Fueron dos semanas que sacudieron a la educación pública porteña. Más de veinte colegios secundarios tomados por sus estudiantes que reclamaban desde reformas edilicias urgentes hasta el derecho a una alimentación digna en las escuelas. Un año después, las demandas se mantienen intactas y sólo unas pocas obtuvieron respuesta, según contaron a Página/12 los centros de estudiantes de diversas escuelas que protagonizaron las tomas. Paredes rotas, falta de ventilación, viandas escasas o en mal estado y las prácticas laborales obligatorias siguen estando en la agenda de los y las estudiantes que aseguran que el clima se volvió más "tenso" en el año que pasó, con las denuncias del Gobierno porteño que continúan llegando a las casas de quienes participaron de las tomas (ver aparte).
"No cambió nada"
"Un años después no cambió nada, el GCBA es el mismo de siempre: el que no te habla, no te recibe, no te da respuestas y, por el contrario, sigue desfinanciando la educación y persiguiendo a los centros de estudiantes". La definición es de Federico Lavagnino, presidente del centro de estudiantes de la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola de Saavedra, integrante de la Coordinadora de Estudiantes de Base (CEB), que nuclea a la mayoría de los centros de estudiantes porteños.
Son sus palabras pero, en líneas generales, es el mismo concepto que se repite en cada uno de los y las estudiantes que Página/12 consultó al cumplirse un año de las tomas que comenzaron el 23 de septiembre de 2022 en la Escuela Normal Mariano Acosta de Balvanera. Fue la Escuela Rogelio Yrurtia de Parque Avellaneda la que marcó el final de aquel proceso, cuando el 6 de septiembre sus alumnos y alumnas votaron en asamblea levantar la medida en el único colegio que se mantenía tomado.
Un año después, Lucía Rinaldi, integrante del centro de estudiantes de ese colegio, asegura que "seguimos peleándola porque no pudimos solucionar nada, el Ministerio sigue teniendo una postura super rígida". "En el Lengüitas el clima cambió para mal. El año pasado fuimos el colegio que más mantuvo la toma y ahora todo está más tenso, sufrimos bastantes consecuencias con persecución a los alumnos que habían tomado el colegio", dice por su parte Julia, secretaria general del centro de estudiantes del Lenguas Vivas Sofía Esther Broquen de Spangenberg.
Este diario consultó a fuentes de Ministerio sobre la falta de respuestas que denuncian los y las estudiantes. Aseguraron que "nunca tuvieron reclamos puntuales ni hubo pedidos concretos, siempre fueron reclamos muy difusos para justificar una decisión que pisoteaba los derechos de los y las estudiantes que sí querían ir a la escuela".
Los y las estudiantes remarcan, por el contrario, que las tomas de 2022 tuvieron justamente la particularidad de que la CEB logró articular una serie de reclamos concretos compartidos por la mayoría de las 27 escuelas que llegaron a estar tomadas. Se centraban, sobre todo, en tres ejes: reclamos por las deficiencias en los edificios, rechazos al sistema de alimentación de viandas y al modo en que se pusieron en práctica las pasantías obligatorias.
La infraestructura
"Este año las clases empezaron con la ola de calor y teníamos a los pibes descompensados, desmayándose en los pasillos de colegios que no podían dar clases. Para nosotros no fue sorpresa porque no hubo un cambio en las políticas", sostiene Lavagnino sobre el primero de los ejes reclamados. Es que para los y las estudiantes la crisis que atravesó al inicio del ciclo lectivo, con ola de calor y falta de ventilación en las escuelas, dejó de manifiesto lo que ellos ya advertían durante las tomas: en 2022 la Multisectorial por la Escuela Pública, compuesta por gremios, cooperadoras y centros de estudiantes, había elaborado un informe que recabó 201 edificios escolares con problemas de infraestructura, de un universo de 950 escuelas públicas.
