A menos de dos días del comienzo de la asamblea sinodal que reunirá en el Vaticano del 4 al 29 de octubre a 363 participantes de todos los continentes en torno a una agenda con temas que van desde las discusiones sobre eclesiología (la teología que estudia las característica de la Iglesia y su rol en la comunidad), sobre el sacerdocio, el diaconado, el rol de laicas y laicos y la consideración sobre las parejas homosexuales, entre otras cuestiones igualmente candentes, un grupo de cinco cardenales conservadores de Europa, Asia, África y América hicieron pública una carta dirigida a Francisco en julio pasado, que incluye interrogantes (conocidos como “dubia” en la jerga eclesiástica) y exigiendo pronunciamientos papales en cuestiones doctrinales.
Pocas horas antes del comienzo de las sesiones sinodales el Papa respondió una a una las cinco “dubia” presentadas por los cardenales, aclarando y desestimando las objeciones. Las preguntas de los cardenales y las respuestas del Papa fueron publicadas este lunes dos de octubre en el sitio web del Dicasterio para la Doctrina de la Fe.
Los firmantes las “dubia” son los cardenales Walter Brandmueller, de Alemania; Raymond Burke, de Estados Unidos; Juan Sandoval, de México, arzobispo emérito de Guadalajara; Robert Sarah, de Guinea-Conakri, y Joseph Zen, arzobispo emérito de Hong Kong. Tres de ellos (Brandmueller, Sarah y Burke) ocuparon en el pasado importantes cargos en el Vaticano y hoy expresan la voz cantante de un grupo de cardenales y obispos que se sintieron amparados por los lineamientos de Juan Pablo II y Benedicto XVI y se oponen al espíritu renovador que Jorge Bergoglio intenta darle a la Iglesia.
Además de los cuestionamientos de algunos temas en particular, el bloque de los conservadores cuestiona la idea misma de la asamblea sinodal que Francisco abrió a la participación de fieles seglares, varones y mujeres, y donde la totalidad de participantes no solo tendrán la posibilidad de opinar, sino que contribuirán con su voto para dar forma a las consideraciones que luego serán elevadas al Papa.
Los cardenales le han pedido a Francisco que ratifique la doctrina tradicional católica en lo atinente, por ejemplo, a la no ordenación sacerdotal de las mujeres, de no bendecir la unión entre personas del mismo sexo y condenar las relaciones sexuales fuera del matrimonio. El intento del sector conservador es obligar al Papa a pronunciarse, anticipando cualquier decisión de la asamblea sinodal que contradiga lo que ellos consideran la “doctrina” que debe permanecer inmodificable.
Los cardenales que hicieron públicas tales “dubia” justificaron su actitud señalando que se sentían con la responsabilidad de compartir las preguntas con la feligresía católica “para que ustedes no sean objeto de confusión, error y desaliento”.
Entre otros temas lo conservadores objetan que se otorgue más participación a los fieles en la gobernanza de la Iglesia, que las mujeres tengan mayores atribuciones y presencia en los organismos de gobierno, la apertura hacia la comunidad lgbtq+ y desestiman las sanciones adoptadas por el Vaticano contra obispos acusados de abusos sexuales.
En una de las respuestas sobre la posibilidad de bendecir el matrimonio entre homosexuales el Papa sostiene que, sin cambiar la doctrina, “no obstante, en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar todas nuestras decisiones y actitudes. La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de compresión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que sólo niegan, rechazan, excluyen”.
Otra de las preguntas que los cardenales conservadores plantearon a Francisco es si el Sínodo –en tanto asamblea- podría sustituir la autoridad del mismo Papa y disminuir a favor de la feligresía el poder que actualmente tienen los obispos. Al respecto Francisco recordó que “la Iglesia es ‘misterio de comunión misionera’, pero esta comunión no es sólo afectiva o etérea, sino que necesariamente implica participación real: que no sólo la jerarquía sino todo el Pueblo de Dios de distintas maneras y en diversos niveles pueda hacer oír su voz y sentirse parte en el camino de la Iglesia. En este sentido sí podemos decir que la sinodalidad, como estilo y dinamismo, es una dimensión esencial de la vida de la Iglesia” afirmó y para ello refirió a un documento (Novo millennio ineunte) de su antecesor Juan Pablo II.
La asamblea sinodal tendrá una primera sesión este año, pero se entiende que esta etapa será más de intercambio y deliberación, postergando cuestiones decisivas para el año próximo en una fecha similar.
Al respecto y en comentarios difundidos por la red Facebook esta misma semana, el Prefecto (ministro) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), el argentino Víctor Manuel Fernández (ex arzobispo de La Plata), creado cardenal el sábado pasado, dijo que “el problema es que el Sínodo de este año no se propone tratar cuatro o cinco cuestiones discutidas. Eso podría ocurrir el año que viene pero no ahora. Este año se trata de una reflexión más general aunque no por eso menos interesante: qué tipo de Iglesia queremos, qué necesita de nosotros el mundo de hoy, cuál es la Iglesia que hoy quiere el Señor para iluminar el mundo en que vivimos”.
Respecto de la participación de quienes no son obispos Fernández escribió que “si bien es un Sínodo de los Obispos, un número importante de laicos y de laicas tendrá voto. Esto llama la atención porque en otros Sínodos participaban laicos, pero no tenían ninguna influencia en las decisiones finales. Ahora, con su voto, varias decenas de mujeres y varones laicos pueden llegar a cambiar el curso de una votación”, destacó. Recordó no obstante que la sesión de este año “ni siquiera terminará con un documento final”.
Al margen de estos dichos, todo indica que en la misma asamblea y por fuera de ella, las tensiones entre los conservadores y Francisco van en aumento, y es posible que la ofensiva de los tradicionalistas se incremente durante el transcurso de las sesiones sinodales de este mes de octubre.
Las deliberaciones de la asamblea sinodal serán reservadas y el Vaticano ofrecerá información oficial diariamente sobre lo debatido. Sin embargo, adelantándose a lo que podrían ser trascendidos o informaciones falsas, el presidente de la comisión de información del Sínodo, Paolo Ruffini, anticipó que “responderemos a las fake news. Si hay algo que se publica que no es cierto, diré que no me resulta, que no es cierto", subrayó.
El Vaticano pretende “preservar la reserva y la confidencialidad” de las discusiones que se den en el aula sinodal, sostuvo Ruffini, porque "esto no es un Truman Show". Sin embargo, el responsable de la comunicación, dijo que habrá un briefing diario y algunas conferencias de prensa durante octubre, "con la presencia de padres sinodales"; en las que algunos de los 365 miembros informarán sobre los avances de las deliberaciones.