"Gente muy mala y con intenciones terribles se reúne en un hotel para una cita que se verá interrumpida por un terremoto". Con esas palabras presentaron El acuerdo (estreno el próximo jueves por Paramount+) en la última edición del festival Canneseries, evento en el que obtuvo premio a mejor guion. No hubiera estado mal que Jeon Woo-Sung, su director, guionista y showrunner, la describiera como una fusión de El arca rusa por las ruinas que dejó El juego del calamar. No habrá Museo del Hermitage por recorrer, ni un ejército enmascarado, sí una sola secuencia, dividida en seis episodios, en la que sus protagonistas buscan escapar de un edificio destruido. ¿Y qué hay en medio de su búsqueda? Un tour por lo más bajo de una sociedad hiperindividualista. Subasta de órganos, explotación sexual, tráfico de personas y hachazos serán parte de este todo vale surcoreano. 

Los primeros minutos de El acuerdo incursionan en la previa de un posible encuentro sexual entre una colegiala y un sujeto con aspecto de oficinista. Ella alega ser virgen y él está dispuesto a pagar muchísimo dinero para saciar su perversión. “Realmente querría ver algo de sangre”, dice No Hyung-Soo (Jin Sun-Kyu). Y vaya si habrá mucho de eso, aunque de una manera un tanto diferente a lo que pensaba el tipo. Es que Park Joo-Young (Jun Jong-Seo de Burning y la inminente Bailarina por Netflix) es una de las tantas chicas reclutadas por una organización criminal dedicada al mercado ilegal de órganos. La subasta de la “mercadería” será frente a unos compradores ávidos por carnear a un portador de sangre universal. Entre ellos está “el buen hijo” (Chang Ryul) que desea adquirir un riñón para su padre. Hasta que una sacudida cambie lo que parecía ser un thriller que contoneaba con el horror corporal y humor de bilis negra por algo mucho peor.

Antes de su arribo al streaming, El acuerdo tuvo un largo y exitoso periplo festivalero internacional, lo cual habla a las claras del gran interés que hoy despierta la producción Made In Corea. Eso sí, al creador le llamó poderosamente la atención que en más de una ocasión le preguntaron como si la crueldad y la obsesión por el dinero fueran exclusivas ese país. Amén de sus estrictas secuencias “sin cortes”, el interés de El acuerdo pasa más por la deriva de su trío protagónico junto a las lecturas que pueden hacerse del capitalismo moderno manufacturado en ese rincón de Asia. Algo que, por otro lado, ubica a esta entrega en línea con otras coterráneas como Sabuesos y La chica de la máscara (también estrenadas este año por Netflix). “Queríamos mostrar los lados oscuros de la sociedad coreana a través de esta historia”, expresó Jeon Woo-Sung.

La entrega está basada en un cortometraje del mismo nombre que, vale decir, no incluía el “castigo de un ser superior” en escala Richter. El colapso es total pero cada capítulo depara algunas revelaciones sobre los sobrevivientes y lo que esconden cada uno de los círculos infernales del hotel ubicado en las afueras Seúl. La premisa que tuvieron sus responsables es ubicar a sus criaturas en una situación límite donde se ven obligados a negociar y depender de su peor enemigo para hallar la salida. El personaje más atractivo, sin dudas, es el de la chica carnada. Cínica sobreviviente de varios tormentos cuyo deseo es que el mundo se venga abajo o que Norcorea les tire una bomba atómica.