La democracia argentina cumple 40 años y, para recordarlo, el periódico Página/12, que nació en esos años de recuperación de las libertades y de la vida —y con el que Público tiene un acuerdo de colaboración—, exhibe en Matadero Madrid 40 portadas que resumen ese periodo, en un momento en el que este país se encamina hacia unas elecciones, el 22 de octubre, en las que el candidato ultraderechista Javier Milei tiene posibilidades de ganar. Una paradoja que nos retrotrae a un país tan fascinante como incomprensible. Una Argentina que ha dado lecciones de recuperación democrática, memoria histórica y vanguardia cultural, pero da la sensación de que vive en una crisis permanente.
Cuarenta impresiones de momentos históricos que van desde el Gobierno de Raúl Alfonsín hasta los juicios contra los militares golpistas, pasando por el "corralito", la búsqueda de los desaparecidos y algunas alegrías para la dignidad latinoamericana. Una de ellas ocurrió cuando Néstor Kirchner pagó al contado la deuda nacional al Fondo Monetario Internacional para asombro del mundo. Aquel hecho cambió de rumbo la era del neoliberalismo en el continente y la portada de Página/12 aquel 3 de enero de 2006 no lo podía expresar mejor: un fotomontaje de Rodrigo Rato (entonces director gerente del FMI) ejerciendo de camarero y Kirchner, con traje y corbata, sentado en la poltrona. "Mozo, la cuenta", reza el titular, por supuesto, en mayúsculas.
Con motivo de su visita a Madrid, el director general y cofundador de Página/12, Hugo Soriani, quien pasó nueve años encarcelado por su militancia de izquierdas, ofrece una entrevista a Público. Soriani explica cómo logró salir con vida de la dictadura y cómo se fundó y levantó un periódico político y ácido que es un referente de la prensa progresista del continente. También analiza el contexto en el que Milei se ha convertido en una alternativa para gobernar y denuncia la fuga de capitales y la deuda que dejó el presidente Macri.
-Usted sufrió la dictadura en su propia piel, pero se da la particularidad de que fue detenido antes del golpe militar, durante la última etapa del Gobierno de Isabel Perón
-Estuve detenido nueve años. Soy un sobreviviente de la dictadura genocida que se instaló en Argentina el 24 de marzo de 1976. ¿Por qué soy un sobreviviente?, porque fui detenido poco antes, en los prolegómenos de lo que después fue el terrorismo de Estado. Después de 1976 ya no hubo en Argentina prácticamente presos políticos, sólo hubo detenciones ilegales, centros clandestinos de detención y prisioneros políticos fusilados o arrojados al mar.
Yo venía de la militancia universitaria, tenía 21 años cuando fui detenido. Estuve en varias cárceles legales, como Magdalena, Devoto y Caseros, en Buenos Aires, y en Rawson [de máxima seguridad], en el sur. Estábamos privados de aire puro, de sol. Los prisioneros políticos estábamos separados del resto [comunes] porque sospechaban que esa relación podía transformar a los otros en futuros revolucionarios.
Salí en libertad en diciembre de 1983, con una conmutación de la pena, puesto que mi situación, como la de tantos otros compañeros, no se podía sostener en democracia. No había habido juicio, ni acusación concreta. Con la democracia, se levantó el estado de sitio para celebrar elecciones y empiezan a salir en libertad los prisioneros políticos que habían sido torturados sin derecho a la defensa. Fue mi caso. Antes de llegar a esas prisiones legales, estuvimos tiempo desaparecidos, sometidos a interrogatorios y torturas.
Cuando asume el doctor [Raúl] Alfonsín se recupera la democracia y se entra en un periodo de transición. Costó mucho recuperarla, no fue una dádiva de la dictadura militar, sino una concesión arrancada con muchos muertos, sobre todo, tras la derrota en la guerra de las Malvinas, donde se vio otra cara tan cruel como la que había tenido la represión ilegal y clandestina contra los opositores: una generación de jóvenes de 18 y 19 años, sin ninguna preparación, son enviados a la guerra sin armamento contra una de las potencias mundiales más poderosas.
