En Ure. Un provocador entrañable, el actor Cristian Marchesi retrata con cariño al gran pensador y director teatral argentino. Solo en el escenario, con textos que fluctúan en su decir de acuerdo con estaciones anímicas distintas y comentarios urticantes, Marchesi despliega su tarea en compañía de Rody Bertol y Guillermo Calluso en la dirección. El resultado es una suerte de monólogo que apropia y articula sendos artículos y ensayos de Ure, que la voz y cuerpo de Marchesi trasladan al público. Ure. Un provocador entrañable estrena hoy a las 20 en La Orilla Infinita (Colón 2148), y continuará los próximos domingos del mes.
De la sonrisa punzante a la lágrima, lo que logra Marchesi es una belleza, y Rosario/12 lo pudo constatar en una función especial. Trasladar textos de Alberto Ure es el desafío particular del trío conformado junto a Bertol y Calluso, una cofradía que asume y actualiza el cariz polémico de Ure, con su pie puesto en (o sobre) el mundo teatral. Vale decir, entre lo mucho que trasluce la letra de Ure siempre hay una luz sardónica pero su titilar -ese tábano molesto- no es menos sensible. “Creo que lo que hemos intentado hacer es trascender al mundo teatral, porque en realidad las problemáticas planteadas son más bien existenciales, van más allá del actor, el director, la actriz”, comenta Marchesi a Rosario/12.
-Si bien siempre ligado a la tarea teatral, hace 12 años que no actuás; creo que esta obra conjuga varias cuestiones: el trío con Bertol y Calluso con Ure como lugar de encuentro.
-Soy director desde siempre, también un poco porque te obligan a serlo, pero siempre he trabajado con un criterio grupal y colectivo. Cuando empecé fue de esa manera, con quienes fuimos parte de esa primera promoción de la carrera de Actor de la Escuela de Teatro. Empezamos en el ‘86 y terminamos en el ’89, y tuvimos la suerte impresionante de tener unos maestros y docentes de primer nivel. Fuimos la Agrupación Filodramática durante 10 años, y tuve muchos referentes cercanos. Pero siempre supe que no era actor. Parece ridículo, pero en realidad soy una persona que puede actuar. Los actores pueden ser buenos o malos, pero son actores, mientras que yo puedo actuar. Por eso me cuesta mucho y soy muy autocrítico. En verdad, yo soy un director que actúa; entonces, me cuesta mucho decidirme a actuar. Tiene que haber algo que me motive, y en general tiene que ver con el agradecimiento. En el caso de esta obra, creo que es un homenaje secreto que le hacemos a Ure. ¿Vos pudiste conocerlo en persona?
-No.
-Bueno. El Ure que hacemos nosotros está romantizado, porque era un provocador terrible. Su sola presencia era la de una especie de peleador callejero, que generaba mucha fascinación. Tenía una inteligencia por fuera de lo normal, y a veces abusaba del sarcasmo, el cinismo y la ironía. Pero tenía el sentido de la oportunidad, y decía cosas muy profundas. No es que yo lo haya visto tantas veces, solo en algunas ocasiones. Cuando Rody comienza con Rosario Imagina hicimos Edipo Rey, y yo formaba parte del elenco; él vino a supervisar y tuve la oportunidad de conocerlo más íntimamente. ¡Todo lo que aprendí de este tipo! Y qué loco, porque no me enseñó nada; es decir, no era lo que sucede habitualmente con un docente, con él podía, más que aprender, “aprehender” de sus opiniones, a las que tiraba como si fueran dados, y con las que intentaba a veces persuadir. Había veces que se iba de todo eso y era lo que él opinaba, si te gustaba bien y sino también. Y no se le movía un pelo, te lo decía con fundamento. Le prestaba atención a todo, era fascinante. Rody luego desarrolló una amistad estrecha, pero yo lo veía poquito; lo habré visto dos o tres veces, y ya te tiraba algo que había visto en vos. En verdad lo conocí en un congreso de literatura en Santa Fe, donde estaban Piglia y Abelardo Castillo, y yo que no tenía la más pálida idea de quién era él. Cuando lo vi, ya se notaba su actitud antiacadémica, que creo que hasta la reforzaba para generar incomodidad. Tenía esa facilidad, para de alguna forma sacarte de donde vos estabas y para que tomaras posición ante lo que te decía.
-¿Cómo fue el trabajo con Bertol y Callusso?, lo pregunto porque el texto está basado en algunos de sus muchos escritos y artículos.
-Él ha escrito para distintos medios y distintos lectores, podía ser para una conferencia como para la revista del San Martín, Página/12, la revista Crisis o Clarín. Manejaba tonos distintos, también descubrimos eso, hay distintos detalles en la escritura que nosotros tratamos de homogeneizar. Pero son textos que no estuvieron nunca pensados para ser dichos, menos conformando una especie de monólogo. Fue un trabajo que se realizó a lo largo de mucho tiempo, con mucho respeto -en el buen sentido-, y con la idea de poder transmitir algo de eso, porque consideramos que en el teatro actual es imprescindible una voz así.
Ure. Un provocador entrañable es, si se quiere, una ofrenda de parte del actor, donde las emociones (no solo suyas) varían, y la complicidad con el público opera como moneda de cambio sensible. Una maravilla. A la que corresponde, por parte de Marchesi -influido por la vena irónica de Ure-, un comentario: “A ver… Si me pregunto ¿qué es lo que comercialmente menos conviene hacer? ¡Esta obra! (risas). Lo que puedo garantizar es que está hecha con mucha pasión, y que hemos vuelto a hacer algo que queremos hacer, para que, ojalá, otros lo disfruten. En ese sentido, está realizada desde una decisión muy profunda por parte de los tres”.