El Festival Internacional de Cine Documental de Buenos Aires (Fidba), que comienza este lunes y se extiende hasta el domingo 8, no podría haber puesto la vara más alta: arranca nada menos que con el estreno latinoamericano del corto póstumo de Jean-Luc Godard, Film annonce du film qui n'existera jamais: "Drôles de Guerres" (Trailer de un film que no existirá jamás: “guerras falsas”), que tuvo su premier mundial en la última edición del Festival de Cannes, en mayo pasado. Son apenas 19 minutos, pero de una intensidad y un misterio capaces de encender la chispa del pensamiento como solamente Godard era capaz de hacerlo.
Financiado por Saint Laurent –la misma firma que produjo el corto de Almodóvar Extraña forma de amar- Film annonce... es una de las muchas cartas fílmicas y trailers realizados por JLG, pero que tiene la particularidad de testimoniar dos ausencias: la de una película “que nunca existirá”, pero también obviamente la del propio Godard. Es imposible no atravesar este corto sin tener la impresión de que las imágenes y sonidos llegan desde el más allá, un año después del suicidio asistido del cineasta.
En Cannes, su colaborador más cercano, Fabrice Aragno, con quien JLG trabajó codo a codo en los últimos años, dio algunas pautas del proceso de producción del corto, llevado a cabo poco antes de la determinación del director de poner fin a su vida, en septiembre del año pasado, a los 91 años. “Después de Le Livre d'image (2018), Jean-Luc quiso adaptar Falsos pasaportes, la novela de Charles Plisnier, compuesta por varios capítulos, cada uno de los cuales aborda un personaje diferente que evoluciona entre la Revolución de Octubre de 1917 y 1930”, contó Aragno.
“Tuvo la idea de desarrollar un proyecto en torno a dos de estos personajes, uno de los cuales se llama Carlotta. Había imaginado un guion para esta película, planeada originalmente en seis capítulos, y comenzó componiendo un libro de collages para darles forma. Luego fueron pasando los meses. Era enero de 2020. Mientras avanzaba con su trabajo, yo comencé las pruebas técnicas. Pero la crisis del Covid y los sucesivos confinamientos frenaron considerablemente nuestro avance. Jean-Luc, por su parte, siguió trabajando sobre el papel. Desarrolló sucesivas versiones del guion que preanunciaba la película. Era una especie de quintaesencia de la película por venir”.
Según Aragno, “Jean-Luc trabajó en su pequeña mesa de madera con mitades de hojas A5, pegamento, Tipex, pintura, fotografías... y elaboró un folleto de unas cincuenta páginas, cada una de las cuales debía constituir un plano. Luego me lo entregó con indicaciones precisas de la duración -en segundos- de cada página. Escaneé el folleto y, en un rotafolio digital, monté las páginas, aplicando sus instrucciones matemáticamente hasta constituir una película muda. Luego me envió, dibujada a mano, una línea de tiempo con extractos de audio de películas o archivos sonoros para asociarlos con la secuencia de planos. La película incluye dos momentos musicales que enmarcan la presencia del silencio. Recuerdo haber editado la película en la mesa de mi cocina, una mañana de invierno de 2022, frente al lago Lemán. Jean-Luc había imaginado su ritmo en papel con notas adhesivas (post-its) e instrucciones de imagen y sonido. En mi cocina, solo, vi aparecer la película ante mis ojos. Estaba completamente cautivado. Jean-Luc recibió el material unos días después. Después de verla, nos dijo que era su mejor película…”
El título “Drôles de guerres” (“Guerras falsas”) alude a la expresión francesa que le puso nombre a pasividad aliada frente a Hitler cuando el ejército alemán invadió Polonia. ¿Es acaso una referencia a la situación actual en Ucrania, de la que Godard llegó a ser testigo? Difícil afirmarlo, porque Godard –afortunadamente- nunca pudo ser interpretado de un modo literal. Y además porque su film es una pieza de arte abstracto, un collage de imágenes fotográficas intervenidas, recortes de textos de libros y periódicos, notas propias (con su inconfundible caligrafía) y algunos pocos planos y fragmentos sonoros extraídos de sus films Notre musique (2004) y Film socialisme (2010).
La banda de sonido incluye, por caso, la voz del propio Godard hablando de ese film que pensaba hacer inspirado en la novela autobiográfica Faux Passeports (Mémoires d'un agitateur), del escritor y militante comunista belga Charles Plisnier, ganador en 1937 del Premio Gouncourt por ese texto. “Antes que como escritor, me interesa como retratista: pinta retratos”, dice Godard en el film, con su característica voz cascada de los últimos años. “Son retratos de gente que él conoció durante su militancia comunista, antes de ser acusado de trotskista”.
Los conflictos del presente Godard siempre los leyó en el espejo de la que fue su época, el siglo XX, y en ese sentido “Drôles de guerres” no es una excepción. No por nada en algún pasaje de su film-collage se lee: “El más fugaz de los instantes tiene un pasado ilustre”.
- La apertura del Fidba se realizará este lunes 2 de octubre a las 18.30 en la Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner y tendrá un programa doble: en primer término se presentará "Cabaret Fidba", puesta de teatro documental dirigida por el realizador y dramaturgo Miguel Zeballos de la que participarán Maruja Bustamante, Belén Gatti, Laura Névole y Anastasia María Benavente. Y a continuación se exhibirá “Drôles de guerres”, de Godard. Más información en https://fidba.org/2023/
Llamadas desde Moscú
Además de sus varias secciones no competitivas –que incluyen una retrospectiva dedicada a la directora belga Chantal Ackerman (1950-2015) y una “carta blanca” al crítico y programador italiano Luciano Barisone-, en distintas secciones en concurso el Fidba 2023 amontona muchas más películas que las que cualquier espectador, aún el más fogueado, puede asimilar en una semana. Pero entre esa maraña de títulos no habría que dejar pasar una que quizás no tenga otra oportunidad de verse en la Argentina: Llamadas desde Moscú, estrenada en el Forum del Cine Joven de la última edición de la Berlinale. La película del debutante cubano Luis Alejandro Yero (34 años) es un prodigio de síntesis y elocuencia, con mínimos recursos y locaciones. Cuatro jóvenes cubanos gay viven casi recluidos en un departamento de Moscú. Mientras intentan encontrar trabajo online o conseguir una salida a Europa, pasan el tiempo entre chats de ida y vuelta con amigos y familiares en La Habana.
El uso del espacio es particularmente creativo en el film: dentro del departamento (que hasta el final no vemos en su ínfima totalidad), los cubanos son ellos mismos, mientras que del exterior solo se ven vastos edificios grises de monoblocks cubiertos de nieve. El ascensor es el único contacto entre estos dos espacios opuestos, y ya allí los cuatro muchachos gay tratan de parecer heterosexuales. El director Yero utiliza únicamente planos fijos, muy bien compuestos pero jamás formalistas. La duración de cada plano siempre parece la mejor posible. Y el diseño de sonido también es magnífico, basado apenas en los ring tones y las conversaciones telefónicas –muchas veces en off- de los personajes.
Es notable como el director Yero (también editor y productor) logra dar testimonio de su época con tan pocos elementos: los movimientos migratorios, la persecución a los homosexuales, la pandemia y la guerra en Ucrania aparecen en su película de una manera tan sutil como poderosa.