La autoproclamada república armenia de Nagorno Karabaj anunció este jueves su disolución, resultado de su rendición el pasado 20 de septiembre ante la superioridad militar de Azerbaiyán, lo que provocó el éxodo hacia Armenia de más de la mitad de sus 120.000 habitantes, por temor a limpieza étnica. "Todos los órganos estatales y las organizaciones dependientes de ellos deben disolverse antes del 1 de enero de 2024, y la república de Nagorno Karabaj deja de existir", señala el decreto firmado por su presidente, Samvel Shahramanián.
Nagorno Karabaj es un enclave territorial de población armenia y cristiana, que quedó rodeado por territorio Azerbaiyán de gobierno musulmán aliado político de Turquía, país que perpetró el genocidio armenio en el siglo XX y nunca lo reconoció. Entre Nagorno Karabaj y Armenia solo estaba habilitada una ruta de abastecimiento que el gobierno azerí venía bloqueando desde diciembre para doblegar a los habitantes del enclave y que renuncien a su independencia a fuerza de balas y hambre. Desde Bakú –capital de Azerbaiyán— se impuso este renunciamiento a los armenios. De lo contrario, seguiría la arrasadora campaña militar que la semana pasada, en 24 horas, doblegó toda resistencia de los karabajíes, a quienes se les exigió un desarme de sus fuerzas armadas oficiales creadas en 1991 cuando se independizaron. El riesgo de seguir luchando era el del exterminio repitiendo la historia, que igual se repite con otro éxodo en pleno siglo XXI.
Shahramanián, el presidente de Nagorno Karabaj, llamó a los habitantes del enclave –y a los que ya se habían exiliado-- a tomar nota de las condiciones impuestas por Azerbaiyán al reintegrar el territorio al orden jurídico azerí: deben “decidir individualmente" el regreso a casa o el exilio, según el caso. Para Azerbaiyán, los armenios que deseen quedarse en el Karabaj deben aceptar la ciudadanía azerbaiyana y acatar la legislación del país.
Riesgo de limpieza étnica
El discurso de Bakú no cala entre los karabajíes que huyen con lo puesto. Unos 76.000 de ellos han llegado a Armenia desde el domingo pasado, cuando Azerbaiyán reabrió el corredor de Lachín para que pudieran salir del enclave. En Ereván, el primer ministro armenio, Nikol Pashinián, denunció que Azerbaiyán lleva a cabo una "limpieza étnica" y pronosticó que en los próximos días, "no quedará ningún armenio" en Nagorno Karabaj. "Es una acción directa de limpieza étnica de la que veníamos advirtiendo a la comunidad internacional", insistió Pashinián, que demandó "medidas políticas y legales" de los actores internacionales.
Las acusaciones armenias fueron rechazadas por el Gobierno de Bakú, que replicó que la "narrativa alarmista" de Pashinián "socava las posibles perspectivas de paz entre Azerbaiyán y Armenia; Pashinián sabe bien que la actual partida de los residentes armenios de la región del Karabaj en Azerbaiyán es una decisión personal e individual, y no tiene nada que ver con una reubicación forzosa".
El apoyo a los refugiados
Casi toda Armenia está centrada en apoyar a los karabajíes recién llegados. En la capital hay centros de recolección de alimentos y ropa para los desplazados como ya ha sucedido antes, pero esta vez ya no tienen patria a donde regresar. Las rutas del sur del país están atascadas de vehículos, en especial con mujeres y niños, condenados a empezar una nueva vida desde cero. Una parte es reubicada en las regiones de Siunik y Gueghargunik. Algunos refugiados aseguran que estos destinos no son convenientes: las tropas azeríes abren fuego con frecuencia allí.
