Javier Milei, el candidato de La Libertad Avanza (LLA), se dejó de medias tintas en el debate presidencial e hizo un discurso negacionista de los crímenes del terrorismo de Estado en sintonía con el que profesa su número dos, Victoria Villarruel.
En el segmento del debate dedicado a los Derechos Humanos y la Convivencia Democrática, el economista se subió a la ola de Villarruel —que viene teniendo centralidad en la escena política desde que armó un acto en la Legislatura porteña que se llenó de reivindicadores de la dictadura—. “Nosotros valoramos la visión de Memoria, Verdad y Justicia”, arrancó Milei, y su primera verdad fue decir que no hay 30.000 detenidos-desaparecidos, como estiman las organizaciones de derechos humanos. No explicó si se lo aseguraron algunos de los genocidas con los que solía reunirse su socia política.
El otro eje de la proclama de Milei fue afirmar que hay una versión “tuerta” de la historia y que en la Argentina se libró una "guerra" durante la década de 1970. La narrativa bélica es la que ha elegido el bando perpetrador hace cuatro décadas para justificar sus crímenes. La implementación de un sistema concentracionario con más de 700 centros clandestinos, los vuelos de la muerte para la eliminación de los prisioneros y el robo de sus hijos e hijas lo desmienten.
Para Milei, esos crímenes son “excesos”. Eso le quita la idea de sistematicidad y de planificación —algo que está probado por la justicia argentina desde hace 38 años—. La teoría de los excesos no es nueva: la enarbolaba desde 1977 el dictador Jorge Rafael Videla, a quien frecuentaba Villarruel.
La ecuación de Milei cierra con poner en pie de igualdad a las organizaciones político-militares de izquierda con el Estado que llevó adelante un plan sistemático de exterminio. Dice que ambos cometieron delitos de lesa humanidad. Esa afirmación tampoco es nueva: es parte de la estrategia que se dieron los generales de la dictadura para forzar una amnistía general ante la reapertura de las causas por crímenes de lesa humanidad.
Hubo poco de novedoso en Milei en este segmento, quizá la adopción plena del discurso de Villarruel —exponente de los sectores pro-impunidad— y la incorporación de un latiguillo de Mauricio Macri: que los derechos humanos son un “curro”.
El ministro de Economía y candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, le enrostró a Milei que hubo fuerzas políticas que no quisieron debatir sobre derechos humanos, pese a que debe ser una política de Estado, sobre todo a 40 años del regreso de la democracia. Massa llamó a cuidar el legado y habló de un “camino que a la Argentina le valió un enorme reconocimiento internacional y ser palabra mayor en los organismos de derechos humanos”.
Patricia Bullrich usó un minuto para negar haber militado en Montoneros y planteó una vuelta a la teoría de los dos demonios. Juan Schiaretti mencionó el carácter genocida de la dictadura y avaló los juicios contra los represores.
Myriam Bregman, la candidata del FIT-U y abogada en los juicios de lesa humanidad, había hablado antes de Milei, cuando señaló: “Nuestra lucha no es un curro”. Cerró su presentación diciendo: “Son 30.000 y fue genocidio”.