En el medio operaron otros factores -muchos de ellos discutibles- y versiones cruzadas, pero el quiebre político de la gestión de Martín Guzmán al frente del Ministerio de Economía empezó con lo que dos de las tres patas del frente gobernante consideraron "un mal acuerdo con el Fondo Monetario". Paradójicamente, las consecuencias de ese cierre que Cristina Kirchner y Sergio Massa marcaron como negativo, desataron guerras intestinas que recién cesaron con la salida de Guzmán y el ingreso de Massa. A la vez, ese acuerdo abierto y renegociado por el candidato fue la amalgama del jarrón roto, unos meses antes del test electoral más importante para Unión por la Patria (UP). 

"Hay un Massa antes del acuerdo y un Massa después del acuerdo", describieron ante PáginaI12 quienes conocen de hace años al funcionario. Sobre todo, entienden, porque destrabó la crisis política y alineó los apoyos de CFK y el gobernador Axel Kicillof, dos cuadros en constante diálogo con el candidato de UP. Los tres creen que, de llegar al poder, el acuerdo con el FMI deberá ser revisado una vez más, pero en un escenario de existencia de divisas que le permitirá al país sentarse con algo más de autoridades. 

En una carambola que parece estar lejos de ser un salto descoordinado, en las últimas horas fue el propio FMI el que le hizo un guiño a la rebeldía posterior a la rúbrica del Staff Level Agreement, pacto que le dio a Massa 7500 millones de dólares frescos y le alejó hasta fin de año al fantasma controlador del organismo. La portavoz del Fondo, Julie Kozack, se quejó con una levedad marcada de las medidas de asistencia al bolsillo que anunció el ministro. Y Alejandro Werner, el funcionario del FMI que le dio el crédito a Mauricio Macri, tildó al organismo de blando ante las decisiones de política expansiva de Massa. 

En el comando central de UP, ese fuego amigo fue visto en positivo por dos cuestiones: la primera, porque el FMI muestra que no interferirá -ya lo complicó a Massa bastante antes de llegar al acuerdo- fuerte en año electoral. La segunda, que si alguna vez el candidato fue sindicato como un hombre de los Estados Unidos, su ahora billetera suelta en plena campaña refleja que "las decisiones de política económica son nuestras". 

Algunas de esas medidas ya reditúan. Desde su entorno contaron que se hizo un focus group de las decisiones, y que la que mayor impacto positivo tuvo fue la devolución del 21 por ciento del IVA. Registraron niveles elevados de consultas y mucho interés empresario por el beneficio, sobre todo en el secto carnicerías. Detrás de eso, también el tema de la cuarta categoría de Ganancias se observó como un activo. 

El voto económico

En el búnker de Massa identifican al sector monotributista y autónomo como el más complejo para abordar y el más costoso de "recuperar". Pero se entusiasman con las giras por el interior, donde ven voto peronista que se había fugado y volvió. 

Hace unos días, Massa hizo un acto en Neuquén que, para los organizadores, superó las expectativas. Si bien era un acto con petroleros, se sumaron sindicalistas de UOCRA y gremios docentes. "Ahí vamos a recuperar mucho", contó uno de los que viajan con el candidato por el país. La particularidad de ese acto es que aparecieron massistas, kirchneristas, el nuevo Movimiento Popular Neuquino y el viejo MPN. Todo en una escena de un Juntos por el Cambio dinamitado. 

Donde las mediciones también dan recuperación es en las provincias del NOA, donde hay buen volumen de votos y donde, admiten, trabajaron no sólo los gobernadores sino dirigentes de la CGT. También esperan que en Entre Ríos y Santa Fe Massa mejore mucho la perfomance, y recobre algo de envión en Mendoza, donde consiguió un piso de 22 puntos. El imposible sigue siendo, aún, Córdoba. 

La teoría del órden y el desorden

Massa cree que el gobierno de Alberto Fernández tuvo una falencia central: fue un gobierno "desorganizado", con una forma conflictiva de toma de decisiones. En parte, el candidato lo viene deslizando en público, con la autocrítica y pedido de perdón por lo que no se hizo.

Busca que en una gestión futura pase lo contrario, con él en el poder. Describen los que conocen al ministro candidato que esas señales reflejan lo que puede venir, como "un gobierno ordenado, más eficiente, con mejores equipos y responsabilidades más concretas". El candidato parece entrenado para un despegue elegante de la herencia de Fernández, y le mide bien la postura de mostrarse como "el que agarró la papa caliente" y enfrentó problemas. Al menos eso observan los que siguen los datos del tracking diario de UP. Esa retórica del que agarró un problema late, sobre todo, en el consenso de la misma con CFK. 

Mucho de eso se verá en el debate de esta noche, donde el primer apartado será la cuestión económica. "Este es un Massa más maduro, que escucha y es más consciente", relató alguien que lo vio ganar y, también, caminar por el desierto por exceso de confianza.