“¿Cuántos ciudadanos de Zárate saben que la casa Güerci, ubicada sobre la barranca entre Mitre y San Martín, funcionó como Centro Clandestino de Detención durante el último golpe militar? ¿Y cuántos, al verla sobre la cima, aun desconociendo esta verdad, tienen la sensación de que oculta un pasado oscuro?”. Las preguntas las formula el escritor zarateño Ivo Marinich, autor de Casa Güerci: una novela sobre la memoria de los espacios con la que ganó el primer premio nacional de novela corta “Luis José de Tejeda” 2022, organizado por la Municipalidad de Córdoba. El libro se presentará este sábado a las 17 horas en la carpa central de la Feria del Libro de Córdoba.

El título de la novela, publicada por la Editorial Municipal de Córdoba, hace referencia a una casona centenaria de Zárate, hoy abandonada, que perteneció al caudillo conservador Luis Guerci y que fue un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura cívico-militar. La historia, que combina realidad y ficción, narra lo ocurrido en el subsuelo de esa casona durante una madrugada de 1978. En su dictamen el jurado del Premio, integrado por Dolores Reyes, Leonardo Oyola y Leandro Calle, destacó “el manejo preciso del lenguaje” y la escritura “construida con inteligencia y belleza”, además de los personajes “excelentemente armados” y el estilo que logra “ser fluido, preciso y minucioso al mismo tiempo”.

“¿Cómo sabemos, si no nos lo cuentan, si no lo aprendemos, lo que pasó en la tierra que pisamos? ¿Imagina, acaso, el pescador que sube por el río Paraná los navíos de guerra que fueron a toparse con la improvisada resistencia en la Vuelta de Obligado? Y los adolescentes que se besan en la plaza de Mayo, ¿conciben que allí mismo alguna vez cayeron bombas del cielo? Los sitios cuentan historias que a veces somos incapaces de oír”, plantea el narrador de la novela, alter ego de Marinich. “Niños que juegan a la pelota-pared donde otrora fue un paredón de fusilamiento. Matrimonios que se mudan a la casa que supo albergar extraordinarios artistas, científicos o pensadores, inspirados, quién sabe, por el fuego crepitante del hogar a leña, por la humedad del cielo raso o por un caminito de hormigas en la pared. Por una misma avenida subieron esclavos encadenados a los pies, multitudes que aclamaban presidentes o que festejaban éxitos deportivos. Son historias que se superponen, pero no se anulan. Conviven en la masa elástica del tiempo, que borra sus huellas para que todo hecho dé la impresión de no haber sucedido nunca”.

A los 32 años, Marinich cuenta que se contactó con Eva Orifici y Raúl Alberto Marciano, dos sobrevivientes de la Casa Güerci, a quienes entrevistó porque necesitaba escuchar de primera mano “el infierno que padecieron” en el subsuelo de la casa. “El subsuelo de la casa Güerci fue el lugar donde los militares torturaban. ¿En cuántos subsuelos hombres y mujeres han sufrido la violencia y el terror de un estado represor? Me parece importante mantener encendido el fuego de la memoria”, concluye el escritor.