El técnico de Boca, Jorge Almirón, ya puso manos a la obra en la preparación de su equipo para el desquite del jueves a las 21:30 ante Palmeiras por un lugar en la final de la Copa Libertadores de América. Tras la derrota ante River en el Superclásico, el plantel volvió a entrenarse en el predio xeneize de Ezeiza con un primer objetivo: cambiar las caras largas que dejó el golpazo con River y sembrar optimismo para encarar lo que se le viene en apenas tres días.
Pese a que el plan en un primer momento era que el plantel se entrenara en una cancha de césped sintético ubicada en el complejo deportivo de Ezeiza para empezar a aclimatarse a lo que será el campo de juego del Allianz Parque de San Pablo, finalmente Almirón decidió no realizar ese trabajo. Por el contrario, aquellos jugadores que no jugaron o tuvieron pocos minutos en el Superclásico se movieron una cancha de pasto natural y realizaron trabajos con pelota, mientras que los que más jugaron el domingo en La Bombonera, hicieron tareas regenerativas. En el primer grupo estuvo Luca Langoni, ya repuesto del quinto desgarro consecutivo que sufrió este año.
Aunque todavía es prematuro empezar a dilucidar un equipo para la revancha copera, se perfila una formación similar a la que jugó en la ida, con la duda de si Miguel Merentiel seguirá como titular o en su lugar ingresará Nicolás Valentini para formar una línea de cinco defensores, u otro delantero pero con características distintas, como puede ser Lucas Janson o Exequiel Zeballos.
Otra de las incógnitas es el estado de Marcos Rojo, dado que no completó el partido del jueves en la Bombonera por una molestia muscular en uno de sus gemelos. El capitán, quien el domingo no jugó ni estuvo en el banco pero igual fue expulsado por el árbitro Andrés Merlos por haber reclamado una falta en el primer gol de River desde la boca del túnel que lleva a los vestuarios, trabajó aparte en la recuperación de su lesión. El cuerpo técnico boquense es optimista respecto de su evolución y cree que Rojo no se perderá este partido tan determinante aunque no llegue al ciento por ciento de su condición física. Tampoco se entrenó Jorge Figal, el otro central titular, por un problema similar.
El plantel entrenará de manera unificada este martes en la que será la última práctica antes de emprender vuelo a tierras brasileñas. Pasado el mediodía la delegación azul y oro viajará rumbo a San Pablo y desde el miércoles se entrenará en el predio de Corinthians a la espera del gran choque del jueves que será dirigido por el árbitro uruguayo Andrés Matonte.
En el marco internacional y sumando las últimas tres ediciones de la Copa Libertadores (de las cuales ganó dos en 2020 y 2021), Palmeiras jugó 23 partidos como local, de los que ganó 15, empató cinco y perdió tres con un dato esperanzador del que Boca puede aferrarse: sus tres caídas fueron contra equipos argentinos. River le ganó 2 a 0 en la semi de la Libertadores 2020 y Defensa y Justicia lo venció primero 2 a 1 para consagrarse campeón de la Recopa Sudamericana 2021 y lo derrotó 4 a 3 en la fase de grupos de la Copa de ese mismo año.
El cambio de la superficie del campo de juego de Palmeiras de césped natural al sintético se realizó en enero de 2020 y uno de los cambios más notorios es la velocidad de la pelota que rueda muy rapidamente. Además, otra de las principales características es que el terreno está completamente nivelado. Boca tendrá solo 24 horas para adaptarse.