La cartelera de los cines argentinos ya no goza de la diversidad que supo tener. Nada nuevo bajo el sol: a medida que las superproducciones de Hollywood se volvieron más grandes y con ello más caras, la lógica del negocio de la exhibición impuso lanzamientos simultáneos en centenares de salas para que los números cierren lo más rápido posible. Ante un escenario que obtura la posibilidad de que puedan verse producciones ajenas a los modelos narrativos más comerciales, la 19º edición del Encuentro de Cine Europeo en Argentina –que comenzará este jueves 5 en el Cinépolis Recoleta- asoma como una de las pocas oportunidades de radiografiar las inquietudes artísticas y temáticas de los realizadores del Viejo Continente, a través de la proyección de 19 películas provenientes de 18 países de la Unión Europea.
El Encuentro es como el Rally Dakar o las viejas carreras de Turismo Carretera: se desarrolla por etapas que van recorriendo distintos puntos del país a lo largo de un mes y medio. El inicio en Recoleta se prolongará hasta el 11 de octubre, con entradas a 2200 pesos. ¿Que es un valor un tanto salado para esta época de bolsillos lánguidos? A no preocuparse, porque el tour porteño continuará el 19, 20 y 21 de octubre El Cultural San Martín (Paraná y Sarmiento) y el 19 y el 20 en la Alianza Francesa (Avenida Córdoba 946), en este caso con tickets gratuitos hasta agotar la capacidad de las salas.
A partir de allí, y hasta mediados de noviembre, el ciclo viajará por once ciudades de todo el país: Ushuaia y San Juan (ambas 23 al 28/10), Mendoza (24 al 29/10), San Miguel de Tucumán (28 al 31/10), Vicente López (25/10 al 2/11), Rosario (26/10 al 5/11), Neuquén (1° al 10/11), General Pico (2 al 5/11), Córdoba (6 al 13/11) y Morón y la localidad cordobesa de San Francisco (ambas del 9 al 11/11). Se recomienda chequear sedes, horarios y programación de cada parada en la página web, así como también la nómina de películas disponibles para ver online entre el 12 de octubre y el 12 de noviembre.
El cine y su contexto
Basta con hojear la sección internacional de cualquier portal periodístico para comprobar que Europa está viviendo tiempos álgidos, tironeada entre los problemas migratorios y la guerra entre Rusia y Ucrania. De allí que el lema del Encuentro de este año sea “Unidos en la diversidad” y que la propuesta de la programación sea “recorrer distintas miradas que profundicen en la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, la justicia y los derechos humanos”, según reza la información de prensa.
¿Cómo dialoga esta coyuntura con la programación? Responde la productora del Encuentro, Marcela Barceló: “La agitación política que sacude a Europa va dejando una huella en la creación artística. En tiempos de incertidumbre y cambios sociales, los artistas a menudo encuentran inspiración en los acontecimientos que los rodean. Las películas reflejan las tensiones, los desafíos y las aspiraciones de la sociedad. Además, son capaces de capturar las emociones humanas ofreciendo perspectivas únicas y provocativas que pueden catalizar conversaciones importantes para promover el diálogo y el acercamiento intercultural a través de la pantalla”.
Por si fuera poco, la Argentina celebra 40 años interrumpidos de democracia, por lo que uno de los objetivos de esta edición es “tratar la temática de los valores de la Unión Europea, que son de la UE, pero también son universales y forman el piso común sobre el cual los estados miembros mantienen un consenso inquebrantable que los mantiene unidos”. El resultado es una programación que atraviesa temas como la libertad, la democracia, la igualdad, la justicia y los derechos humanos “de forma muy variada”, adelanta Barceló, quien señala a la lituana El salto y la alemana Rabiye Kurnaz contra George W. Bush como dos películas centradas en “hechos históricos que marcaron las relaciones diplomáticas entre países”.
Dirigido por Giedre Zickyte, El salto es un documental que recupera lo ocurrido con Simas Kudirka, un marinero de origen lituano y aspirante a desertor que saltó de su barco soviético a un buque de la guardia costera estadounidense para solicitar asilo, generando uno de los tantos puntos álgidos de la Guerra Fría. En el caso de Rabiye Kurnaz contra George W. Bush, el realizador alemán Andreas Dresen recrea desde la ficción la historia de un turco nacido y criado en Alemania detenido durante un control rutinario en Pakistán en 2001. Ese fue el paso previo a una estadía en la prisión Guantánamo que su madre, acompañada por un abogado especialista en derechos humanos, intentó interrumpir con tal fiereza que llegó hasta el Tribunal Supremo de Estados Unidos.
La productora señala a la finlandesa Any Day Now, la francesa La Traversée y la griega Pari como películas que “muestran cómo la carencia de estos valores de los que hablábamos repercute en la vida de las personas y las familias, creando un mundo desigual e injusto”. La primera de ellas, a cargo de Hamy Ramezan, se centra un chico iraní que vive junto a sus padres en un centro de refugiados en Finlandia y reciben una respuesta negativa a su solicitud de asilo, por lo que intentarán seguir con la vida cotidiana a pesar del peligro inminente de la deportación. También de Irán es el protagonista de Pari, quien estudia en Grecia y debe recibir a sus padres en el aeropuerto. Ante su ausencia, ellos harán lo que esté a su alcance para encontrarlo. Por su parte, la producción francesa animada, dirigida por Florence Miailhe, sigue a dos jóvenes que se exilian de su país en busca de nuevos horizontes, para lo cual deberán cruzar un continente asolado por la caza de migrantes.
La irlandesa Young Plato, de Neasa Ní Chianáin y Declan McGrath “muestra el trabajo desde la educación en niños para devolver la esperanza a una comunidad maltratada”, en palabras de Barceló, mediante una escuela primaria en las urbanizaciones de Ardoyne Belfast que invoca la sabiduría de los antiguos filósofos griegos para luchar contra la pobreza, los traficantes de drogas y el IRA. En películas como la danesa Miss Viborg o la croata Murina, afirma la productora, se ve “cómo la complejidad del mundo actual en el que vivimos repercute en las historias individuales”. La primera, que tiene a Marianne Blicher en la silla plegable, lo hace a través del registro de la improbable amistad de una mujer de 61 años y una de 17; mientras que la segunda, dirigida por Antoneta Alamat Kusijanovic, muestra el aumento de las tensiones entre una adolescente y su padre opresivo cuando un viejo amigo de la familia llega a su hogar en una isla croata.