Chicos mal alimentados, torturados por faltas disciplinarias menores. Tengamos en cuenta que los jefes militares que los mandaron a la guerra son los mismos jefes militares que dirigieron la represión salvaje en la Argentina y usaron los mismos métodos.
- "Si la jugada [de las Malvinas] les salía bien, el régimen militar podía haberse perpetuado"
Esos chicos no querían morir de una manera tan horrible, tan indefensa, fueron a la guerra con armas que no estaban en condiciones de ser usadas, a veces sin armas, sin una pala para cavar una trinchera. Una guerra que provocó 300 muertos y otros tantos suicidios. Fue una maniobra de la dictadura para perpetuarse en el poder cuando se rasgaban sus cimientos, una maniobra de última instancia instrumentalizando una reivindicación tan sentida por los argentinos como es la soberanía sobre las islas, que indudablemente nos pertenecen. Si esa jugada salía bien, el régimen militar podía haberse perpetuado unos cuantos años más.
-Luego llega la democracia con Raúl Alfonsín y se van convirtiendo en ejemplo para otros países, como referente de la memoria histórica y de saldar cuentas con el pasado, pero también da la sensación de que Argentina siempre está en crisis
-El hito es que ahora hay películas que lo han retratado para que las nuevas generaciones conozcan lo que pasó. En su momento, bajo el Gobierno de Alfonsín, fue el juicio de las Juntas Militares, aunque fuera una democracia condicionada, y eso fue muy valioso. Se creó la Comisión Nacional de Desaparición de Personas, la llamada CONADEP, de la que formaron parte personalidades de la política y la cultura que tuvieron acceso a determinados lugares, como centros clandestino y de detención, y a testimonios sobre las torturas. Ese fue el primer paso.
Argentina ha dado ejemplo en políticas de memoria de la mano de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, que han sido faros luminosos. Ustedes, acá, también han tenido un problema similar con el franquismo. Pero las 'abuelas' llevan más de cien nietos recuperados de familias de militares que se apropiaron de los hijos nacidos de compañeras detenidas, desaparecidas, embarazadas. Esperaban a que parieran, les robaban el niño y luego asesinaban a la madre.
Esos niños crecieron bajo una identidad cambiada y el trabajo de los organismos de derechos humanos ha sido otro faro luminoso que nos ayuda a orientarnos y a mantener siempre los ejes de memoria, verdad y justicia que defiende Pagina/12.
-Es en ese momento precisamente cuando nace Página/12, en esos inicios de la democracia y usted forma parte del equipo fundador.
-Página/12 nace el 26 de mayo de 1987 –vivimos los últimos dos años del gobierno de Alfonsín–, un mes después de la primera asonada militar. Todavía había una resistencia militar muy grande que se manifestó en los 'carapintadas', se llamaron así porque los militares que querían condicionar el proceso de memoria y justicia se pintaban con betún la cara y ocupaban los cuarteles. En ese contexto nace Página/12.
Las políticas de memoria siempre han generado tensiones, avances y retrocesos desde el poder político. El Gobierno de Alfonsín, si bien lleva adelante el juicio de las juntas militares, después dictó dos leyes que fueron un paso atrás, las de Obediencia Debida y Punto Final. La primera eximía a los mandos inferiores, es decir, se reconoce que cometieron crímenes pero porque cumplían órdenes. Y por la Ley del Punto Final se dejaba sin investigar hacia adelante o hacia atrás los crímenes, eso llevaba a indultos o a parar las investigaciones.
Aquello impulsó los organismos de derechos humanos hasta el Gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007), que consolidó la anulación de esas leyes y se reabrieron los juicios que permitieron que hoy estén más de 1.300 represores encarcelados, muchos cumpliendo prisión domiciliaria.
Hoy tenemos una alegría muy grande porque la ESMA, antigua Escuela de Mecánica de la Armada -donde fueron asesinados 5.000 prisioneros políticos-, ha sido nombrada como sitio de Memoria Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
-Argentina también ha acogido juicios por delitos cometidos durante el franquismo que no se han juzgado en España, la llamada 'Querella Argentina'.
