Hay que admitir que Myriam Bregman es honesta y coherente ( su intervención fue muy buena). Es honesta por lo que ha sido su compromiso como abogada en su militancia por los derechos humanos. Y coherente porque su análisis marxista del poder le posibilita una lectura de las complicidades políticas, lo que siempre ocurre cuando se observa todo desde el prisma del Capital.
A mi juicio esa lucidez queda en entredicho cuando le responde a Sergio Massa que lo considera equivalente a las dos ultraderechas. Es el típico error político de la ideología que no tiene nunca lugar para la excepción porque el capitalismo ya habla por sí mismo. De tal modo que se produce una totalización de la realidad donde todo es lo mismo. Y de este modo la política se extingue o pasa a ser testimonial.
Es lamentable que en la segunda vuelta el partido de Bregman no se proponga frenar a las ultraderechas de los otros dos candidatos. Si así lo hiciera y solo coyunturalmente, su propio espacio ganaría mucha más relevancia y dejaría de ser esa izquierda tradicionalmente antiperonista y meramente testimonial. No solo sería un gran giro político en su espacio, sino que colaboraría con detener la lógica sacrificial que las claras amenazas de las ultraderechas han ya hecho explícitas.