Dicen que la mística no existe pero, evidentemente, que la hay la hay. Boca jugará por duodécima vez una final de Copa Libertadores y, esta vez, sin ganar ni un partido de eliminación directa, invitando al chiste que se repetirá infinidad de veces hasta el partido del sábado 4 de noviembre en el Maracaná contra Fluminense: "A un empate de la séptima".
El equipo de Almirón profundizó al máximo esto de la mística (o chapa) copera al atravesar tres instancias por penales y la posibilidad de ser campeón sin ganar un partido ya se convirtió en casi que una cuestión de interés científico ante la falta de precedentes. Pero, ¿cómo se explica este presente de Boca hasta hace poco inimaginable? ¿Hay algún argumento más que su súper arquero? Difícil, pero vaya aquí un punteo de virtudes xeneizes a lo largo de este proceso.
El efecto Sebastián Villa
Apenas cuatro meses atrás, Boca le prendía velitas por última vez a la fórmula que lo obnubiló durante mucho tiempo: pelotazo a Sebastián Villa y a ver qué pasa. El 1º de junio fue el último partido del colombiano (derrota 1 a 0 con Arsenal en Sarandí) y su apartamiento tras la condena por violencia de género -juicio en puerta por abuso sexual- le terminó facilitando las cosas al equipo. La velocidad del wing era demasiada tentación tanto para técnicos como compañeros y el estilo de juego xeneize se la pasó estancado en esa vía que habitualmente terminaba con alguna mala definición (apenas 0,16 goles por partido). Tampoco puede decirse que la cosa mejoró demasiado en cuanto a funcionamiento -de ser así no se explicaría la marca actual de un triunfo en los últimos 11 encuentros- pero vaya que soplan otros vientos por la Ribera.
La ausencia de Villa no sólo le abrió las puertas de la banda izquierda al Colo Barco sino que también se tradujo en resultados. Boca ya había dado señales de un posible buen vivir sin el colombiano entre septiembre y octubre de 2022, cuando tuvo licencia una vez conocida la denuncia de su expareja: el equipo sumó entonces 8 triunfos y un empate sin él. A su vuelta, fueron 30 partidos con el wing en cancha: 12 ganados, 6 empatados, 12 perdidos (40% de derrotas). El 1 a 1 ante Palmeiras fue el 25º partido de Boca post Villa, quien jugó los primeros cuatro de fase de grupos (incluso metió un gol), y el equipo no sólo está en la final de la Copa sino que apenas perdió 5 (20%) en ese lapso (10 triunfos y 10 empates).
A Boca también le vino bien soltar otros nombres que ya habían cumplido su ciclo, haya sido bueno o malo. Roncaglia, Benedetto y Ramírez pasaron al banco; Óscar Romero, Orsini, Vázquez o Rolón cambiaron de camiseta y hasta la venta de Varela al Porto le sirvió para la estabilización en el medio de los Fernández (Pol y Equi) junto a Medina.
El gran acierto de Almirón
Si Almirón fuese un candidato presidencial, sus asesores le dirían que inmediatamente deje de hacer las modificaciones que viene realizando durante los partidos. Pero bueno, no es el caso. El DT seguramente haya cambiado este jueves los murmullos que generó sacando a Barco en la ida en La Bombonera, por insultos lisos y llanos de hinchas frente al televisor una vez se enteraron que el Colorado iba otra vez al banco. El récord de Almirón es el más flojo de los cuatro técnicos de la era Riquelme (sin contar al interino Herrón), pero está en una final de Libertadores y todo lo demás queda bajo la alfombra.
Efectividad de puntos: 62% Ibarra (36 partidos), 60% Battaglia (57), 58% Russo (62), 53% Almirón (37).
Números van, números vienen, lo cierto (y quizá más importante) es que Almirón sólo tardó un partido en hacer lo que ahora parece obvio: darle la oportunidad a quien es la gran figura de camiseta azul y amarillo -porque Romero viste de rosa, verde o naranja-, Valentín Barco. Horas antes del debut con Monagas en esta Copa, el zurdo estuvo jugando en la Reserva, como todo el año hasta la llegada de Almirón. Pasó la presentación del DT con San Lorenzo (0-1) y Barco ya era titular al partido siguiente (0-1 con Estudiantes). Al rato fue clave en el agónico 2 a 1 sobre Deportivo Pereira de la segunda fecha y no salió del equipo (6 partidos) hasta que se fue al Mundial Sub 20. A su regreso se "reconvirtió" en volante o extremo izquierdo, como la situación demandase.