-Sí. Y además acá, en España, tuvimos un abogado implicado. Yo tuve la suerte y el placer de contar con su amistad. Fue mi compañero en la universidad, ambos estudiamos Derecho. Es Carlos Slepoy, quien impulsó los juicios contra el franquismo y el concepto de justicia universal que llevó a encarcelar a Augusto Pinochet en Londres.
A Carlos Slepoy [quien estuvo encarcelado en Argentina y luego exiliado en España] le disparó un policía por la espalda y quedó prácticamente paralítico cuando intentó defender a un joven en una plaza [de Madrid]. Ha sido un compañero valiosísimo por todo lo que ha aportado, no solo por su compromiso y su militancia política, también por su saber profesional y su voluntad de luchar por estas causas.
-¿Cómo cuenta Página12 la compleja historia reciente de Argentina en 40 portadas?
La selección fue un trabajo arduo, pero esos trabajos se hacen con la convicción y la necesidad de transmitir a las nuevas y futuras generaciones lo que han sido estos años y, en eso, Página/12 es una epopeya: una empresa que no es un monopolio o una corporación importante, sino un pequeño diario que nació con escasos fondos y al que muchos de nosotros no le dábamos de vida ni seis meses.
Algunos compañeros periodistas venían de otros medios, otros del exilio o las prisiones, como es mi caso. Así nos lanzamos a esa aventura porque pensamos que el pueblo argentino necesitaba una voz que no fuera la de los medios hegemónicos, que habían venido apañando todos los desastres y los crímenes de la dictadura. Y de repente, se fueron sumando, escribiendo gratis -porque querían poner el hombro a esta aventura-, Mario Benedetti, Eduardo Galeano, Juan Gelman, Osvaldo Soriano, Osvaldo Bayer, Gabriel García Márquez… Es como un jugador de fútbol que se ha criado en un club y ha tenido un sueño, y llega un día a jugar al lado de Messi, no lo puede creer.
Así se fue consolidando lo que llamamos la otra mirada, en oposición al mensaje tóxico de los medios hegemónicos. Un periodismo que ejercemos con ironía, poniendo una sola noticia central en la portada, con un título llamativo por su juego de palabras o su doble sentido político. Al inicio teníamos dos o tres ejes conductores [en torno a la memoria, la justicia y los derechos humanos], luego la defensa del planeta, la ecología, las minorías sexuales, el feminismo se han ido consolidando. Si me preguntas cómo llegamos hasta acá, no te lo puedo explicar.
En 2015 nos sumamos al Grupo Octubre, que lidera Víctor Santa María, que es el secretario general del Sindicato de Trabajadores de Edificios, para buscar apoyo porque ya era imposible sostener un proyecto periodístico independiente. Es muy difícil sostener un medio que no pertenezca a una corporación grande o que tenga intereses en sectores de economía, cosa que Página/12 nunca los tuvo. Y nos acercamos a un sindicato porque pensamos que era lo ideal para mantener la línea editorial. Y no nos equivocamos.
-¿No es inaudito, e incluso extraño, que un medio esté respaldado económicamente por un grupo liderado por un sindicato?
-No sé si hay experiencias en el mundo parecidas, no sé si es un caso único. Lo que sí sé es que forma parte de la particularidad de la política o los medios en la Argentina, o de eso de innovar. A lo mejor tenés razón, lo voy a investigar.
Pero lo que sí puedo completar es que yo comparto la dirección del periódico con Ernesto Tiffenberg; Nora Veiras es la directora periodística y Victoria Ginzberg, la vicedirectora. Esta es otra particularidad, dos mujeres en la dirección. Igual que en Público, pero en Argentina pocas mujeres están en puestos de dirección no solamente de medios periodísticos, sino de empresas en general. Página/12 siempre puso en primer plano las luchas del feminismo. Cuando se sancionó la ley [del aborto], hicimos un diario verde porque el verde es el símbolo de la lucha por esos derechos.
-Vienen tiempos difíciles. Javier Milei ganó las primarias y está bien posicionado de cara a las presidenciales del 22 de octubre. ¿Cómo es posible que la ultraderecha pueda tener la oportunidad de volver a gobernar en Argentina?
