Un centenar de argentinas que tuvieron o tienen implantes mamarios PIP se sumaron este miércoles en la megacausa que tramita en la justicia francesa para reclamar una indemnización, a casi una década de la primera sentencia que reconoció a las víctimas su derecho a cobrar un resarcimiento por el daño que pudieran haberle provocado. El escándalo mundial estalló al comprobarse que habían sido rellenadas con una silicona industrial no autorizada para uso médico, tenían una tasa de ruptura varias veces superior a la de otras marcas y podían provocar problemas graves de salud.
Se estima que entre 15 mil y 20 mil argentinas entre 2002 y 2011 fueron operadas con las prótesis fabricadas por el laboratorio francés Poly Implant Prothèse (PIP). Hasta ahora un millar se presentó en la megacausa junto a mujeres de distintos países, contó a este diario la abogada Déborah Gignoli Roilette, del estudio DGR, especializado en derecho comercial internacional que representa a cientos de víctimas de varias nacionalidades. Las demandantes, de diferentes nacionalidades, serían más de 30 mil.
Para reclamar una indemnización se requiere tener los “stickers” que identifican la partida de los implantes y que los médicos suelen entregarle a sus pacientes luego de intervenirlas quirúrgicamente, explicó Gignoli Roilette, que presenta a las damnificadas argentinas. El juicio lo lleva el Tribunal de Comercio de Toulon, en el sur de Francia. La abogada aclaró que una vez que ingresan en la causa pueden recibir, en una primera etapa, una indemnización provisoria de 3000 euros (y que descontando los honorarios de la letrada podría alcanzar los 1800 euros). Después hay una segunda instancia, en la que dos peritos asignados por el tribunal evalúan el daño causado –físico, moral, psicológico—y para eso se deben presentar estudios médicos que los certifiquen. En ese caso, la reparación económica podría ascender a entre 10.000 y 40.000 euros pero el proceso es lento. De hecho, todavía ninguna argentina logró llegar a esa instancia, ni siquiera las que se presentaron en la primera etapa del juicio, en 2014.
Gignoli indicó que hay tiempo hasta enero para sumarse a esta nueva apertura del juicio.
“Desde que supe las noticias sobre las PIP tengo miedo por lo que me pueda pasar”, dijo a Página/12 Verónica Dávila, gastronómica, de 57 años, que vive en Villa María, Córdoba. Se hizo una cirugía de aumento mamario en 2007 y le colocaron las prótesis PIP. Como muchas otras mujeres elegían esas “porque eran francesas” y ese origen les daba la idea de seguridad. Desde entonces Dávila las lleva en su cuerpo. “Mi médico me recomendó hacerme estudios periódicos: me los hago cada seis meses, ya sea una mamografía o una tomografía, para ver el estado de los implantes. En los últimos se ve que han perdido su forma. Pero ahora no tengo dinero para cambiármelas. Como pasaron 16 años perdí los stickers que las identifican y que se exigen para la presentación en el juicio. Necesito sacármelas y no tengo dinero para comprar otras prótesis ni pagar la operación”, contó a este diario.
“Vivo con los ganglios derechos de la axila inflamados”
Las prótesis PIP fueron prohibidas en la Argentina por la ANMAT en 2010, siguiendo la decisión de su par de Francia, luego de que se detectaran sus fallas.
La mayoría de las damnificadas se operó entre 2002 y 2011.
“Siento que tengo una bomba de tiempo en mi cuerpo”, contó Bárbara de Amonarraiz, de 63 años, de Monte Hermoso, provincia de Buenos Aires. A ella se las colocaron en 2007. “Tenían un packaging importante, en terciopelo color azul. La prótesis era como un brillante en la caja”, recordó. Cuenta que tuvo infecciones recurrentes, seromas, las mamas duras, afiebradas. “Te empieza a supurar por el pezón un agua amarronada engomada. Se busca una vía para drenar y sacarlo, pero eso se vuelve a repetir. Te tienen que dar un antibiótico. Yo estuve años con antibióticos”, apuntó en diálogo con este diario. Finalmente, el cirujano que la había operado se las cambió por otras pero ella tuvo que costear la cirugía y las nuevas prótesis. Y no sabe que secuelas pueden causarle. Además, dice, tuvo problemas con el resultado de la cirugía, especialmente con las cicatrices que le quedaron. En 2018 cobró una indemnización provisoria pero todavía espera poder recibir una reparación económica por los daños que sufrió.
