En distintas provincias del país, el movimiento transfeminista de Argentina estableció en el centro de la escena política actual un lema internacional antifascista que es simbolo de lucha y resistencia. “¡No pasarán!”, le dijeron hoy en la calle y en la cara a Javier Milei -quien fuera a finales de los 90 asesor del militar Antonio Bussi, condenado por delitos de lesa- a Victoria Villarruel -defensora de genocidas- y a todxs sus secuaces de La Libertad Avanza.
¿Por qué? Porque no solo están en juego los derechos conquistados por los que el transfeminismo y el movimiento LGBTIQNB+ luchó durante años, sino que, además, pretenden volver a instalar en nuestro país un neoliberalismo a ultranza, combinado con un odio atroz a todo aquello que no encaja dentro de las normas que impone el capitalismo, el binarismo de género, el patriarcado, el colonialismo, el racismo, el capacitismo y la heterosexualidad obligatoria.
En la Ciudad de Buenos Aires la convocatoria se concentró en una marcha que partió de Plaza de Mayo al Congreso de la Nación. A las 16 Avenida de Mayo ya estaba colmada de organizaciones sociales, transfeministas, partidos políticos y personas autoconvocadas. Las casualidades coincidieron con que esa fuerza masiva se encuentre con la ronda de cada jueves de la Madres de la Plaza a quien siempre el pueblo abraza.
Patearon la calle vejeces con carteles que defendían la autonomía de sus cuerpos, juventudes detrás de las banderas de sus centros de estudiantes, trabajadorxs de la obra pública con sus cascos, mujeres de la economía popular por el reconocimiento de sus derechos laborales, docentes defendiendo la ESI, travestis y trans por el cupo laboral, indígenas exigiendo el respeto por su pueblo, chicas discas denunciando el capacitismo. Una diversidad inabarcable para esta cronista.
Todxs con un objetivo en común, expresar un “no” gigante a esxs que proponen un modelo de país para pocxs, con vouchers para salud pública, libre portación de armas, que plantea aberraciones como la venta de órganos, la dolarización y las privatizaciones. Sin educación sexual integral, sin matrimonio igualitario, sin ley de identidad de género, sin aborto legal, sin respeto por las reglas básicas de la democracia. Una democracia que, vale decir, hoy ha sido golpeada de muchas maneras y permanece débil por varios motivos.
El país enfrenta una grave crisis económica que ha dejado a miles de personas por debajo de la línea de pobreza y sin sus derechos básicos satisfechos. Hay pibas que mueren en las comisarías y se lo disfraza de suicidio, como pasó en el 2020 con Florencia Magalí Morales en San Luis y hace menos de una mes con Natalí Cardozo Guiñazú, en Mendoza. El Estado sigue en deuda con Cristina, la mamá de Facundo Castro por el asesinato de su hijo que quedó impune. Las mujeres maloneras de Jujuy fueron brutalmente reprimidas por la policía de Gerardo Morales por rechazar una reforma que le quita derechos a todo un pueblo y la Justicia en Buenos Aires no las recibe, tampoco lxs legisladores. Una semana atrás Jessica Bonnefoi, criminalizada por mapuche, fue condenada a seis meses de prisión en suspenso. Ya nadie busca a Tehuel de la Torre y seguimos contando femicidios, travesticidios y transhomicidios. Es ahí donde el transfeminismo y el movimiento LGBTIQNB+ está presente, organizadxs, acompañando y denunciando.
Son quienes dijeron “no al pago de la deuda ilegítima con el FMI” que contrajo el gobierno macrista de Juntos por el Cambio, son quienes pararon la olla durante la pandemia, caminaron los barrios como promotoras sanitarias, precarizadas y que continúan ahora cocinando en los comedores sin un salario y sin que se las reconozca como lo que verdaderamente son, trabajadoras comunitarias.
“Les trabajadores de la economía popular nos hemos dado la tarea de pensar, qué hacemos en esta coyuntura, cómo convencemos, qué proponemos y a qué no estamos dispuestas a renunciar. Nosotras siempre hemos planteado estar juntas y organizadas, somos la economía popular feminista que paró la olla cuando la pandemia nos dejó en total aislamiento, la que no bajó los brazos para escuchar, acompañar y sostener nuestros barrios. Hemos estado ahí donde el Estado muchas veces no está o no llega, pero hoy el discurso de odio antiderecho de Milei pone en juego la democracia que tanto nos costó conseguir y mantener. Milei viene por todo, por nuestros derechos, nuestras libertades y por todo lo que hemos logrado conseguir”, cuenta Dina Sánchez, secretaria general adjunta de Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), mientras camina la calle junto a sus compañeras.
Son las doñas de la economía popular sosteniendo sus hogares, docentxs dictando ESI y acompañando a sus alumnxs, trabajadoras y trabajadorxs en los sindicatos peleando por la paridad de género, también en las universidades y los centros de estudiantes, profesionales de la salud garantizando derechos, abogadxs acompañando a madres protectoras, comunicadorxs denunciando la violencia machista y los ataques de odio hacia las identidades no heteronormadas, son las travestis y masculinidades trans exigiendo el cumplimiento del cupo laboral y la reparación histórica.
Son las obreras rurales de la empresa Ledesma precarizadas con contratos precarios. Son las mujeres que continúan exigiendo justicia por las niñas Lilian y María del Carmen, asesinadas por el ejército de Paraguay y aparición con vida de Lichita. Eso también es militar el transfeminismo, un movimiento transversal que teje redes sin fronteras, que nunca abandona las calles porque está en los territorios.
“Hoy los feminismos nos convocamos para dejar en claro que no retrocederemos ni un paso, que no tenemos miedo y que estamos organizadas. Nosotres sabemos que los derechos se ganan y se defienden en las calles, sabemos que fueron 30.400 compañeros y compañeras desaparecides, sabemos que con la ESI en las escuelas hay más infancias libres, sabemos que sin educación y salud pública no hay futuro posible, por eso la economía popular feminista está hoy en las calles”, asegura Sánchez.
Cada 28 de septiembre, señalado internacionalmente como el Día de Acción Global por el Aborto Legal se copan las calles. Este año la convocatoria confluyó en frenar a la derecha y eso también significa defender el pleno acceso a la Interrupción voluntaria del embarazo, la Educación Sexual Integral en todas las escuelas, frente a la avanzada de los sectores de ultraderecha en la política nacional que envalentonan y legitiman los discursos de odio.
Como aquellos que aparecieron el lunes pasado en algunas escuelas porteñas y que se suman a las baldosas de estudiantes desaparecidxs durante la dictadura que fueron vandalizadas por votantes de Milei. Esta vez, docentes denunciaron que la fachada del colegio N°11 de Caballito apareció con stickers que decían “ESI es pedofilia”, siendo esta una ley que, entre muchos otros avances, permitió detectar y evitar abusos sexuales en las niñeces. “Libertad es que el 80% de las infancias que sufrieron abusos, pudieron contarlo gracias a la ESI”, reza uno de los afiches de la convocatoria del 28S pegatineado en una pared.
Fueron miles una vez más, un movimiento amplio y diverso que desconoce límites y fronteras. Una fuerza arrolladora que se impone ante la crueldad de unxs pocxs que vienen por todxs.