El desierto de Mojave, en California, se sacude por una, dos, tres explosiones. Unos aparatos que parecen salidos de Mad Max despiden fuego y más explosivos. Al rato, un tipo se apoya un bloque de cemento sobre el vientre y otro empieza a golpearlo con un martillo. Y enseguida, desde los barrancos erosionados surge música, pero hecha con amoladoras y metales que chocan entre sí. No, no se trata de un delirio inducido por drogas ni de una pesadilla disfrutable: eso efectivamente sucedió a mediados de los '80 y hay un registro audiovisual que lo prueba. Fue una de las performances que organizó Desolation Center, un colectivo de jóvenes punks de Los Angeles hartos de que cada show de sus bandas favoritas terminara con la policía reprimiéndolos y apresándolos. Los que hacían música salida de la ferretería eran los alemanes Einstürzende Neubauten, el músico noise Boyd Rice era quien se puso el bloque de cemento encima y las explosiones eran cortesía de Survival Research Laboratories. Y eso se puede ver en el documental Desolation Center, que se exhibirá el sábado 7 a las 19 en la Casa del Bicentenario (Riobamba 985), con entrada gratuita.
Después de la película, habrá una conversación abierta con Stuart Swezey, quien no sólo dirigió el documental sino que fue el fundador del Desolation Center. Él decidió llevar los shows fuera de los lugares habituales -el desierto, un barco que navegaba por el puerto de San Pedro, un galpón abandonado- y convocar a bandas que en los años de Reagan hicieron crecer una escena que explotó una década después con Nirvana: Sonic Youth, Minutemen, Redd Kross, Meat Puppets, Swans y Savage Republic. Y los Neubauten, que cerraron el que para Swezey fue el momento cumbre de esa experiencia. "Tener todas esas explosiones y que eso fuera el preludio para la banda para mí fue llevar las cosas a otro nivel en términos de qué clase de performance se podía hacer", asegura el cineasta y productor. "Creo que en ese momento me di cuenta de que iba a ser algo muy especial para la gente que estaba ahí y que probablemente no iba a poder ser igualado. Igual, en retrospectiva, el hecho de que nadie haya terminado lastimado o preso fue una suerte (risas)".
Swezey -quien también exhibirá su película el jueves 12 en Córdoba- trabajó varios años en televisión y produjo Better Living Through Circuitry, sobre la cultura de la electrónica EDM en Estados Unidos, "para aprender cómo se hacen los documentales". ¿Cómo fue que decidió contar su propia historia? Primero lo contactó el cineasta alemán Joerg Steineck, quien estaba haciendo un documental sobre el stoner rock (Lo Rock Desert) y había escuchado sobre el antecedente "desértico" de Desolation Center. "Cuando hablé con él, me dijo 'Esta es una historia muy grande, no puedo meterla en el documental que estoy haciendo. Quizá deberíamos hacer una película juntos sobre esto'. Yo le dije que sí, pero después me dijo que tenía demasiado trabajo y que creía que no iba a poder hacerla. En ese punto, finalmente pensé 'Quizá debería hacerla yo'. Es mi historia y creo que uno sí puede contar su propia historia sin esperar a que otro lo haga. Y una vez que empecé a investigar, comencé a entender sobre el estatus legendario que tenían estos shows. Digamos que había perdido el contacto con el modo en el que la gente los percibía tantos años después de que sucedieron".
-¿Y qué hay del modo en que los percibían los músicos que participaron? Porque Thurston Moore (Sonic Youth) y Blixa Bargeld (Neubauten) resaltan lo cruciales que esos shows fueron en sus carreras.
-No sabía que iban a decir eso en las entrevistas, honestamente. Con Sonic Youth sí sabía que había sido importante en términos de contactarse con el público de la Costa Oeste. Y sabía que había sido un show único, pero fue muy gratificante escucharlos decir que de los cientos y cientos de shows que hicieron, ese fue único que recuerdan mucho y que el evento fue significativo. Lo mismo con los Meat Puppets: me impresionó mucho que Cris y Curt Kirkwood dijeran "sí, hicimos muchos shows, pero ese fue mágico".