-Sí, vienen tiempos muy difíciles. Fue el candidato más votado, pero hay que recordar que siempre fueron dos los candidatos que llegaban bien posicionados [a las elecciones] tras las PASO [primarias abiertas, simultáneas y obligatorias]. Esta vez fueron tres, e incluso cuatro, porque hay que tener en cuenta que diez millones de personas en condiciones de votar no lo hicieron. Hubo una concurrencia del 65%, cuando tradicionalmente se ubica en torno al 72-73%.
Creo que hay un descreimiento pasajero de la política y tres candidatos que poco a poco se van transformando en dos porque Javier Milei ha absorbido parte de los votos de Patricia Bullich, de Juntos por el Cambio [representante del macrismo]. Todo esto son especulaciones porque las urnas suelen darnos bastantes sorpresas, como las que nos acaban de dar en las PASO.
Lo que ha sorprendido, y en eso han fallado todas las encuestas, es la irrupción de un candidato que no me animaría a llamar antisistema porque participa del juego democrático, con un discurso que anuncia tempestades, desordenado, caótico y antipolítico que ha calado en un sector de la sociedad al que, evidentemente, este gobierno que transitamos no lo ha sabido contener ni dar las respuestas necesarias en un país castigado por la inflación, con un 40% de pobreza y un crecimiento de la indigencia.
Hay que tener en cuenta las condiciones en las que le ha tocado gobernar al presidente Alberto Fernández: una pandemia, una sequía brutal y la guerra de Ucrania, puesto que los fenómenos son globalizados. Todo esto ha pegado muy fuerte a la economía argentina.
La sequía ha provocado la entrada de 25.000 millones de dólares menos al país y se suma la gran deuda heredada del Gobierno de Macri con el Fondo Monetario Internacional que no teníamos; y nadie sabe dónde están esos 45.000 millones de dólares que Macri pidió al Fondo. Son capitales que fugaron de la Argentina, que no fueron a la producción, ni al comercio, ni a crear empleo. Fue sólo especulación financiera y fuga de capitales de las grandes corporaciones.
Con lo cual la situación que heredó este gobierno, sumado a la guerra, la pandemia y la sequía, ha hecho que haya que transitar por momentos difíciles. No se han tomado, quizás, las decisiones que se deberían haber tomado, no se ha ejercido el poder de la manera que se debería haber ejercido.
No se han hecho reformas necesarias en la Justicia que llevaron a la proscripción de Cristina Kirchner, que era la candidata natural, amada por un sector importante del pueblo argentino y que conserva una base de votos entre el 28 y 30%. Ha sido proscrita, no puede participar del proceso electoral por estar sufriendo una persecución de la justicia que a diario reabre causas que estaban ya cerradas, inventa nuevas acusaciones y la hostiga permanentemente. Aún así, sigue siendo una jefa política importante, trascendental, cada vez que habla concita la atención de todos los medios para criticarla o defenderla.
-¿Es preocupante la polarización en Argentina?
-La polarización en Argentina ha existido siempre, venimos de un gobierno de derecha después de doce años de kirchnerismo, con recuperación de derechos, expansión de salarios, acceso de las clases populares a bienes que antes tenían vetados, pero se dan procesos de desgaste tras doce años de ejercicio del poder.
Lo cierto es que las promesas de Macri, al igual que hizo Carlos Menem, no fueron cumplidas. La diferencia ahora es que hay un candidato con un discurso apocalíptico que promete recortar derechos, no promete que la gente va a estar mejor.
Lo curioso es que justamente al haber un 40% de pobreza, también hay un descreimiento de la gestión política. Y este candidato [Milei], que participa de la política con un discurso antipolítica, se ha colado en grandes sectores que no se han visto satisfechos y que reniegan de la política como la solución de sus problemas.
Nosotros tenemos esperanzas de que estas opciones no triunfen. Sería un retroceso muy grande. Lo que sí hay que recordar es que ya es una fuerza política que está instalada. Llegue a la Presidencia o no, es una irrupción en el panorama argentino. Uno no se puede enojar con los votantes nunca. Uno se tiene que enojar con los gobiernos que queremos y defendemos, y no saben dar las respuestas necesarias.