El volante de Boca Juniors Ezequiel Fernández, una de las figuras de la clasificación a la final de la Copa Libertadores para jugar ante Fluminense, dijo que "se sabe lo grande que es Boca y la gloria que tiene".
"Creo que dejamos la vida y se dio ante un rival muy difícil. Cumplimos y le dimos una alegría a la gente. Fue un partido muy difícil, y encima jugamos gran parte con un futbolista menos por la expulsión de Marcos Rojo. Sabemos lo grande que somos y la gloria que tenemos", comento el joven que volvió este año de su préstamo en Tigre.
"Ahora hay que estar tranquilos y pensar en el campeonato. Sé que viene Fluminense y en el Maracaná. Es un sueño", cerró el juvenil de 21 años.
Por su parte, las manos de Sergio Romero brillaron de nuevo en San Pablo, nueve años después de haber clasificado a la Argentina a la final del Mundial 2014 por penales ante Holanda. El arquero de Boca llevó a su equipo a otra final, esta vez a la Libertadores 2023 hacia un mismo destino, el estadio Maracaná.
El jugador tuvo cuatro salvadas milagrosas durante el partido, y dos penales atajados le dieron el status de nuevo mito del pueblo boquense, pero también para su cosecha personal, puede decirse, es uno de los héroes de San Pablo.
Si en 2014 Javier Mascherano le pidió convertirse en héroe, Romero repitió la fórmula ante Raphael Veiga y Gustavo Gómez. Ningún local quería llegar a los penales por el derrotero de Romero, todo un verdugo para los pateadores en esta Libertadores.
El ex Manchester United enmudeció al los 40 mil hinchas de Palmeiras, así como había enmudecido a los brasileños y holandeses en el estadio Itaquera, en 2014, cuando Lionel Messi llegaba a su primera final mundialista.
La fiesta en el césped sintético mojado del Allianz Parque fue toda de Boca. Unos dos mil simpatizantes se quedaron en la madrugada paulista, bajo una brisa y un rocío que bajaron la temperatura pero que no impidieron que el calor se lo llevara Boca Juniors.
La madrugada del viernes en San Pablo comenzó con la melodía del vals "Desde el alma", cantado por los hinchas de Boca, únicas voces en la silenciosa retirada de los derrotados.