre de 2022 mediante FIFA 23 adivinó el futuro título de la Scaloneta.
► El sandbox definitivo
¿El de Minecraft? ¿O habrá sido el de Daggerfall? ¿Microsoft Flight Simulator? ¿Y el de No Man's Sky? ¿O será ahora el de Starfield? La batalla por hacer el mapa más grande es hace rato uno de los vértices del mercado de videojuegos, al punto de que el márketing se monta al kilometraje cuadrado de un mapa o las horas que lleva descubrir todas las locaciones. De los más increíbles ambientes creados a mano por artistas de élite a entornos de generación procedural, el espacio explorable es una de las bijouteries del palo, pero muchas veces cada kilómetro extra es solo otro kilómetro de frustración.
Demasiados juegos se vuelven repetitivos antes de las 20 horas. Es que cambiarán los ambientes, los ecosistemas y los escenarios, pero sigue la escasez dinámica de siempre, de entregas anteriores o de otros de su tipo. Demasiados títulos modernos se sienten como mods de un mismo juego, donde cambian los skins y sprites pero sigue el mismo plan: recuperá esto, rescatá a tal, liberá aquel territorio, encontrá tal objeto mítico; ahora sos un marine, ahora un pandillero, ahora una sobreviviente postapocalíptica, ahora una elfa medieval, ahora un héroe vikingo.
Mientras transcurría esa batalla perdida por medir quién la tenía más larga, más ancha y más poblada (a la zona explorable), EA Sports sostuvo durante 30 años una saga que sin intentar mediar en la discusión sí pareció ofrecer el escenario sandbox más libre y extenso de todos, desafiando toda la lógica de la agrimensura gamer.
Es que toda la calentura, la narrativa, la tensión, el drama, la dinámica de lo impensado y la magia del fútbol caben en los 7000 kilómetros cuadrados que simula tener una cancha promedio de FIFA 23 (el juego de fútbol más completo de todos) o de cualquier entrega de la saga que nació en 1993 y que muere hoy, partiendo con inmejorable salud y dejando como legado su reencarnación. FIFA ha muerto, larga vida a EA Sports FC.