CATÁLOGO PARA UNA FAMILIA 7 puntos

(Argentina, 2023)

Dirección y guion: Iair Michel Attías.

Duración: 84 minutos.

Estreno en Malba Cine (viernes a las 20 horas) y, a partir del jueves 12, en el Cine Gaumont.

El documental autobiográfico o familiar es uno de los terrenos más fértiles del cine de lo real, y pueden contarse por decenas las producciones de todo el mundo que, año tras año, se acercan a relatos de ese estilo, con mayor o menor creatividad e inteligencia. La ópera prima como realizador del reconocido montajista argentino Iair Michel Attías forma parte de ese pelotón de documentales que revisan el pasado de un familiar directo de quien filma y firma, pero al mismo tiempo escapa de las trampas agazapadas en muchos de esos films: el ombliguismo y la endogamia. En principio, Michel Attias (el doble apellido tiene, y mucho, que ver con la historia que se relata) nunca conoció a su abuelo paterno, Jorge Michel, quien durante las últimas décadas de su vida se transformó en un prolífico escultor modernista conocido en el mundillo del arte (llegó a exponer en el Met neoyorquino) pero hoy bastante olvidado. La “transformación” no es menor ya que, como se afirma durante los primeros minutos de Catálogo para una familia, antes de eso Jorge Michel fue escritor, guionista, publicista, marinero y varias cosas más.

Tal vez la de aventurero bohemio sea la expresión más adecuada para describir a aquel hombre que, por cuestiones personales que el realizador va detallando con el correr de los minutos, decidió apartarse de una rama de la familia, la del padre del director (Michel fue pareja durante muchos años, hasta su muerte, de la pintora Josefina Robirosa). Michel Attias parte de un puñado de viejas fotografías del artista en acción y va construyendo pacientemente la narración como si se tratara de un detective, entrevistando a propios y ajenos en busca de una descripción certera de ese enigma con nombre propio, el mismo que comparte en su apellido compuesto. Se trata, el menos en parte, de una búsqueda de su identidad, y allí Catálogo para una familia cumple con las reglas tácitas del “género”, pero a su vez el guion adopta las características del documental como retrato y homenaje a un artista, aunque en este caso se trate más de seguir pistas y unir cabos sueltos para intentar erigir un semblante lo más acertado posible.

El resultado es, en líneas generales, fascinante. La figura de Jorge Michel lo es; también el retrato de una época, los años '60, y su explosión de creatividad. La última media hora del largometraje está dedicada a iluminar el estado del acervo artístico de Michel, comenzando por la ubicación de las piezas, “perdidas” luego de su muerte, desperdigadas en varios países. Algunas de ellas todavía están en la Argentina, y Michel Attias le dedica una serie de planos a un grupo de chicos jugando entre los vericuetos de un gran banco de madera con las marcas discernibles de su autor en cada muesca del tallado. Hay algo de arqueología en la película, una arqueología íntima, destinada a desenterrar lazos familiares y vínculos afectivos, y otra más concreta, que requiere del esfuerzo investigativo, la pesquisa en museos, el desembalaje de obras de gran porte que viven en la oscuridad de los depósitos desde hace muchos años. En ese cruce entre lo personal y lo público, lo material y lo inasible, el registro en tiempo presente y el material de archivo, Catálogo para una familia se impone como un notable exponente del documental en primera persona entendido como fragmento de un universo vasto.