Congregados en un símbolo del Estado benefactor argentino, la Unidad Turística de Chapadmalal, más de 500 jóvenes integrantes del movimiento Cuidadores de la Casa Común y de los más variados puntos geográficos del país, debatieron y pusieron en común sus experiencias durante tres días con un claro mensaje, el de la necesidad de “un Estado donde el pueblo sea protagonista”.

La organización con presencia en 21 provincias, con un despliegue de 140 núcleos territoriales y unos cinco mil integrantes, realizó su encuentro de carácter nacional en el complejo hotelero ubicado al sur de Mar del Plata, con la mirada puesta en los objetivos de fortalecer su identidad, conocer en profundidad el trabajo que cuida en cada territorio, fortalecer la organización como trabajadores de la economía popular y reconocer los retos políticos actuales en el marco de la historia del país, ante la proximidad de las elecciones presidenciales.

“Frente al desafío de este año, donde se juegan dos modelos de país, es fundamental poder escuchar las voces de los pibes y pibas con las que laburamos y reflexionar, hacer un alto en el camino y escuchar nuestras prácticas”, marca como pauta Martha Arriola, coordinadora nacional de la organización que comenzó a gestarse en septiembre de 2015, inspirada en los lineamientos de la encíclica Laudato Si`. La obra había sido publicada cuatro meses atrás por el Papa Francisco y les llegó a través del obispo de Lomas de Zamora y presidente de la Comisión Episcopal de la Pastoral Social, monseñor Jorge Lugones.

Desde ese marco, destacan el “contenido social y político” de la carta que, aseguran, los interpela a reconocer que frente a la casi irreparable situación en la que se encuentra nuestra casa común, “un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres”, en palabras del obispo de Roma.

“Apostamos en clave Laudato Si` a recrear nuestra pequeña casa común y la gran casa común, y para eso necesitamos más Estado. Y un Estado que cada vez más pueda tener una oreja en las necesidades sentidas de nuestro pueblo, que pueda decodificar y escuchar, y entonces ajustar sus propuestas a esas realidades, porque nuestro pueblo sufre. Hay un sufrimiento largo y merece más Estado y con esa escucha que permita generar espacios de participación, de apropiación de las políticas públicas” enfatiza Arriola a Buenos Aires/12.

Economía popular

Las experiencias de trabajo comunitario y desde la economía popular se abordaron a lo largo de las jornadas frente al mar en diversas postas focalizadas en trabajo comunitario, bioconstrucción, reciclado, gastronomía y organización del trabajo, pero también con una profundización en otras temáticas como el contexto socio político y económico, historias de luchas de las comunidades y el protagonismo de las mujeres.

Allí se observaron experiencias como la producción de madera plástica y la bioconstrucción con desechos plásticos a través de una técnica descubierta en un basural en Córdoba y que ahora implementan en Entre Ríos. Precisamente, en la provincia del litoral desarrollan uno de los proyectos más avanzados con el turismo comunitario, mediante la recuperación de espacios invisibilizados por el mercado en muchos territorios. “Se disputa el modelo desde una propuesta y una oferta a la que prima actualmente, que es la del mercado. En esa misma práctica, tratamos de enfrentar la deshumanización y esta lógica donde todo parece empezar y terminar en las relaciones económicas”, resalta Arriola sobre la iniciativa de un centro de interpretación de turismo comunitario en los humedales del Río Paraná.

Para su ejecución, puntualizan desde el movimiento, fue determinante el apoyo del gobierno provincial, fundamentalmente de la vicegobernadora Laura Stratta, donde la Legislatura debate un proyecto de ley de turismo comunitario que esperan sea aprobado antes de fin de año. “Esto demuestra que escuchar al pueblo hace que eso impacte para mejorar el Estado, es un circuito virtuoso, porque esa ley será pionera en el país, ninguna provincia tiene ley de turismo comunitario”, se esperanza la coordinadora de la organización.

La construcción y obra pública también estructura parte de los emprendimientos del movimiento, donde ejecutan convenios con el Ministerio de Obras Públicas. Precisamente, su responsable Gabriel Katopodis encabezó el cierre del encuentro en el marco de diversas actividades que mantuvo en el sudeste bonaerense. “Como nunca el cuidado vino a quedarse en la agenda y en la vida de todos nosotros, para que sea derecho. Estamos en un punto de inflexión de la Argentina, los cambios que se proponen si se aplican nos van a cambiar como sociedad. Con el mismo entusiasmo, fuerza y ganas de hoy tenemos que salir a trasmitir todo lo que vamos a seguir construyendo juntos, de que hay una tranquilidad básica y una felicidad que no se negocia”, le pidió a los jóvenes en la carpa montada frente al Hotel 7, uno de los recuperados en los últimos años para el turismo social dentro del complejo de Chapadmalal, creado por impulso de la Fundación Eva Perón durante el primer peronismo.

Pero más allá de estos casos específicos, desde la organización reclaman un mayor compromiso de otras esferas estatales. “A veces las herramientas que el Estado tiene para que los más humildes puedan acceder son complicadas. En algunos casos, un municipio tiene la decisión de acordar, pero no sabe cómo, aunque a veces ni siquiera tiene la decisión, porque tiene otro norte, porque la invisibilización de los más humildes es a nivel nacional, provincial y municipal. No terminan de ver a un pueblo inmenso que está y que reclama la escucha”, reflexiona críticamente Arriola.

Construir un futuro

Los jóvenes, sus expectativas o la falta de ellas, asoman recurrentemente en el debate público y mediático. El tópico, lógicamente, atraviesa trasversalmente a Cuidadores de la Casa Común y al encuentro en Chapadmalal, aunque anclado en la realidad particular de un sector de los jóvenes, la de los pibes y pibas pobres de los barrios más vulnerables.

“Muchos no visibilizan el futuro inmediato, porque prima la necesidad de sobrevivir el día a día, donde la oferta del narcotráfico es más fuerte que cualquier otra oferta. Son chicos y chicas que muchas veces están rotos, al igual que sus familias. Pero lo que prima no es la desesperanza, sino la necesidad de salir de ese lugar donde no hay posibilidad de construir un futuro”, puntualiza Arriola. Precisamente, el consumo problemático y el problema del narco aparece tematizado en las jornadas, con una posta especialmente enfocada en ello y que contó con la participación de dos referentes en la materia, Claudio Mate Rothgerber, exministro de Salud bonaerense y exsubsecretario de Atención de las Adicciones, y el doctor en salud mental Daniel Russo, exdirector nacional de Capacitación en Adicciones del Sedronar. Incluso, tan fuerte caló el tema que entre las conclusiones del encuentro se acordó la creación de una red de preventores comunitarios en adicciones

“Las expectativas de ellos son mejor trabajo, mejor remuneración, más lugar para ser acompañados por el problema del consumo, donde hablamos de un genocidio invisible, donde está la problemática del suicidio, con pibes que se matan en los barrios, con la violencia, con no poder salir de la trampa del transa o del que tiene tu tarjeta (del beneficio social). ¿Cómo se resuelve? Solo con más Estado, no con un estado punitivista, sino con un Estado que rodee desde el amor, con la construcción de comunidad y fraternidad. Un Estado donde el pueblo sea protagonista”, lanzan como declamación.