-Bueno, es difícil competir con el desierto como escenario...
-(Se ríe) Sí... Y también había mucha espontaneidad, era algo medio improvisado, entonces creo que de algún modo eso generó performances especiales y que la gente reaccionara distinto.
-A veces, al crecer, muchas personas desprecian los valores que sostenían en su juventud porque les parecen muy ingenuos e idealistas. ¿Qué te pasa a vos con ese manifiesto que escribiste al crear Desolation Center y que repasás en la película?
-Fue muy interesante porque no sabía que algunos amigos míos habían guardado ese flyer con el manifiesto del otro lado. Y aunque fuéramos jóvenes e idealistas, y lo hayamos escrito mientras tomábamos un par de cervezas, me parece que son principios que todavía sigo. Creo que he vivido mi vida bajo esos preceptos siempre que me fue posible: todo el asunto de "hacelo vos mismo" lo apliqué a los libros a través de Amok Books, diseminando información extrema mucho antes de que existiera internet. Esa fue una fase de diez años de mi vida. Y si vas a hacer una película independiente, tenés que hacer lo que sea para conseguirlo. Así que, sí, siento que son principios viables. Algunos sí son tipo "gente joven metida dentro de su escenita", como "nunca vamos a poner un aviso en LA Weekly". Para nosotros, eso era cultura corporativa, para ellos probablemente fueran una publicación independiente. Pero para esa época significaba algo, porque si salías una semana en LA Weekly, seguramente ibas a estar en MTV a la siguiente y era como un trampolín hacia el negocio discográfico. Y nosotros no queríamos ser parte de eso.
-En el documental mostrás algunas conexiones entre los shows de Desolation Center y festivales multitudinarios como Lollapalooza, Coachella y Burning Man. Pero son eventos comerciales que artísticamente tienen muy poco que ver con lo que proponían ustedes.
-Los nuestros eran shows de pequeña escala en el desierto y estos festivales son conocidos internacionalmente. A alguna de la gente que los inició la conocía. A Perry Farrell lo conozco desde esa época y seguimos en contacto, así que cuando surgió Lollapalooza sabía que él estaba detrás y que había sido parte de nuestro pequeño colectivo, pero no me pareció que fuera lo mismo. Él sí veía la conexión por el lado de tener una grilla alternativa en el Lollapalooza. Del Burning Man no tenía idea de que había una conexión: al principio me pareció que era algo copado, pero un periodista que hizo un artículo que salió antes que la película me dijo "Deberías hablar con John Law, porque él era parte de Survival Research Laboratories y también fue uno de los que llevó Burning Man de la playa en San Francisco al medio del desierto en Nevada". Probablemente él sea la mejor persona para explicar por qué Burning Man hoy es lo opuesto a lo que era cuando comenzó. Pero es interesante cómo estas cosas se convirtieron en algo tan corporativo y no muy significativo en términos musicales o culturales, pero enormes en términos de estatus en la cultura pop.
-¿Existe hoy espacio para algo como Desolation Center?
-Siempre digo que sí, pero no he vuelto a hacer una nueva versión. Me gustaría hacer algo pequeño en el desierto y mantenerlo con bajo perfil. Creo que puede hacerse, pero no entiendo por qué la gente necesita gravitar hacia festivales tan grandes. Especialmente Burning Man... Digo, es en medio del desierto, podrías hacerlo en cualquier otro lugar y nadie se daría cuenta de la diferencia. Creo que es más una cuestión de motivación, de para qué lo hacés. Y hablando globalmente, hay gente que hace este tipo de cosas. Me entero de cosas espontáneas y pequeñas porque al haber hecho la película... E incluso en LA. No necesariamente es exactamente lo que hicimos nosotros pero veo que hay gente que toma espacios inusuales y hace música noise y cosas así. Hay muchas cosas que suceden, pero a veces no se conocen... Incluso con Desolation Center, si alguien no hubiese ido a filmarlo, se habría perdido.