“¡Ni un pibe, ni una piba menos! ¡Ni una bala más!”, fue el grito y, más que grito, el reclamo desesperado de los cientos de familiares de víctimas de la violencia policial que ayer realizaron las 3ª Marcha Nacional Contra el Gatillo Fácil, desde el Congreso hasta Plaza de Mayo, acompañados por partidos políticos, organizaciones sociales, estudiantiles y de derechos humanos. En la plaza, después del pedido de Nora Cortiñas para que dejen de matar jóvenes, madres cuyos hijos fueron asesinados por las fuerzas de seguridad leyeron un documento con críticas a todos los poderes del Estado, donde recordaron que “hay más de 5000 casos de gatillo fácil desde 1983”; pusieron el cronómetro al día: “nos matan un pibe cada 25 horas”; pidieron organizarse para evitar la impunidad que “les garantizan a los asesinos desde el poder político, los jueces y fiscales y los grandes medios de comunicación”; señalaron que el Estado no cuida a los de abajo sino que  los reprime y que “esto también sucede cada vez que nos movilizamos por algún reclamo, como estaba haciendo Santiago Maldonado”, recordaron a Julio López y advirtieron que desde la llegada de Cambiemos esas prácticas represivas se “extendieron y profundizaron”.

La cita era a las cinco de la tarde, frente al Congreso Nacional. Una hora antes, comenzaron a llegar familiares en todos los grados de parentesco, aunque el predominio era claro: madres, abuelas, hermanas y tías, todas con sus remeras blancas con la foto de sus familiares asesinados. Después sí, en menor medida, ellos, los hombres: padres, tíos, hermanos, los amigos del barrio. Quince minutos antes de las seis, a la abigarrada primera fila de mujeres que sostenían las banderas con la leyenda “No al gatillo fácil”, se sumó  Cortiñas, entre los flashes de los fotógrafos, y los abrazos y las lágrimas de los familiares. Atrás, el mar de nombres que pedían justicia desde los carteles o las remeras resultaba escalofriante: Andrés Núñez, Walter Bulacio, Alejandro Ponce, Oscar Aredes, Marcos Acuña, Nicolás Bustamante, Matías Casas, Pablo Alcorta, Florencia “la China” Cuellar, Omar Cigarán.

Tres minutos antes de las seis, con las tres banderas que ocupaban en el ancho de la calle Solís comenzó la marcha al grito de “yo sabía, yo sabía/ que a los pibes/ los mató la policía”. Adelante, arengando, iba una de las organizadores de la jornada, Emilia Vasallo, mamá de Pablo Alcorta, quien murió en 2013 tras agonizar 7 meses, después de recibir un balazo por un ex Bonaerense, Diego Tolaba, actualmente en la Policía de la Ciudad. 

Más atrás, la Correpi, El Frente de Artistas del Borda, el MST, el PO, Resistencia Popular, La Garganta Poderosa, Colectivo Contra el Gatillo Fácil La Plata, Hijos la Plata, el Movimiento Popular La Dignidad, la Liga Socialista Revolucionaria.

Las columnas avanzaron por Avenida de Mayo; enarbolaban pancartas con  rostros y nombres diferentes, pero con dos denominadores en común: la juventud de los asesinados y el pedido de justicia de sus familiares. Vasallo dijo a PáginaI12 que “marchamos para visibilizar las prácticas represivas en un contexto donde se profundizaron, donde se produjo la desaparición de Maldonado y porque las víctimas del gatillo fácil son  pibes, pibes de entre 14 y 25 años”.

Hoy, poco antes del inicio de la marcha, un gendarme en la localidad bonaerense de Rincón de Milberg mató de un balazo a un joven de 18 años que intentó asaltarlo con un cuchillo y que fue baleado cuando escapaba. 

Nacho Levy, de la organización La Poderosa, dijo que “ la avanzada de represión no es algo nuevo en los barrios, pero si antes parecían tener una luz blanca, ahora parecen tener una orden, una línea que les bajan de arriba para impartir ese miedo en el que ellos creen profundamente para atenuar los desbordes que generan las políticas públicas que generan”. Una hora después de iniciada la marcha, en la Plaza de Mayo, leyeron el documento elaborado por los familiares.