La consigna se repite con insistencia desde la semana pasada: “un gobierno de unidad nacional”. Lo ofrendó Sergio Massa en Salta frente a los gobernadores radicales Gerardo Morales y Gustavo Valdés, lo remarcó en las actividades de gestión de los últimos días y lo reiteró este viernes en el acto organizado por la CGT frente al Congreso de la Nación. Detrás del pronunciamiento del candidato de Unión por la Patria subyacen, en principio, dos objetivos. Por un lado, dotar a la coalición oficialista de una nueva identidad para desmarcarse de la actual gestión y diferenciarse del kirchnerismo; y, por el otro, ampliar fronteras para romper el techo electoral de cara a una eventual segunda vuelta. En ese camino, Massa apuesta a recoger los escombros de una posible fractura de Juntos por el Cambio. Los contactos con el radicalismo ya existen y agitan la interna opositora.
En un escenario tan ceñido, el ministro-candidato entiende que su destino estará atado a la elasticidad de los márgenes peronistas. “Unidad hasta que duela”, rezaba José Luis Gioja en 2019 para incorporar justamente al tigrense y sus aliados. Cuatro años después, el ahora funcionario extiende ese rumbo y promete una gestión transversal. “Si el 10 de diciembre me toca presidir la Argentina, que nadie se asombre de que haya gente de otras fuerzas políticas integrando nuestro gobierno”, lanzó en la localidad salteña de Güemes. El mensaje apunta principalmente a los dirigentes de la UCR que amagan con saltar del barco cambiemita, pero también busca seducir al peronismo disidente. Sucede que en la oposición, son pocos los que pronostican un ingreso de Patricia Bullrich al balotaje y muchos los que auguran que la alianza opositora exteriorizará un quiebre en las horas posteriores a la apertura de las urnas. Futurología mediante, un factor clave que nadie se anima a descartar es que las encuestas vuelvan a fallar. Llegado el caso, el motín se suspendería instintivamente.
La respuesta radical
La convocatoria de Massa despertó sensaciones encontradas en el ala radical que pretende despegarse del macrismo. Si bien existe voluntad por parte de muchos dirigentes de la UCR de aceptarla, también descargan su enojo con el candidato de UxP por considerar que no es el momento de hacerla pública. “Nadie va a salir a decir que adhiere a un gobierno de Massa, mientras están tomando lista a ver quién apoya a Bullrich”, señala un histórico boina blanca. La propuesta, explica, no va a ser refrendada antes de los comicios generales, pero está siendo discutida internamente. Quienes la ven con buenos ojos rememoran el acuerdo entre Raúl Alfonsin y Eduardo Duhalde para surfear la crisis del 2001. “Es una idea que tomará forma después de la primera vuelta”, señalan. Pasado octubre, y ante la amenaza de un triunfo de la ultraderecha en el balotaje, el terreno será más fértil para avanzar. "Es muy difícil que los radicales voten a Milei", anticipó el diputado de Evolución y mano derecha de Martín Lousteau, Emiliano Yacobitti. “Milei es incompatible con el pensamiento radical”, sumó el exministro del Interior Federico Storani.
En el plano nacional, el foco está puesto en Gerardo Morales. No solo por haber participado del acto del ministro de Economía en Salta, sino por los movimientos que en las últimas sesiones tuvieron los legisladores que le responden en el Congreso. En el Senado, hubo cinco integrantes del bloque radical que se fueron del recinto cuando el macrismo se proponía bloquear la reforma del impuesto a las Ganancias. En la lista de ausentes figuraron los jujeños Mario Fiad y Silvia Giacoppo, los santacruceños Eduardo Costa y María Belén Tapia y el pampeano Daniel Kroneberger. Todos senadores que se referencian en el presidente de la UCR. La maniobra se sumó al quórum que brindó el bloque de Evolución en Diputados, con Yacobitti a la cabeza, para garantizar la modificación del tributo. También el acompañamiento que tuvo la creación de cinco universidades nacionales, donde Juntos por el Cambio votó dividido. “El populismo es contagioso”, lanzó con furia Mauricio Macri tras los consensos legislativos, y aprovechó para dejar en claro que estaba al tanto de las reuniones que opositores mantienen en la casa del tigrense. "Sangra por la herida porque hay dirigentes de su espacio que comen asados en mi casa, como si comer asado fuera un pecado”, le contestó irónico Massa, admitiendo los encuentros y echándole sal a la herida.
Para disgusto del expresidente, las coincidencias entre la UCR y el ministro podrían sumar nuevos capítulos en la agenda parlamentaria. Sobre la mesa están el tratamiento de la ley de financiamiento educativo --impulsada por Massa-- y del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, que tiene dictamen de comisión y cuenta con el respaldo del diputado Facundo Manes. En paralelo, queda abierta la incógnita sobre la postura que adoptará la coalición opositora en el debate que comienza por el proyecto de ley del Compre sin IVA y si generará una nueva grieta.
Massa pasa la escoba
¿Y si le promete la cartera educativa al radicalismo? "El gabinete que piensa Sergio sería completamente distinto al actual. La mitad de los funcionarios no estarían”, señalan en el equipo de campaña oficialista. La escoba podría seducir a la UCR que no tuvo peso en el gabinete de Macri y que, a pesar de tener cinco gobernaciones, sigue siendo furgón de cola del PRO. Además, sirve como argumento para diferenciarse de la gestión de Alberto Fernández. El ministro-candidato destaca en cada acto que hay “funcionarios que no funcionan”. “Si no andan, echémoslos”, expresó en reiteradas oportunidades. El operativo desmarque también incluye al kirchnerismo. El líder del Frente Renovador tiene una impronta propia y otro tipo de vínculos con los espacios opositores y el establishment económico. En su entorno, aseguran que en caso de llegar a la Casa Rosada se pondrá fin al internismo que caracterizó al Frente de Todos porque será el único conductor del espacio. Una premisa clave que, supuestamente, ya habló con Cristina Kirchner. “No habrá doble comando”, indican.
De ahí que la apuesta por la unidad tenga partida doble: ganar músculo electoral, incorporando dirigentes que consideren que Milei representa un peligro para el sistema democrático; y diseñar un nuevo esquema de poder para acumular mayor capacidad de gestión en un futuro gobierno. Las fichas están jugadas, habrá que ver si el resto de los jugadores lo siguen.