Este lunes se anunció el Nobel de Medicina y fueron reconocidos dos especialistas, cuyos desarrollos salvaron millones de vidas durante la pandemia del coronavirus. La Academia de Ciencias de Suecia distinguió con el galardón a la bioquímica húngara Katalin Karikó y al investigador estadounidense Drew Weissman, que realizaron contribuciones vinculadas al estudio del ARN mensajero y fueron cruciales para el diseño de vacunas que frenaron la propagación del Sars CoV-2. Gracias a sus aportes de ciencia básica, el planeta logró contener una crisis sanitaria que podría haber sido de una escala mucho mayor. De cara al futuro, lo que aún significa más, se podrán desarrollar vacunas contra enfermedades infecciosas, así como también, para combatir distintos tipos de cáncer.
“El impacto que tuvo el desarrollo de ambos investigadores lo vimos todos. Constituyó un hito para la vacunología, porque fue la primera vez que se autorizó una vacuna de esta composición”, señala a Página/12 Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. Luego continúa: “El ARN es un ácido ribonucleico, una molécula imprescindible para la vida, que está presente en todos los organismos vivos. Recibe la información del ADN y nos permite fabricar las proteínas que desempeñan funciones esenciales en el organismo”.
De acuerdo al jurado, los científicos, que trabajan juntos en la Universidad de Pennsylvania en Estados Unidos, fueron reconocidos por "sus descubrimientos sobre las modificaciones de las bases nucleicas que permitieron el desarrollo de vacunas efectivas contra la covid-19". Y, asimismo, contribuyeron “al desarrollo a un ritmo sin precedentes de una vacuna durante una de las mayores amenazas para la salud de la humanidad en los tiempos modernos".
Una excepción realizada por el Comité del Nobel, en la medida en que los reconocimientos, habitualmente, se entregan a quienes protagonizan aportes que llevan muchos años de trayectoria; y el de Karikó y Weissman recién vio la luz en 2021, en plena crisis. Ese año, como antesala, ambos habían recibido el Premio Princesa de Asturias y lideraban las listas de los candidatos con mejores chances para el Nobel.
Aporte de vida o muerte
Durante las últimas cuatro décadas, el trabajo de Karikó (68 años) fue vital al plantear avances que dieron como resultado una fórmula como la de Moderna y la Pfizer/Biontech contra el coronavirus. Weissman (64 años) colaboró en la misma línea con desarrollos imprescindibles. En concreto, gracias a sus esfuerzos, se conoce con claridad cómo es que el ARN mensajero interactúa con el sistema inmunológico de los individuos. Un fenómeno clave que sirvió para brindar soluciones rápidas en tiempos oscuros; una época en que las demoras desde el campo científico se medían en muertes por infección.
El ARN cumple una función esencial en las células, al decodificar las instrucciones escritas en el ADN y ayudar a que cada parte del organismo pueda desempeñar su rol de manera adecuada. El logro de Karikó y Weissman, en efecto, se relaciona con plantear el empleo del ARN mensajero para diseñar terapias que curen enfermedades. “Las células tienen un manual de mando. El ADN, el código genético, se transcribe hacia un segundo ácido nucleico, el ARN, que es el que permite, luego, la síntesis de proteínas”, explica Jorge Geffner, bioquímico e investigador del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA (INBIRS).
A diferencia de las vacunas tradicionales (que funcionan con virus debilitados, por ejemplo), esta novedosa técnica emplea moléculas que indica a las células aquellas proteínas que debe producir. En el organismo, dicho fenómeno simula una infección y, de esta manera, el sistema inmune se entrena para el momento en que se encuentre con un virus real. “El salto de las vacunas diseñadas con ARN mensajero es que lo que te inoculan como inmunógeno es un ARN que codifica para una proteína determinada. En la de covid, era la proteína Spike”, sostiene Geffner al respecto.
La principal ventaja, desde esta perspectiva, es que se trata de vacunas que permiten hacer cambios de manera rápida. “Si un virus cambia, como sucedió con las sucesivas variantes de Sars CoV-2, se puede adaptar con bastante rapidez. Como tiene tanta flexibilidad, se está probando su eficacia para combatir otros agentes infecciosos, como virus Influenza, el Sincicial Respiratorio, Hepatitis B e, incluso, para HIV o cáncer”, detalla Geffner.
“Primero se hicieron para la covid 19 teniendo en cuenta el genoma del virus que inició la pandemia y, gracias a su versatilidad, las vacunas fueron precisando sus componentes. Apareció la fórmula bivariante, que además contenía a Ómicron y luego con los sublinajes sucesivos que van prevaleciendo”, ejemplifica Hozbor. Después completa: “En el presente, con todo el conocimiento que hay sobre su capacidad inmunogénica, su estabilidad; al recubrirse de nanopartículas lipídicas y la seguridad que ofrece, se han posicionado de una manera terrible en el campo de las vacunas”.
Antecedentes, ceremonia y fixture
En 2022, el Nobel de Medicina se lo había llevado Svante Pääbo por un trabajo trascendental que ayudó a crear una nueva disciplina científica: la paleogenómica. Sus aportes, vinculados a develar las diferencias genéticas entre las personas actuales y los homínidos extintos, permiten explorar bien de cerca por qué los humanos son “genuinamente humanos”. El científico contribuyó a contestar dos de las preguntas científicas más interesantes de todas: ¿cuál es el origen de los sapiens y qué vínculos establecieron con sus antecesores?
En esta edición 2023, como parte del premio, Karikó y Weissman obtendrán un diploma, una medalla de oro y un millón de dólares (10 millones de coronas suecas). Participarán de una ceremonia el próximo 10 de diciembre en Estocolmo, que será presidida por Carlos XVI Gustavo de Suecia. Mientras tanto, el fixture de entrega de galardones continúa de la siguiente manera: el martes se conocerá el Nobel de Física, el miércoles el de Química, el jueves el de Literatura y el viernes el de la Paz.