La pandemia marcó un antes y un después. El aislamiento no fue gratuito y los efectos que generó en la sociedad se ven hasta la actualidad. O, en verdad, los efectos recién comienzan a verse con claridad. Es que, según los expertos, pese a la certeza de que la pandemia terminó —vacunación mediante—, falta la mirada interna, la pausa para la pregunta.
Y, por supuesto, los ecos se ven en las escuelas, donde los casos de bullying y violencia son cada vez más frecuentes. Así lo asegura la licenciada en Psicología Claudia Moggia, quien detalla que, tras la virtualidad impuesta por el aislamiento, se acrecentó la faceta del acoso digital. Ademas, señala que también hubo una expansión en las edades: ahora se registran casos de bullying en jardines de infantes.
"Es algo que se vio desde la pandemia. Los insultos, las malas palabras en chicos que antes no las decían. Hablar insultándose todo el tiempo y naturalizándolo. Hay mucho de cómo cada uno se las pudo arreglar, o no, en ese aislamiento", advierte a Página|12 la especialista en niñez y adolescencia y coordinadora del Proyecto de Investigación Violencia en las Escuelas.
Los efectos de la pandemia en los niños y adolescentes
Para Moggia, esto se debe a que hay quienes piensan que la pandemia ya pasó, pero “las secuelas que dejó van a durar muchos años”.
“Hubo suicidios y amenazas de suicidios en chicos que no se iban a suicidar, pero lo decían como un modo de no querer saber nada más con eso que estaba pasando en ese momento. Chicos que nunca hubieras imaginado que iban a salir por ese lado”, lamenta la creadora de la Fundación Consecuencias.
En esta línea, recuerda un caso: "La excusa era algo mínimo, como que la chica que le gustaba le dijo que no. Pero el trasfondo era el aislamiento, cómo le pegó a cada uno eso en lo subjetivo. Los consultorios explotaron después de la pandemia. Recibimos muchos más llamados", cuenta.
Los números del bullying
Poner en números el bullying no es algo sencillo. Se trata de datos que no son fácilmente cuantificables. De todos modos, y en especial en los espacios de investigación, sí se marcan tendencias. Como cuando en el Proyecto de Investigación Violencia en las Escuelas ponen en común las experiencias.
“El 80 por ciento de las personas con alguna discapacidad dice haber sufrido bullying en algún momento de su vida. Por parte de compañeros y de los docentes, aunque eso no lo podemos calificar bullying, porque no es algo entre pares. Antes de la pandemia este número era menor", continúa Moggia, a la par que remarca que el número de casos creció también en las personas sin discapacidad.
En tanto, según un informe reciente de la organización civil Observatorio de Argentinos por la Educación, solo el 2,8% de las autoridades considera que los problemas de convivencia entre estudiantes son "un problema serio", mientras que el 74,5% del alumnado reconoce situaciones de discriminación en el ámbito escolar.
Del informe se desprende que para 4 de 10 directores de secundaria (39%) la convivencia entre alumnos "no es un problema serio". Por su parte, el 17% cree que es un “problema moderado” y el 41,2% considera que se trata de “un problema menor”.
La puesta en palabras y la falsa salida del bullying
Esta falta de puesta en palabras y las complicaciones a la hora de asumir los restos de la pandemia repercutieron mucho en las aulas. “Las posiciones de víctimas y victimarios son móviles. En el fondo, ¿quién es la víctima y quién el victimario? El que acosa es victimario, porque lo hace por algo”, plantea Moggia.
Y agrega: "En general, lo que uno ataca en el otro que se supone más débil es la debilidad que tiene uno mismo y con la que no se quiere encontrar. Uno ataca algo muy íntimo de uno mismo que no está reconocido por uno mismo”.
Así, señala, entra en juego lo que el psicoanalista español José Ramón Ubieto bautizó como la “falsa salida del bullying”. "Hay maneras de salir de la adolescencia. Cada uno tiene que ver cómo se las arregla para hacer ese pasaje. Resarcirse un poco de la autoridad parental, separarse de eso, empezar a tener una autonomía propia, un deseo propio. Y a veces esto se dificulta mucho por la época”, explica Moggia.
Y profundiza: “Porque falta el tiempo de comprender qué pasó en la pandemia. Se entró, se supone que ya salimos, y falta todo el análisis de qué pasó en el medio. Eso se está haciendo ahora. En la adolescencia, en esta época donde todo es tan rápido, falta el tiempo de comprender qué pasó en el pasaje entre la niñez y la adolescencia. En esto, una falsa salida puede ser el bullying”.
Por eso, concluye la especialista, la importancia de poder acompañar a los niños y adolescentes en este momento, de ayudar a la reflexión sobre lo ocurrido, de la puesta en palabras, los códigos de comportamiento escritos por ellos mismos y de la puesta en escena de situaciones que puedan generar instancias amigables de resolución de conflictos.