Desde Roma
En una ceremonia realizada este sábado en la Plaza de San Pedro del Vaticano, el papa Francisco creó 21 nuevos cardenales de diversos países, a pocos días de Sínodo internacional de Obispos que del 4 al 29 de octubre se hará en Roma. Entre los nuevos cardenales tres argentinos, monseñor Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, monseñor Angel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba, y el padre Luis Pascual Dri, confesor del Santuario de Nuestra Señora de Pompeya de Buenos Aires, el único que no estuvo presente por razones salud.
En su mensaje a los nuevos cardenales, el Papa comparó al colegio cardenalicio a una orquesta sinfónica “que representa la sinfonía y la sinodalidad de la Iglesia”, es decir el caminar juntos.
“Una sinfonía cobra vida de la sabia composición de sonidos de los diferentes instrumentos -dijo Francisco-. Cada uno brinda su aporte, a veces solo, a veces unido a algún otro, a veces con todo el conjunto. La diversidad es necesaria, es indispensable. Pero cada sonido debe contribuir al proyecto común. Y para eso es fundamental la escucha recíproca. Cada músico debe escuchar a los demás. Si uno sólo se escuchase a sí mismo, por más sublime que pudiera ser su sonido, no beneficiará a la sinfonía; y lo mismo sucedería si una sección de la orquesta no escuchase a las otras, sino que sonara como si estuviera sola, como si fuera el todo”.
Y en tácita alusión a sí mismo dijo que “el director de la orquesta está al servicio de esta especie de milagro que representa cada ejecución de una sinfonía. Él debe escuchar más que todos los demás y al mismo tiempo su tarea es ayudar a cada uno y a toda la orquesta a desarrollar al máximo su fidelidad creativa, fidelidad a la obra que se está ejecutando, pero creativa, capaz de darle un alma a esa partitura, de hacerla sonar en el aquí y ahora de una manera única”.
Aparte de cardenales, obispos y religiosos presentes, también asistieron a la ceremonia políticos y representantes diplomáticos, entre éstos la embajadora argentina ante la Santa Sede, María Fernanda Silva, y el secretario de Culto de la nación, embajador Guillermo Oliveri. “Hoy he tenido el honor de presidir la delegación oficial argentina al Consistorio junto con el embajador Oliveri. Para los argentinos es un hecho extraordinario tener otros tres cardenales, uno de ellos emérito que no nos pudo acompañar. Yo sólo puedo decir la inmensa felicidad que sentí por haber podido estar allí representando a nuestro país”, declaró la embajadora a Página12.
Papa Francisco celebró toda la ceremonia en la que colocó la birreta cardenalicia a cada uno de los nuevos purpurados, entregándoles el anillo y el nombre de la Iglesia que se les asigna en Roma o el título. Aunque tiene problemas para estar de pie mucho tiempo y se sigue moviendo en silla de ruedas, se lo vio muy bien y sonriente.
Al final de la ceremonia los cardenales se saludaron entre ellos, dándose el abrazo de la paz.
La plaza, especialmente la escalera que conduce a la basílica donde estaba colocado el Papa, estaba decorada con decenas de plantas de colores. También estaban presentes numerosos fieles venidos de todo el mundo que aplaudían y levantaban banderas.
El colegio cardenalicio
Argentina ha pasado ahora a tener un total de 7 cardenales en un colegio cardenalicio que hoy cuenta con 242 purpurados, 131 nombrados por el Papa Francisco en sus 10 años de pontificado. Pero sólo 137 de ellos pueden ser electores del próximo Papa porque los restantes han superado los 80 años que es el límite máximo para esa votación. De los 7 cardenales argentinos, sólo 4 tendrán derecho al voto y podrán elegir el próximo Papa.
El Papa Francisco ha hecho mucho más internacional el colegio cardenalicio. Antes predominaban los países de Europa y Estados Unidos. Con la creación de los nuevos cardenales, los países representados son 91. La región más representada de todas maneras es Europa (111 cardenales, 52 electores), seguida por Asia (34, 24 electores), Africa (29, 19 electores), América del Sur (28, 17 electores), América del Norte (27, 17 electores), América Central (9, 5 electores), Oceanía (4, 3 electores).