En dialogo con PáginaI12, el periodista armenio-argentino Avedis Hadjian da su punto de vista: “con un ataque relámpago del ejército de Azerbaiyán el 19 y 20 de septiembre, la dictadura de Ilham Aliyev tomó el control de la República de Artsaj, nombre oficial del enclave de Nagorno Karabaj. La disolución del Estado armenio de Artsaj resulta de un conflicto entre la República de Artsaj, Armenia y Azerbaiyán, que comenzó hace tres años con la guerra de los 44 días lanzada por los estados fascistas de Azerbaiyán y Turquía, que emplearon terroristas islámicos traídos de Siria y mercenarios paquistaníes. Así, por el momento, tocan fin milenios de presencia armenia en el lugar, bajo alguna forma de autonomía u otra, en el territorio histórico armenio de Artsaj. Esta es una etapa culminante --temo que quizás no la última-- del proyecto genocida de Turquía y Azerbaiyán iniciado entre 1915-1923 y reanudado con la guerra de exterminio de 2020, en la cual Armenia perdió 5.000 soldados, muchísimo para un país de 3 millones de habitantes. Turcos y azerbaiyanos son expertos en encubrir sus campañas genocidas como ´guerras´ y ´operaciones militares´, eufemismos que justifican sus planes armenicidas”.
La génesis del conflicto actual
El origen más inmediato del conflicto es la cesión de la región autónoma de Nagorno Karabaj por parte de Stalin en 1921, a la República Socialista Soviética de Azerbaiyán en el contexto de un acercamiento ruso con azeríes y turcos, a expensas de los armenios. El enfrentamiento se remonta al siglo XI con la llegada de los turcos a la Meseta Armenia, parte de la cual fue apropiada por Turquía. El imperio otomano musulmán estableció un régimen de opresión contra los armenios y otras poblaciones cristianas autóctonas, convertidas en minoría.
El Estado de Azerbaiyán fue creado por el gobierno otomano de los Jóvenes Turcos en 1918, los mismos que ejecutaron el Genocidio Armenio de 1915-1923 en el que murieron 1,5 millones y acabó con su presencia en Armenia Occidental y Cilicia, hoy tomadas por Turquía. Los armenios consideran, mayoritariamente, al gobierno de Azerbaiyán como una extensión del de Turquía y su histórico plan expansionista.
En la opinión de Avedis Hadjian, el líder Ilham Aliyev “es la síntesis del fascismo contemporáneo: ha heredado el poder de su padre, Heydar, quien gobernó Azerbaiyán desde 1969 hasta 1987, cuando fue depuesto durante la perestroika, y retomó el poder en 1993 gobernando hasta su muerte en 2004. Hoy, su hijo presidente ha proclamado vicepresidenta a su esposa”.
El poder del petróleo
Entre 1991 y 1994 los armenios karabajíes se armaron y lucharon contra Azerbaiyán ganando su independencia. Pero Azerbaiyán comenzó a rearmarse con los ingresos petroleros y la ayuda de aliados comerciales y políticos como Rusia. Según Hadjian, “el último ataque relámpago de Azerbaiyán es la conclusión natural de la apenas tácita alianza con Rusia, país que nominalmente sigue siendo el ´aliado estratégico´ de Armenia, cuya integridad territorial debería garantizar. Y es resultado de la victoria azerí en la guerra de los 44 días de 2020. Los límites de la supuesta alianza de Rusia con Armenia ya se habían visto en la guerra de 2016, cuando las fuerzas rusas se abstuvieron de intervenir a favor de su ´aliada´ Armenia frente a la agresión de Azerbaiyán, país al que le había suministrado gran cantidad de armamento”.
El papel de la Unión Europea es cuestionado por muchos armenios. En julio de 2022 la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, firmó un acuerdo con Bakú que implica la compra de petróleo ruso. La UE no puede comprárselo a Rusia por las sanciones de la guerra con Ucrania.
Según denuncia Hadjian, “la compra se hace igual, triangulada a través de Azerbaiyán, que no tiene las reservas suficientes para abastecer al mercado europeo y lo importa de Rusia para exportar a Europa. La señora von der Leyen, quien ha estado muy afligida porque su pony fue devorado por un lobo y por eso promovió legislación para limitar la población de lobos en Europa, permanece notablemente callada sobre las acciones genocidas de su socio energético”.