Escribir es como rezar”, dice Jon Fosse, novelista, dramaturgo, poeta y ensayista noruego ganador del Premio Nobel de Literatura 2023 “por su prosa innovadora y por dar voz a lo que no se puede decir”. Su obra teatral, traducida a más de 40 idiomas y representada en escenarios de todo el mundo, ha sido comparada con la de Henrik Ibsen y Samuel Beckett. En Argentina, Daniel Veronese estrenó en 2008 por primera vez una pieza del dramaturgo noruego, La noche canta sus canciones; el mismo año Martín Tufró presentó El hijo. Después llegarían El nombre, con dirección de Analía Fedra García; Winter, dirigida por Fernanda Caride y Un día de verano, con montaje de Alfredo Staffolani. 

“El nuevo Ibsen”, como lo suelen llamar, llegó al país a través de su dramaturgia. La editorial Colihue en su colección de teatro publicó en 2010 La noche canta sus canciones y otras obras teatrales, un volumen que reúne seis de las piezas más destacadas del noruego, con edición y prólogo de Jorge Dubatti.

A los 64 años, Fosse –que comparte el mismo apellido con el director de Cabaret- dejó de ser el eterno aspirante al Premio Nobel de Literatura. La editorial española De Conatus publicó Trilogía, un volumen que reúne tres breves novelas en las que el noruego, devoto de Federico García Lorca, relata con maestría y simplicidad una trágica historia de amor en la Noruega rural. Asle -el protagonista de Septología, publicada en cuatro tomos también por De Conatus entre 2019 y 2021, con traducción de Cristina Gómez Baggethun- es un un pintor viudo que hace tiempo dejó el alcohol y vive solo en una casa próxima a la costa, desde la que se ve el mar, en un lugar llamado Dylgja. El pintor viudo relaciona con su vecino Asleik, que es pescador, y con otro pintor llamado igual que él, que es alcohólico y vive con la única compañía de su perro Brage. El reparto narrativo se completa con Beyer, el galerista que le dedica todos los años una exposición justo antes de Navidad porque es entonces cuando mejor vende sus cuadros.

La escritora y traductora española Pilar Adón define la Septología de Fosse como “una novela circular y por lo tanto hipnótica. Una obra total, libre de obstáculos y de frenos, en la que la escritura se curva, se dobla, se arquea, provocando en el lector una extraña energía, un estado de fascinación por los temas, los paisajes, el frío previo a la Navidad, los cuadros, las casas, las carreteras… Con una forma lenta de literatura que se expande en una única oración y que mantiene el ritmo del rezo. Una oración continua, permanente, que genera una especie de trance ascendente, sin sobresaltos”, plantea Adón sobre la obra del Nobel de Literatura, cuya primera novela de título stendhaliano Raudt, svart ("Rojo, negro"), editada en 1983, no está disponible en castellano.

Su último libro en castellano está saliendo a la venta en España en coincidencia con el Nobel de Literatura: la novela Mañana y tarde, coeditada por Nórdica y De Conatus, con traducción de Cristina Gómez Baggethun y Kirsti Baggethun. “Nace un niño que se llamará Johannes. Muere un anciano llamado Johannes. Entre estos dos puntos, Jon Fosse nos da los detalles de toda una vida, condensados con gran belleza. Comenzando con los pensamientos del padre de Johannes cuando su esposa se pone de parto, y terminando con los propios pensamientos de Johannes cuando se embarca en un día de su vida en el que todo es exactamente igual, pero totalmente diferente, Mañana y tarde es una obra sobre el hermoso sueño de nuestras vidas. Los momentos a lo largo de la novela son sencillos y cotidianos, pero la prosa rítmica de Fosse guía hábilmente a los lectores a través del pasado y el presente”, explican los editores de la novela.

Fosse (Haugesund, 1959) decidió hacer de la escritura su medio de vida desde muy joven. Más de una vez ha reconocido que le disgustaba formar parte de la sociedad; que quería vivir su propia vida en una especie de soledad, de aislamiento. Tocó la guitarra y el violín, además de hacer letras para canciones en la adolescencia. Pronto descubrió que no servía para la música y escribió una primera novela épica “muy mala”, según sus palabras. A los 20 años llegó Raudt, svart (Rojo, negro) y se convirtió en escritor. “Puede que lleve a la página mi bagaje de mal músico. Para mí escribir es escuchar, es un acto más musical que intelectual. En un texto la forma debe ser extremadamente exacta, cada coma, cada cambio está medido para que al leer puedas sentir las olas, un latido, y el cambio de ritmo según avanza la trama. Esta unidad entre forma y contenido es necesaria. Con la escritura ocurre igual que con un ser humano: no se puede separar el alma del cuerpo, un cadáver no es una persona”, argumentaba Fosse en una entrevista con El País de España en junio de 2019.