Entre los 21 nuevos cardenales fueron incluidos tres jefes de dicasterios vaticanos nombrados recientemente por Francisco. Fue el caso del estadounidense Robert Prevost prefecto del Dicasterio para los Obispos, que habló en la ceremonia de hoy y agradeció a Francisco en nombre de todos los nuevos cardenales. Y también del argentino Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe y del italiano Claudio Gugerotti, prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales.
Los nuevos cardenales argentinos
Monseñor Fernández, nacido en Alcira Gigena, provincia de Córdoba, en 1962, se formó en el Seminario Mayor de Córdoba pero estudió también en la Pontifica Universidad Gregoriana de Roma. Luego se doctoró en Teología en la Pontificia Universidad Católica Argentina. Fue ordenado diácono en 1986. Años más tarde fue decano de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina y rector de esa universidad.
En 2013, Papa Francisco lo nombró arzobispo de Tiburnia (Austria) y en 2017 fue elegido presidente de la Comisión Fe y Cultura de la Conferencia Episcopal argentina. Autor de numerosos libros, monseñor Fernández conoce al Papa desde hace muchos años (algunos lo llaman “el teólogo de Papa Francisco”) cuando Francisco vivía en Buenos Aires.
En 2018 fue nombrado arzobispo de la diócesis de La Plata y en julio de este año, Papa Francisco lo eligió como Prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, un papel bastante complicado ya que el objetivo del Dicasterio es “promover y tutelar la integridad de la doctrina católica respecto a la fe y a la moral”, según el Vaticano.
El hoy Dicasterio para la Doctrina de la Fe tiene orígenes medievales. En realidad su lejano precedente es la Inquisición, que existía en distintos reinos europeos y que en el siglo XIII fue creada como “Inquisición pontificia” y luego llamada “Santo Oficio” por el papa Gregorio IX. Funcionaba como un tribunal para procesar a los que violaban la fe católica y eran acusados de herejías. El Papa Paulo VI en 1965 le cambió otra vez el nombre llamándola “Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe”.
Dentro de esas oficinas se discutían y se tomaron decisiones sobre sectores de la Iglesia que se apartaban de los caminos tradicionales, como los autores de la Teología de la Liberación, nacida en América Latina. Uno de los fundadores de esa teología, el teólogo y franciscano brasileño Leonardo Boff , por ejemplo, en 1985 fue condenado al silencio por la Congregación para la Doctrina de la Fe (dirigida entonces por el que luego sería Benedicto XVI, el cardenal Joseph Ratzinger). Aunque esa decisión fue parcialmente revocada un año después, Boff abandonó la orden de los franciscanos en 1992. Con el Papa Francisco, latinoamericano, jesuita y más abierto al mundo, varios caminos antes emprendidos por la Iglesia han sido modificados.
El otro cordobés consagrado cardenal fue monseñor Angel Sixto Rossi, arzobispo de Córdoba desde 2021. Nacido en 1958 en Córdoba, en 1976 entró en el noviciado de la Compañía de Jesús. Después de estudiar Teología y Filosofía en Ecuador, fue ordenado sacerdote en 1986. Estudió Teología en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Siendo rector de la Iglesia de El Salvador de Buenos Aires, creó el Hogar San José para recibir a los que vivían por al calle. En 1992 creó la Fundación Manos Abiertas en distintos lugares de Argentina, para ayudar a las personas en dificultad.
El tercer cardenal argentino consagrado hoy por Francisco fue el padre Luis Pascual Dri, nacido en Federación, provincia de Entre Ríos, en una familia donde todos los hijos, excepto uno, se consagraron a la vida religiosa. Fue realizado cardenal aúnque nunca fue obispo. Tiene 96 años por eso no podrá ser elector. Fue el único además que no estuvo presente en la ceremonia de la Plaza de San Pedro, por razones de salud ya que se mueve en silla de ruedas y necesita asistencia. Padre Dri entró en el seminario de los Capuchinos en 1938, cuando tenía sólo 11 años. En 1952 fue ordenado sacerdote en Montevideo donde vivía. En el año 2000 fue nombrado párroco del Santuario de Nuestra Señora de Pompeya de Buenos Aires Aires, donde estuvo tres años. Luego fue nombrado párroco en Mar del Plata pero desde 2007 volvió al Santuario de Nuestra Señora de Pompeya donde sigue trabajando como confesor.