La masculinización de la industria minera es un problema global y Argentina muestra estándares en esa línea: el 13 por ciento de los puestos de trabajo generados por el sector lo ocupan mujeres, según muestra un documento reciente del centro de investigaciones Fundar. Si bien, “la minería es una actividad en la que las mujeres participan poco, cuando logran ingresar constituye una alternativa para acceder a un empleo de calidad”, sostiene el informe.
“En Argentina, el sector minero metalífero y de litio es un importante generador de divisas, posee la menor tasa de empleo no registrado de la economía y los salarios más altos (junto a petróleo y gas). Hoy en día genera más de 14.000 puestos de trabajo, de los cuales las mujeres explican solo el 13 por ciento” comienza dilucidando la investigación realizada por Juan Martín Argoitia, Tamar Finzi Warszawski, María de las Nieves Puglia y Micaela Fernández Erlauer.
Pero “la masculinización de la industria minera es un problema global. Argentina supera a Perú (7 por ciento), se acerca al de Colombia (13 por ciento), pero dista de la situación en Chile (17 por ciento) y otras geografías mineras como Sudáfrica (17), Australia (18), Canadá (19) o Suecia (25 por ciento)”, afirma el documento. En Argentina, “si la participación femenina crece como hizo en los últimos cuatro años, deberíamos esperar al menos 15 años para que las mujeres lleguen a componer el 30 por ciento de la fuerza laboral”, estiman.
Por otro lado, la masculinización es mayor en el caso de la minería metalífera respecto del litio. La investigación de Fundar enseña que en el primer sector “se emplea una mujer cada diez varones, mientras dos de cada diez intervienen en el proceso productivo litífero”. La diversidad se da también de manera horizontal, entre funciones: “las mujeres se concentran en puestos de calificación media (67 por ciento), mientras la mitad de las trabajadoras (49 por ciento) son administrativas y se destacan por su ausencia en roles operativos específicos y entre oficiales”.
Capacidades
Conocer las vivencias de operarias mujeres y profesionales arroja pistas para entender los obstáculos que dificultan su entrada y permanencia en el sector, lo cual resulta relevante para el diseño de políticas públicas que busquen ampliar las opciones laborales de las mujeres.
Respecto de las habilidades valoradas y requeridas para su ingreso, se advierte que la fuerza utilizada puede ser menor gracias al desarrollo de nuevos equipos y también a la consolidación de una minería sustentable y con responsabilidad social empresaria. Por otro lado, la capacitación tiende a ser más exigente en el caso de las mujeres, pues cuentan con menos experiencia laboral.
En cuanto a la permanencia, “el trabajo en las minas no se detiene nunca: opera durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Trabajadores y trabajadoras laboran (y viven) en las instalaciones durante una serie consecutiva de días y, por relevo, descansan otra serie de días corridos en sus lugares de residencia habituales”, advierten en el informe. Sin embargo “durante las semanas en terreno, las trabajadoras no se desligan de las tareas domésticas y de cuidados y esa tensión se resuelve en algunos casos con la interrupción de la trayectoria laboral", sostienen desde Fundar. Los autores reconocen que si bien el ambiente es menos hostil que años atrás, todavía “imperan códigos de homosociabilidad” que alejan a las mujeres de esos espacios o hacen que “muchas mujeres “camuflen” su feminidad.