Desde Santiago del Estero
Es un clásico de los debates: todos y todas salen diciendo sentirse ganadores, ellos y el resto de los integrantes de sus fuerzas políticas. Ocurrió esta vez, sin embargo, que algunos y algunas se sintieron menos ganadores que otros, y con razón. Es que Patricia Bullrich mostró evidentes problemas en el que es su gran flanco débil, la explicación de los temas económicos, no sólo en el contenido, también en las formas, el titubeo, la reiteración, la falta de respuestas ante la pregunta concreta. Lo admitieron en su entorno, no en público, con los comentarios que intercambiaron entre diferentes invitados de Juntos por el Cambio dentro del salón. Con un consuelo de pobres: "Pero ninguno la rompió", justificaron. En Santiago del Estero quedó la sensación, también tras el debate, de que la candidata se desdibuja y para una segunda vuelta los finalistas son Sergio Massa y Javier Milei.
La barra PRO entró y salió del Centro de Convenciones Forum, igual, auto aplaudiéndose ruidosamente. Por el lado de Massa no hubo vítores pero sí un diagnóstico compartido: "El ministro de Economía fue claro en el llamado a un gobierno de unidad, habló de sumar a radicales, a gente de Juntos por el Cambio, hasta a liberales. Pudo mostrar su programa, su propuesta productivista, hablar de impuestos menos regresivos", elogiaron. Levantaron, por lo bajo, la bandera del modo en que "gambeteó" las críticas por la alta inflación.
Sólo hubo alusiones, no se lo preguntaron, pero Massa vino preparado para responder por el "cisne negro" que apareció con el escándalo de Insaurralde. Sobre todo Bregman y también Bullrich hicieron alusiones al tema, pero nadie se lo preguntó directamente. Así que a la salida, como hicieron antes varios de los ministros nacionales que lo acompañaron, le puso el pecho frente a la prensa. No sólo cerró filas en la defensa de la rapidez de la renuncia del bonaerense. Dio un paso más: "Debería renunciar también a la candidatura a concejal de Lomas", aseguró.
Javier Milei tuvo el espacio para amplificar la bandera de la reivindicación del terrorismo de Estado y una única respuesta contundente, la de Myriam Bregman: "Fueron 30.000, y fue un genocidio". "¡Presentes!", se escuchó en el auditorio desde el sector de invitados de la izquierda.
Cada uno con su barra
Todos fueron nervios y formalidades hasta el comienzo del debate, con reglas estrictas también para los invitados presentes (un salón colmado con capacidad para unas 450 personas): no hablar, no gritar, no aplaudir. Las normas se cumplieron arriba y abajo del escenario casi en la totalidad del debate.
Hubo presencia de gobernadores (el anfitrión, Gerardo Zamora, Sergio Uñac, Ricardo Quintela, Juan Manzur, Gerardo Morales), ministros nacionales (Aníbal Fernández, Gabriel Katopodis, Victoria Tolosa Paz, Jaime Perzyk), referentes gremiales como Héctor Daer, estaba Francisco De Narváez, legisladores y otros dirigentes nacionales: María Eugenia Vidal, el ya electo gobernador Cornejo, Diego Santilli, Cristian Ritondo, Néstor Grindetti, Carlos Melconian, Eduardo Amadeo, Federico Pinedo, Dante Sica; por Unión por la Patria Paula Penacca, Mónica Macha; por la izquierda Gabriel Solano, Vanina Biasi, Christian Castillo; por los libertarios Ramiro Marra y la candidata a diputada cosplayer Lilia Lemoine. Además de todos los compañeros de fórmula: Agustín Rossi, Nicolás del Caño, Victoria Villarruel, Luis Petri, Florencio Randazzo.
"¿Qué le pasó a Milei, se dejó guardada la motosierra en la alacena de la cocina?", preguntó un referente de Unión por la Patria durante el primer corte, luego de que se trataran los temas de Economía y Educación. Es que en la primera parte del debate el candidato de extrema derecha evitó los gritos y el tono exaltado y se calzó los anteojos y el traje de estadista, en modo moderado, tomando nota. Pero eso sí: Empezó a levantar la voz al hablar de derechos humanos. Victoria Villarruel fue su asesora en este tema.
Volvió a la escena de la reivindicación del terrorismo de Estado. "No fueron 30.000 los desaparecidos. Fueron 8753", injurió. Levantó la voz, se fue del libreto moderado, el tema lo exaltó.
En lengua castrense
Ya en la previa, en el intercambio con la prensa, Victoria Villarruel había sido breve, pero contundente: "Van a ser cuatro contra uno", auguró, situando a Milei por fuera de "la casta". "No importa, los estamos esperando", cerró, retomando la frase de Galtieri contra los ingleses. Un ADN castrense que parece ser marca absoluta.
Desde el entorno de Bregman mostraron satisfacción por "la solidez" que mostró la candidata de izquierda, que también dio un mensaje al presentarse enfundada en un ambo verde feminista (el look de Bullrich, en cambio, fue en celeste y blanco). Destacaron el tramo de intercambio de preguntas en el que le dedicó a Milei: "¿Usted niega el patriarcado por ignorancia o por machismo?". "Por evidencia empírica", le respondió el candidato más votado en las PASO. "Es la única que puede desnudar la mentira de Milei y explicar por qué no es un león y sí un gatito mimoso del poder económico", celebraron.
Schiaretti, por su parte, fue por un carril propio: "Soy cordobés", vino a decir, aunque sin ritmo de cuarteto: "Trajo la solución cordobesa", admitió uno de sus asesores. "Fue buscado, él viene a refrendar ese voto del interior, que ustedes los porteños no entienden", explicó.
Las reglas de un debate muy pautado fueron seguidas casi durante las dos horas diez en que se extendió la transmisión, salvo cuando Massa le pidió a Milei que pidiera disculpas por insultar al Papa. "Ya lo hice", le contestó. "Hacelo ahora", le retrucó Massa fuera de micrófono. Milei se quedó discutiendo, por fuera de las reglas, con el audio cortado, acusando a sus contrincantes... de no cumplir las reglas.
La Babel de la previa
Hubo mucho training previo, admitieron todos los equipos, y se notó. Para el uso del tiempo, la preparación de algunas frases ingeniosas bien puestas. Lo que también se lució en el debate, fuera de escena, fueron las respuestas gestuales: las sonrisas sobradoras de Milei (otro que se sintió ganador y salió festejando con su equipo, exaltadamente, y siguió el festejo en el hotel Hilton, al grito de "que se vayan todos", con video difundido a la prensa). La negación con la cabeza, y con una sonrisa, de Massa cuando consideró que Bullrich mentía sobre su gestión y las leyes votadas en el Congreso.
Ya en el Forum, frente a la Cámara de Diputados de la provincia, en la previa del debate se vivió una suerte de pequeña Babel de la política: muchos de los invitados de las distintas fuerzas políticas circularon por la pasarela de la entrada y por la sala para medios audiovisuales en la que los distintas señales de noticias montaron sus estudios, potus incluidos, y movileros de canales todo el país tomaban sus palabras.
Por allí desfilaron un indignado Ramiro Marra, un Florencio Randazzo que vino a traer el mensaje cordobés, referentes de la izquierda como Del Caño y Vilca. También los ministros nacionales, que cerraron filas en la defensa de la celeridad de lo actuado tras el escándalo de Insaurralde. "Y Máximo quería que fuera candidato a vice. Nos salvamos de una más grande", reflexionaron.