Se suele decir que el debate presidencial es el evento político de mayor audiencia en toda la campaña, pero este superó las expectativas. Y no sólo por el récord de 40 puntos de rating que tuvo en los canales que lo emitieron en directo, más todo lo que se siguió vía streaming, también porque logró lo que es tal vez el objetivo más difícil en campaña: instalar conversaciones, marcar agenda. Para bien, y para mal. Los asesores toman nota, hacen sus balances, y ya preparan el entrenamiento que seguirá de cara al próximo debate, el domingo 8 en la Facultad de Derecho de la UBA, con Seguridad, Trabajo y producción, Desarrollo humano, vivienda y protección del ambiente como ejes temáticos. Hay quienes sienten que tienen que dar explicaciones por la performance demostrada: Patricia Bullrich, por caso, adujo que su "difícil" desempeño en el debate de las presidenciales fue por causa de una gripe.
"Fue difícil llevar adelante un debate con una gripe fuertísima. Me tuvo a mal traer durante varios días y eso es muy importante para poder concentrarse", fue la explicación que dio la candidata en una entrevista radial.
Luego, a la salida de la reunión de la cúpula del PRO (ver nota aparte), graficó la excusa: "Ayer entré con una pata rota a la cancha. Estaba engripada, con fiebre y con todos los oídos tapados", justificó.
Los notables baches, con titubeos, trabas y falta de respuestas claras que la candidata mostró en el área de Economía, fueron tema durante todo el lunes. A diferencia de la protagonista, al ser consultado por el balance, su equipo manifiesta que tuvo una gran actuación. Lo mismo los principales referentes del espacio: "Fue excelente", redondeó Cristian Ritondo. Durante el debate, sin embargo, varios de esos mismos referentes comentaron entre sí que había sonado, tal vez, algo cortada. Resaltaron, sin embargo, los puntos a favor en el área de educación: "los chicos en las aulas, los padres trabajando", es la idea fuerza de la campaña que repitió durante el debate.
"Se me cuelga de las tetas", podría recriminarle Victoria Villarruel a la candidata cambiemita sobre el tema que es la marca de su militancia negacionista. Es que, por primera vez, Bullrich adscribió a su teoría de "memoria completa", el pedido de "juzgar a todos los que mataron inocentes, también a los guerrilleros", tal como que viene realizando Villarruel por la familia militar desde hace décadas.
"No es estrategia, es lo que Patricia verdaderamente siente y cree", aseguran desde el armado. Y computan ese tramo del debate como uno de los más logrados, en el que "defendió una postura propia", también "abrazando" "a los gendarmes absueltos", en referencia a los casos de violencia institucional. Fue, en rigor, un momento en el que se la escuchó enfocada en ir a pelear el voto duro de derecha.
Gambeta, solidez, cordobesismo
En el entorno de Sergio Massa festejaron la performance: "fue serio, mostró que tenía propuestas, habló de diálogo y gobierno de unidad, de corregir la regresividad de los impuestos, no negó la realidad ni los errores pero mostró al mismo tiempo un rumbo de esperanza".
Evaluaron que no tuvo dificultad en responder ninguna de las preguntas. Y que, si le hubieran preguntado por el escándalo de Insaurralde, también hubiera salido airoso al mostrar la rápida respuesta de la renuncia, compararlo con actitudes de otros espacios y personajes como Pepín Rodríguez Simón, ir un paso más y pedir también que se baje de la boleta de Lomas, cosa que ayer ocurrió.
Myriam Bregman fue felicitada desde las más diversas posturas al finalizar el debate, hay consenso en que la suya fue una exposición sólida, con argumentos bien comunicados, momentos ingeniosos. "Estoy contenta, pude decir lo que quería decir, pero ahí arriba en la vorágine es difícil medir el debate, voy a volver a verlo", respondió al regresar de Santiago, en el embarque del vuelo en el que se sentó en la misma fila que Milei, cuando le preguntaron si se sentía ganadora.
Schiaretti fue uno de los grandes generadores de memes, videos doblados y chistes varios con su "cordobesismo al palo". En la respuesta que subió a las redes mostró la chispa que le faltó en el debate: "Gracias a todos por el humor que hicieron por lo que conté sobre Córdoba. Los cordobeses tenemos mucho sentido del humor, y me encanta y me hicieron reír mucho. Les aviso que voy a seguir hablando de Córdoba".
Motosierra triunfal
"Yo gané, yo gané el debate", afirmó sin matices Javier Milei consultado por su balance. A la salida del Centro de Convenciones Forum se mostró exultante. "Estaban aterrados", dijo en referencia a sus contrincantes. Los acusó de buscar "bloquearlo" exclusivamente a él. Volvió a ser un Milei mucho más altisonante que el que se vio durante el debate. Pragmático, apuntó al mal desempeño de Bullrich y predijo: "El debate mostró que el balotaje va a ser entre Massa y yo".
En el debate no fue puesto en la faena de tener que explicar cómo va a dolarizar o a implementar los vouchers en las escuelas, que La Libertad Avanza venía poniendo y sacando de la agenda —"no son para implementar enseguida", había dicho, por ejemplo, Ramiro Marra—. Igual volvió a esgrimirlo en una entrevista con Alejandro Fantino: "Se manejarán por oferta y demanda, la competencia genera mejores resultados".
Con Villarruel como asesora para el debate, el tema con el que irrumpió de manera más estruendosa, directo al ataque, fue derechos humanos. Básicamente usó ese bloque para negar el terrorismo de Estado. Fue más abiertamente brutal que la propia Villarruel, que mantiene el mismo discurso pero siempre evitó afirmaciones expresas de este tipo. En cambio, Milei se despachó con "no fueron 30.000", "fue una guerra", "hubo excesos", expresiones de un calibre que no se escuchaba en la arena pública desde las palabras de defensa de los propios genocidas. Fue una novedad de su campaña: salir a atacar el consenso democrático básico.