María Laura Román vive en Rosario, tiene 53 años y es profesora de inglés. También se operó y se puso las prótesis de aumento mamario PIP en 2007. “Pensé que me estaban poniendo las mejores”, contó a este diario. En 2012 en un control mamario le descubrieron que el implante derecho se había roto. Se los cambió pero la silicona industrial que contenían le migró y se le formó un “siliconoma” en la axila derecha. “Vivo con los ganglios derechos de la axila inflamados. A veces se me duerme el brazo derecho. Y si hago esfuerzo con el brazo siento dolor. Vivo con esta preocupación. No sé qué me puede pasar. Especialmente me preocupa porque soy madre sola y tengo un hijo de 11 años”, contó a este diario. Ella entró en la megacausa francesa en 2017. Cobró una indemnización provisoria y espera poder recibir un resarcimiento acorde con la estafa que ella y miles de mujeres sufrieron. “Cada 6 meses me hago estudios de las axilas”, precisa. Está en contacto con otras mujeres damnificadas por las prótesis PIP. “Algunas tienen muchos problemas de salud. Yo tengo prótesis nuevas, pero vivo con miedo”, dijo. Para reemplazar los implantes defectuosos, le cobraron solo el material y el anestesista. "Yo pude, la mayoría no puede pagar otra operación", señala.
La abogada Gignoli Roilette destacó que el tribunal francés tiene asignado a esta magacausa apenas dos peritos para analizar los miles de casos –de distintos países—que forman parte de la demanda.
Rellenos con silicona industrial
El escándalo estalló en 2009 cuando la Agencia Francesa de Seguridad de los Productos Sanitarios (Afssaps) -la Anmat de Francia- constató un aumento anormal del número de roturas prematuras en estas prótesis.
Un año después, las autoridades sanitarias francesas suspendieron la comercialización, distribución, exportación y uso de los implantes mamarios PIP tras comprobar que desde 2001 la firma venía rellenando sus productos con un gel distinto al declarado: en vez de silicona de uso médico habían empleado una de uso industrial 90% más barata pero no apta para humanos.
Para entonces, PIP había vendido alrededor de un millón de estos implantes defectuosos alrededor del mundo y unos 500 mil de ellos ya estaban dentro de cuerpos femeninos.
Sin embargo esas prótesis defectuosas habían pasado con éxito el control de calidad de la empresa certificadora alemana TÜV Rheinland que, después se demostraría, tuvo comportamiento negligente. Por eso, la demanda no es contra el laboratorio que las fabricaba, --dado que se declaró en quiebra y su dueño murió--, sino contra TÜV Rheinland.
La historia de la causa judicial
El primer fallo de la justicia francesa reconociendo a las usuarias de estos implantes su condición de víctimas y su derecho a reparación, se produjo el 14 de noviembre de 2013 cuando un tribunal condenó a la certificadora TÜV por los daños físicos y psicológicos causados a 1.500 mujeres concediéndole a cada una indemnización provisional de 3.000 euros, al tiempo que abrió la posibilidad de que las afectadas en el extranjero también pudieran reclamar.
Un mes después, un tribunal penal de Marsella condenó al dueño de PIP -Jean Claude Mas- y a cuatro directivos de la firma a penas de prisión de hasta 4 años por “fraude y engaño agravado” y ordenó el pago de una indemnización a las víctimas.
En mayo de 2023 la Corte de Casación francesa –el máximo tribunal del país- confirmó definitivamente la responsabilidad de TÜV y ordenó pericias judiciales para determinar el monto definitivo de las indemnizaciones individuales.
“Es un juicio de muchos años en el que de a poco fuimos viendo cómo se abrió un camino para las víctimas”, dijo Gignoli Roilette.
Hasta ahora 30 mil mujeres cobraron la indemnización provisoria y sólo un puñado recibió la definitiva por montos que van entre los 8.000 y 40.000 euros.
Los médicos recomiendan la extracción preventiva de los implantes PIP en vista de la frecuencia y la precocidad de los efectos adversos observados en los portadores de implantes, que pueden afectar ganglios linfáticos, pulmones, riñones y otros órganos.