El 40º aniversario de la democracia llega en un contexto de desencanto con la política, y tiene de fondo el crecimiento de la extrema derecha y las opciones antisistema. En este escenario, Caras y Caretas repasa los momentos salientes de las últimas cuatro décadas y propone reflexionar sobre la centralidad del pacto democrático. Estará el domingo 15 en los kioscos, opcional con Página/12.

En su columna de opinión, María Seoane escribe: “Han pasado cuarenta años y los crímenes son imperdonables. Porque en verdad, ¿qué se perdonó la sociedad argentina al construir el más impresionante memorial luego de la Shoá, como es el Nunca Más? Nada. No se perdonó nada, pero trazó un pacto fundacional: en la Argentina está prohibido matar y torturar, desaparecer opositores, tirar gente viva al mar y robar a sus bebés. Y, además, la humanidad lo considera un ejemplo. Más temprano que tarde, sabremos los nombres de las víctimas y sus hijos y también de sus asesinos. No hay perdón garantizado. Solo memoria, pero esta es ardiente, peligrosa en tanto establece una prohibición secular. Ese paradigma aún resiste, pero de repente escribo una nota agónica sobre estos cuarenta años de democracia mendicante y deudora, como los préstamos del FMI otorgados a saqueadores avalados por el voto miserable de un país aún jardín de infantes, como el voto a Menem. A Macri. Y a Milei, tal vez. Este ir y venir que devela que nada es casual. Que el Nunca Más está en jaque. Que para poder acceder al nuevo diseño del mundo es necesario matar al Nunca Más”.

Seoane exhorta: “A ver si nos entendemos: defender el Nunca Más es la batalla más trascendente de sobrevivencia nacional. Si la economía no es para que miles de personas no mueran de hambre, la memoria no es para que millones de seres humanos no se maten unos a otros. O sea: hambre y explotación prometen los millonarios de la inteligencia artificial y sus payasos motosierreros del TikTok y del tercer mundo. Pero antes se deben olvidar los pactos civilizatorios que nos transformaron en humanos y nos constituyen como argentinos. Viva el Nunca Más”.

En esa línea, Felipe Pigna sostiene: “Esta celebración del período más largo de democracia continuada nos encuentra en una encrucijada que pocos podían imaginar en los albores de la vuelta al ejercicio de nuestros derechos ciudadanos. Hay dos opciones políticas electorales que amenazan el futuro de los argentinos. Una que propone la vuelta a 1990 y a 2015, con el retroceso en materia de distribución y con un costo seguramente insoportable para la industria y la producción nacional. La otra plantea un regreso a 1976, con un discurso fascista que promete, orgulloso, un ajuste mayor al propuesto por el FMI. Ojalá prevalezcan la memoria y la sensatez por encima de las sensaciones y los eslóganes facilistas. Solo así podremos, el 10 de diciembre de 2023, celebrar con motivos los cuarenta años de democracia”.

Desde la nota de tapa, Germán Ferrari analiza los cuarenta años de democracia desde una perspectiva política, social y económica, y reflexiona: “Hoy, a cuatro décadas de la recuperación de la democracia, varios temas que inquietan a la sociedad argentina son los mismos que preocupaban en aquel momento: pobreza, desocupación, inflación, deuda externa, dólar, discursos autoritarios, herencia de la última dictadura cívico-militar, el sistema judicial, Malvinas… Otros comenzaron a tener una dimensión mayor con el paso del tiempo, como la ‘inseguridad’ y el narcotráfico. Aquella sociedad efervescente de 1983, optimista y con ansias de participación –más del 30 por ciento se había afiliado a un partido político–, que dejaba atrás casi ocho años de represión, censura, persecución y exilio, se transformó hoy en una comunidad desencantada, que sufre, en palabras de Cristina Fernández de Kirchner, de ‘insatisfacción democrática’”.

Laureano Barrera da cuenta de los principales hitos en materia de derechos humanos en estas cuatro décadas. Luciana Bertoia escribe sobre el papel fundamental que desempeñaron organismos como las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. y el CELS, entre otros. Juan Carrá analiza la fuerza y la incidencia del partido militar desde 1955. Y Ricardo Ragendorfer trabaja alrededor del gatillo fácil, una metodología que fue (y sigue siendo) moneda corriente en democracia.

Demián Verduga analiza el derrotero del bipartidismo desde 1983 hasta el actual escenario de tercios, y reflexiona sobre las consecuencias de la fractura del pacto democrático a partir del atentado que sufrió la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner el año pasado en la puerta de su casa. Carlos Boyadjian, en tanto, repasa los condicionamientos que supuso la cuestión de la deuda externa desde el fin de la dictadura.

Hernán Brienza escribe sobre las cuentas pendientes de la democracia en términos sociales. Gustavo Sarmiento traza un panorama de la educación. Martín Becerra analiza el complejo entramado mediático. Adrián Melo da cuenta de la movida cultural en torno del regreso de la democracia. Y Roberto Parrottino se dedica al mundo del deporte. El número se completa con entrevistas a León Arslanian (por Adrián Melo), Estela de Carlotto (por Olga Viglieca), Hugo Yasky (por Oscar Muñoz), Mario Rapoport (por Damián Fresolone) y Teresa Parodi (por Cristian Vitale). Un número imprescindible, con las ilustraciones y los diseños artesanales que caracterizan a Caras y Caretas desde su fundación a fines del siglo XIX hasta la modernidad del siglo XXI.