"A nosotros se nos clausuraron todavía más baños desde el año pasado, seguimos con medio colegio con obras inconclusas y hasta faltan luces", dice por su parte Rinaldi. El del Yrurtia es un caso particular, ya que cuenta con un edificio que fue inaugurado en 2019, después de décadas de reclamo estudiantil. Los y las alumnas, sin embargo, advierten que la sede nueva está mal construida. Sólo en las últimas semanas denunciaron la caída de un pedazo de mampostería de una pared y publicaron un video en sus redes sociales en el que se ve un ventanal fuera de eje, balanceándose de afuera hacia adentro de un aula.
"Desde la Belgrano en particular pedíamos un arreglo en la infraestructura: la reparación de la caldera, las paredes y las aulas", recuerda a este diario Kiara, vicepresidenta del centro de estudiantes de la Escuela Artística Manuel Belgrano de Barracas. "Sólo se solucionó el tema de la caldera pero a medias, porque este año comenzó a funcionar medianamente y la verdad es que en varios días de frío estuvo apagada porque el arreglo no termina de ser efectivo. En cuanto a las aulas, sólo se arreglaron las de primero y segundo año, el resto las arreglamos medianamente nosotres durante la toma", agrega.
Las viandas
Sobre el cuestionado sistema de alimentación escolar, Julia recuerda que el año pasado se trató de "uno de los principales reclamos colectivos de la CEB", y sostiene que, un año después, "en las escuelas que tienen viandas han seguido llegando podridas o con ingredientes en mal estado". Aunque se expresó con mayor fuerza en las tomas, es un reclamo que los y las estudiantes ya vienen levantando desde hace años, ya que las empresas a cargo del servicio acumulan denuncias en las escuelas.
Raciones escasas, frutas en mal estado, sánguches con una feta de queso, tortillas de "verdura" compuestas por arroz, carnes crudas, duras o reemplazadas por ingredientes más baratos, son algunos de los "alimentos" que llegan a los colegios, según denuncian los y las estudiantes y las cooperadoras. En marzo de 2020, por caso, casi cien alumnos se intoxicaron por alimentos en mal estado en escuelas de Caballito y Palermo. El servicio de esos colegios estaba a cargo de Lamerich, una de las empresas que volvió a ser beneficiada con el servicio cuando el GCBA decidió renovar la concesión hasta 2025.
"Cuando reclamamos dicen que las viandas están disponibles y que hay que llenar el formulario, pero el formulario te pregunta qué tan pobre sos y te pide poner el recibo de sueldo de tu familia. ¿Qué tan pobre tenés que ser para recibir un sanguchito de morondanga dentro del colegio?", se pregunta ahora Rinaldi. En el Yrurtia cursan hasta triple turno, pero no pueden acceder a un comedor por una cuestión administrativa. "Técnicamente somos dos colegios en uno, porque por un lado es bachiller y por otro taller, por eso no nos consideran doble jornada y no nos dan comedor. Pero somos la misma gente y no salimos en todo el día del colegio", agrega la estudiante.
En la Belgrano, en tanto, tienen un problema similar, por lo que "en vez de darnos viandas calientes nos dan un refrigerio, que consiste en un sánguche de jamón y queso y una fruta que en muchas ocasiones se encuentra en mal estado", según sostiene Kiara. La vicepresidenta del centro asegura que en ese caso siguen "sin tener respuestas" desde el año pasado.
Las pasantías
Las denuncias sobre las irregularidades en la puesta en práctica de las Actividades de Aproximación al mundo laboral (ACAP) estallaron en el marco de las tomas de 2022. Fueron particularmente los y las estudiantes del Lengüitas quienes pusieron el tema en agenda. Allí, denunciaban, enviaron alumnos y alumnas a una empresa para empaquetar sánguches o a un hotel donde terminaron lavando platos. En esa escuela en particular, los y las estudiantes destacan que luego de la toma sí consiguieron revertir un poco la situación.
"A principio de año nuestros coordinadores presentaron proyectos y mejoraron un poco las ACAP. En mi caso fui a la radio de la UBA y pudimos armar un programa", cuenta Julia, aunque asegura que todavía hay algunos problemas de administración de las actividades: "Nos habían dicho que eran cuatro charlas y ya tuvimos seis y ahora se van a sumar tres más. Eso no se había hablado antes, se va sumando durante el año y te avisan de una semana para la otra", asegura.