No sabe por qué su teatro resulta tan atractivo como representado. Pero se dio cuenta al escribir sus obras que podía usar el silencio, las pausas, lo que está entre las palabras. “A veces pienso que, como una melodía, lo que escribo se puede cantar en muchos idiomas”, afirmó el dramaturgo noruego, ganador del Premio Ibsen, el Premio Brague y el Premio de la Crítica Noruega, entre otros. Su primera pieza teatral, Alguien vendrá, fue una respuesta a Esperando a Godot, de Beckett, un autor que lo influyó mucho, pero al que ha tratado de convertir en la figura de un padre ante quien rebelarse. Aunque no sabe español, adaptó Bodas de Sangre y La casa de Bernarda Alba usando diccionarios en distintos idiomas. “Hay un sonido muy particular en su obra y yo traté de capturar la poesía y el ritmo claro de su escritura. Lorca escribe una música literaria parecida a la que yo trato de plasmar”, comparó Fosse.

Durante muchos años estuvo próximo a los cuáqueros, pero cuando dejó de beber se convirtió al catolicismo. “Nunca he podido escribir cuando bebía porque me volvía sentimental, perdía la precisión, la agudeza, el foco, la claridad; incluso con una pequeña cantidad de alcohol mi escritura se volvía pésima”, admitió el novelista y dramaturgo que se siente cercano a los escritos del maestro Eckhart (1260-1328) dominico alemán, teólogo y filósofo. En Tiene que llover, quinto tomo de Mi Lucha, de Karl Ove Knausgard, aparece el flamante Premio Nobel de Literatura. El inexperto Karl Ove es aceptado en un taller literario en Bergen. Fosse, diez años mayor, es uno de los dos profesores y le corrige el primer poema. “La primera línea es un tópico, la puedes quitar. También lo es la segunda línea. Y la tercera y la cuarta. El único valor que tiene este poema”, dijo después de haber rechazado cada línea “es la expresión un cielo widescreen (a toda pantalla). Consérvala y quita el resto”.

Knausgard, que admira a Fosse -aunque la obra del dramaturgo y novelista está en las antípodas de la exposición de la vida privada del autor de Mi lucha- escribió: “Los textos de Fosse apenas contienen una idea, ni una pizca de provocación, lo contemporáneo se suaviza o se evita por completo, y aunque su obra a menudo se acerca a la muerte y explora una especie de zona cero existencial, nunca resulta desilusionada y ciertamente no es misantrópica, sino llena de esperanza. La oscuridad de Fosse es siempre luminosa”.

“Escribir tiene mucho más que ver con desaparecer como persona que con ser visible como persona. Busco escapar de mí mismo más que expresarme", confesó el ganador del Premio Nobel de Literatura. "Quizá la buena literatura tenga algo que ver con aprender a morir”. 

La forma humana de habitar el mundo

Por Jorge Dubatti *

La potencia de Jon Fosse radica en el expresionismo: en su dramaturgia compone cartografías subjetivas que objetivan con sus intensidades escénicas, con ferocidad, sin complacencias, la forma humana de habitar y construir el mundo, más allá de la superficie del realismo. Su poética es una objetivacion escénica de los paisajes de la subjetividad. Por eso se afirma que si Ibsen hoy viviese, escribiría como Fosse, asumiendo el legado del siglo XX, especialmente el legado beckettiano. Por la vía del expresionismo se emparenta con el sueco August Strindberg. En 2011 tuve la dicha de trabajar con Fosse para una colección de Teatro y la traductora Clelia Chamatropulos en el armado de un volumen con sus textos: eligió La noche canta sus canciones (que estaba haciendo Daniel Veronese) y sumó Y nunca nos separarán, El niño, Variaciones sobre la muerte, Mientras las luces se atenúan y todo se oscurece y Un día en el verano. Es gran merecedor del Nobel, que vuelve a recaer en un dramaturgo, y si bien se lo ha estrenado en la Argentina merece ser más conocido.

* Crítico e historiador teatral.