Los feminismos están vivos y dan pelea. Construyen un sentido común desde lo comunitario: primero esta lo colectivo, no lo individual. Por algo la derecha libertaria lo quiere destruir.

Como ningún otro movimiento social y popular, habla el lenguaje de las calles. "Vine porque los derechos conquistados los tenemos que defender", dice Dolores, ingeniera en Sistemas de San Fernando, de 54 años. Esta frente al Congreso vestida con remera verde y acompañada de su hija Paloma, de 17. Hay menos fiesta y más preocupación que en otras marchas feministas. Esta se convocó en el Día de Acción Global por el Derecho al Aborto, fecha clave del calendario feminista latinoamericano y se acordó en asambleas organizadas por el colectivo Ni Una Menos después de las PASO, y a la que se sumaron para marchar en unidad la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto, organizaciones de mujeres y LGBT+, partidos políticos y todo el arco sindical con las tres centrales obreras, además de movimientos de la economía popular. Y sueltas, como Dolores y su hija Paloma.

"Por el aborto legal, la ESI, vidas dignas. Contra las derechas, el ajuste y el FMI. La libertad es nuestra", resumía la bandera de arrastre que recorrió la Avenida de Mayo hasta el escenario montado de espaldas al edificio del Congreso. "Con el fascismo no se dialoga. Se lo combate", decía Jimena, de 47 años, vestida de verde --pantalón, blazer, camisa--, y con glitter en los ojos y los labios pintados del mismo color. Los bombos sonaban de fondo. "Alerta, alerta, alerta que camina, la lucha feminista por América latina...", cantaban alrededor de la columna de Ni Una Menos. Se veían muchos carteles en defensa de la educación sexual integral. "En base a la ESI nuestros hijos aprendieron que no los tienen que tocar", decía Gabriela, de 36 años, ama de casa, en la columna de Barrios de Pie.

Las masivas movilizaciones han sido la marca distintiva de los feminismos en los últimos años para marcar agenda a los gobiernos de turno, para expresar un grito unificado --a pesar de las diferencias internas--. En 2015 se convocó contra las violencias machistas y su expresión más extrema, los femicidios, y esa multitud desbordante que se unió por el hartazgo para decir Ni Una Menos exigió además medidas concretas: un registro nacional de esas muertes por razones de género, educación sexual integral en las aulas, patrocinio jurídico gratuito para las víctimas, entre otras iniciativas. Sin esa movilización desbordante no se hubieran logrado algunas de esas demandas. Otras todavía están pendientes o deben mejorarse. Las calles fueron cuna y cobijo para la marea verde que en 2018 exigió el debate por el aborto legal, seguro y gratuito y con el resultado adverso de una votación arcaica en el Senado, volvió dos años después --desafiando la pandemia-- para reclamar por el derecho a elegir sobre nuestros cuerpos y denunciar las muertes por abortos clandestino y pedir por más ESI. Y se conquistó el derecho a la IVE. Ahora, con un escenario político donde el candidato libertario que aborrece las conquistas de los feminismos tiene chances de gobernar, las mujeres y diversidades entendieron que había que volver a ocupar ese espacio público. Enredarse y acuerparse para conjurar el miedo a Javier Milei --cuya compañera de fórmula, Victoria Villarruel, reivindica la última dictadura militar--, un candidato presidencial que defiende la venta de niños y de órganos y la portación de armas. Se salió a las calles --en CABA y en las principales ciudades del país-- para enfrentar a las derechas, para defender nuestras agendas --donde se incluyen temas que de otra forma quedarían olvidados o invisibilizados-- y los derechos conquistados, y frenar los discursos de odio. Milei levanta la bandera de la libertad pero no nos quieren dejar decidir sobre nuestros cuerpos ni desear vidas libres de violencias. ¿La libertad de quién y para qué?

La violencia machista sigue siendo un problema --porque sus causas son estructurales y demanda respuestas integrales, de largo plazo-- pero no es negándola --como hace Milei en línea con sus primos españoles de Vox-- como se va a prevenir y erradicar. La ESI se ha convertido en herramienta clave en las aulas para sacar a la luz los abusos sexuales, que históricamente se han silenciado. Milei la quiere eliminar. El acceso a los anticonceptivos gratuitos y a la IVE junto a políticas públicas sostenidas desde el Ministerio de Salud dirigidas a bajar el embarazo no intencional en adolescentes han logrado mejorarle la vida a muchísimas mujeres, niñas, jóvenes, más adultas. Milei quiere cerrar el Ministerio de Salud e ir contra el derecho al aborto. La insistencia para ampliar las licencias parentales y promover un reparto más igualitario de las tareas de cuidado y la búsqueda de soluciones creativas contra los deudores alimentarios son otros temas que se han ido poniendo en discusión en ámbitos judiciales y legislativos desde los feminismos. Si no estuvieran nuestras voces, estas problemáticas no se escucharían. Las vidas de las mujeres y diversidades, hoy muy golpeadas por la crisis económica, podrían ser aún más precarias si el movimiento feminista no tuviera la potencia que ha demostrado históricamente tener. 

Este jueves mostró que sigue vivo, aunque lo quieran callar. Defendemos nuestras libertades, la libertad de existir como se quiere ser y como se quiere vivir. La tarde primaveral invitaba a salir del bajón electoral. Los pañuelos verdes volvían a las calles. La luna en alto cerraba la noche y renovaba la ilusión de una esperanza colectiva, de que el futuro no será tan oscuro.