Almirón acertó a lo grande con el Colorado pero ahora le falta dar un pasito más y controlar su manía por sacarlo la última media hora de juego, cuando muchas veces Boca más necesita su calma y temperamento para pedir y cuidar la pelota. En lo que va de año sólo completó seis partidos de los 22 que jugó.
El gran acierto de Riquelme
Chiquito Romero lo es casi todo para el equipo de Almirón y, aunque parezca mentira, hasta hace no tanto miraba desde el banco cómo el Mundo Boca se desvelaba por otro arquero. Cuando todos pedían por la continuidad de Agustín Rossi mientras libraba una larga batalla para quedar libre (hoy en Flamengo), Riquelme se la jugó por el exarquero de la Selección, tanto en los escritorios como discursivamente. Un pleno del enganche devenido dirigente.
Cuando La Bombonera se "dio cuenta"
Era apenas el segundo partido de Boca en la Copa y recién el primero con Almirón en el banco, pero a los 77 minutos del choque contra Pereira, con los colombianos arriba por 1 a 0, La Bombonera habló: "Jugadores (...) A ver si se dan cuenta, que no juegan con nadie". El correctivo verbal tuvo efecto inmediato y el local, liderado futbolísticamente por un Barco que recién debutaba en el certamen, dio vuelta el partido con gritos agónicos de Advíncula -un zurdazo insólito- y Varela.
De recuerdos y récords
El camino de Boca hacia la final no pudo ser más excepcional. Ya se comentó por estas páginas que sólo un club en la historia supo ser campeón continental ganando más de dos tandas de penales, el Vélez de Carlos Bianchi en 1994 (tres tandas; final incluida). Mientras que también apenas uno fue campeón empatando seis de sus partidos de segunda fase, Once Caldas en 2004. Se ve que este Boca anda con ganas de hacer historia, porque con el 1 a 1 ante Palmeiras ya superó otra marca: llegó a 12 partidos seguidos sin ganar en eliminación directa (11 empates), superando los récords que tenían Oriente Petrolero y Nacional.
La vía xeneize del empate será excepcional, pero tiene lógica. Vale recordar que Boca inició esta Copa con un 0 a 0 ante Monagas difícil de masticar. Por entonces el DT era el interino Mariano Herrón y de aquel once inicial al de la vuelta ante Palmeiras, sólo repitieron cuatro: Romero, Figal, Fabra y Pol. Para asustar a más de un hincha xeneize, va la mención de algunos de los que jugaron esa noche en Venezuela: abajo estuvieron Roncaglia y Valdez -ambos expulsados-, en el medio se movieron Varela y Juan Ramírez, mientras que en la delantera formaron Langoni, Benedetto y Villa. Una historia que ya parece antigua.
El manejo de las "artes ocultas"
El fútbol, ambiente de creencias en lo sobrenatural si los hay... Desde los rituales de jugadores para entrar a la cancha hasta las palabras prohibidas, pasando por el "peso" de las camiseta o la "ley del ex". En este terreno, el de la mística y lo inexplicable, hay que destacar algunos aspectos del Boca actual, más allá de la chapa que viene reluciendo en los penales.
- Sus cinco goles de laterales derechos (rarezas si las hay) en una Copa donde los gritos no abundan (tres de Advíncula, dos de Weigandt).
- Que el pase del uruguayo Merentiel, gestor del gol de Cavani en San Pablo, pertenezca a... Palmeiras.
- El atrevimiento de Barco parándose sobre la pelota al final del primer tiempo, como visitante, con mucho por jugar y ante un equipo en los papeles más poderoso... Sí, suma puntos en mística.
- Que Boca, autodenominado el club más popular del país, sea el último bastión ante lo que podría convertirse en récord absoluto para Brasil, con la posibilidad de cinco títulos seguidos de Libertadores. Hasta ahora, la máxima racha es de cuatro: dos de clubes argentinos (Racing '67 y Estudiantes '68, '69 y '70; Independiente '72-'75) y dos de brasileños (Inter 2010, Santos 2011, Corinthians 2012 y Mineiro 2013; Flamengo 2019, Palmeiras 2020-2021, Flamengo 2022).
- Edinson Cavani y su icónica melena, rara avis del fútbol actual. Al fin y al cabo, meras curiosidades pero todo aporta. Y ante la falta de funcionamiento, más todavía.