Desde Nantes
El tiempo pasa a toda velocidad en el Mundial de rugby que se disputa en Francia. Con el inicio de la tercera semana, los equipos se van perfilando para la etapa final que tendrá los cuartos de final en Marsella y París, a partir del 14 de octubre.
De allí en adelante se mudará todo a la capital francesa, desde las semifinales, hasta el duelo decisivo que se disputará el próximo el 29 de octubre en Saint Denis, y que espera a los dos mejores equipos de la pelota ovalada para saber quién será el Campeón del Mundo de esta décima Copa: Francia 2023.
La conexión en micro entre Nantes y Saint-Etienne para ver jugar a Los Pumas su segundo partido contra Samoa, nos hizo conocer a una persona que es un ejemplo vida y superación. Una mujer que desde su Tucumán natal creyó siempre en llegar a donde está hoy en día, y demuestra que con trabajo, educación, ganas y el temple necesario para progresar nada ni nadie la puede detener.
Las cosas del destino y el sonido de una lengua conocida hicieron que Rosita nos preguntara, mientras esperábamos uno más de los tantos micros: "¿De qué parte de la Argentina son?".
Así empezó un diálogo que sólo se interrumpió con el final de la primera etapa del viaje y la conexión con Clermont-Ferrand, la ciudad donde ella se bajaba y nosotros hacíamos el transbordo para esperar el siguiente micro que nos trasladaría a Saint-Etienne, para ver a Los Pumas jugar su segundo partido ante Samoa.
Con 35 años sobre sus hombros, Rosita hace tres que vive en Francia, aunque desde el año 2013 se fue de su querido Tucumán para hacer una Maestría en Didáctica. Forjar su futuro y comenzar a escribir su propia historia fue su meta, quizás como la de tantos argentinos que están diseminados por el mundo.
"A Francia vine por primera vez en el año 2009. Después viajé por Brasil y Bolivia a trabajar con los pueblos originarios. En el 2015 regresé a la Argentina por una pasantía, pero desde hace tres años vine a radicarme acá, a Francia, para completar mis estudios de especialización en Enseñanza de Literatura Infantil, y trabajar de lo que más me gusta, la docencia con los más chicos", explica ella.
Nacida en San Miguel de Tucumán, después de su primer viaje no regresó más a residir en nuestro país. Esta dulce tucumana, que habla perfectamente inglés y francés, luchó mucho por establecerse y poder trabajar en un lugar, según dice, que la recibió siempre bien y el cual la cautivó. "Desde que llegué a Nantes me enamoré de esta ciudad. En cambio, Clermont-Ferrand no me gustó tanto", afirmó con una voz que demuestra toda su calidez.
"Aquí hice mi primera entrevista de trabajo –reconoció–, y la gente siempre me trató de forma familiar, me contuvo. Bajé del avión, fui a la entrevista y todos me sonrieron".
–¿Y del rugby conocés algo, Rosita?
–Por supuesto que conozco. Cuando estaba en mi provincia iba a ver a mis amigos que lo practicaban, ellos jugaban en Tucumán Lawn Tennis Club, y también conozco de las proezas de "La Naranja", el seleccionado tucumano que en la década del '80 brilló en todos los campeonatos argentinos.
–¿Vas a ir ver a Los Pumas en el Mundial?
–A Los Pumas los vi cuando jugaron en París, hace unos años. Y ahora quiero verlos en Nantes, pero las entradas son demasiado caras para mi presupuesto. Las ofrecen a valores cercanos a los 300 euros. En Francia, un sueldo básico es de alrededor de 1.400, y los alquileres cuestan cerca de 800, más los gastos. Espero conseguir algo más barato para ir.
Con un doctorado en Literatura y Docencia, Rosita se especializa en violencia en la literatura infantil. Lleva con ella una consigna: "Pies en la tierra miradas en el cielo". Orgullosa de haber egresado de la Universidad Nacional de Tucumán, se salteó un año del secundario y arrancó la facultad con tan sólo 16 años.
En su ciudad natal siempre la espera Rosa Lidia, la mamá que la crió en soledad, y le dice que no la debería haber llamado así, porque con eso le confió "su nombre y su sufrimiento".
Rosita es una de las tantas argentinas que andan diseminadas por el mundo. Buscando desarrollarse en su profesión, vivir una experiencia diferente, y ser un ejemplo para aquellas personas que piensan que hay imposibles.
Ella desafió los mandatos comunes y vive en Nantes. El lugar donde Los Pumas se juegan la última carta en el Mundial de Francia, ante Japón, para seguir su camino con la esperanza de poder pasar a los cuartos de final. La misma esperanza con la que Rosita llegó a Francia, para desarrollarse en su carrera y vivir una vida de trabajo, esfuerzo y progreso, muy lejos de sus afectos.
Esos mismos que desde su Tucumán natal, allá a lo lejos, la alientan y fortalecen, como lo hacen los miles de hinchas de nuestro país que desparramados por Europa llegan para apoyar a este equipo de Los Pumas en el Mundial. Y de esa forma se sienten un poco más argentinos.
Esos mismos hinchas que, como Rosita, enfundados en sus banderas celestes y blancas, que llevan marcada a fuego en la piel y el corazón, se emocionarán hasta las lágrimas luego de entonar el himno nacional, y se sentirán un poco más cerca de nuestro país. Y emocionados, aunque más no sea por los 80 minutos que dure el partido, podrán sentirse una vez más bien argentinos.