La pandemia está en una nueva fase: si bien el coronavirus ya no exhibe la propagación que mostró durante los años previos y, afortunadamente, no provoca las crisis sanitarias a las que las naciones debieron malacostumbrarse, el planeta está ante un virus que no se puede subestimar. Según los últimos datos brindados por la Organización Mundial de la Salud, la covid provocó la muerte de 1.900 personas durante el último mes. Aunque a nivel global no constituye una emergencia de salud pública, la aparición de nuevas variantes representa un riesgo latente frente al que se debe mantener la guardia alta.
Las subvariantes de Ómicron denominadas “EG.5” (apodada Eris), “BA2.86” (o “Pirola”) y XBB 1.5. son las de mayor presencia, por su capacidad de escape a las defensas del organismo. El problema de raíz es la falta de vacunación. Según el sitio Our World in Data, si en los picos de 2021 y 2022 el mundo inmunizaba a un ritmo sin precedentes, en el presente esa cifra es casi irrisoria. Datos: el 25 de junio de 2021 se vacunaron 42 millones de personas en todo el mundo; el 29 de septiembre de 2023 solo lo hicieron 15.120.
La palabra de la ciencia
“Aunque obviamente no circula en los niveles que teníamos durante la pandemia, el virus sigue presente. Aparecen nuevos sublinajes de Ómicron, que se caracterizan por evadir de una mejor manera las respuestas inmunológicas. Esto marca la necesidad de ir adecuando las vacunas y de contar con fórmulas bivariantes”, dice Daniela Hozbor, bioquímica investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata. Con bivariantes, la científica se refiere a las que se emplean para proteger a los organismos, tanto del virus ancestral (el secuenciado en Wuhan cuando todo comenzó) como a los que se infectan con Ómicron y sublinajes.
Una muestra de que el coronavirus sigue presente la brindan dos Estados que se caracterizan por políticas sanitarias diferentes: Rusia, el país que registró la primera vacuna –la Sputnik V– y Francia, quizá el territorio europeo con más grupos antivacunas. Durante la última semana, la cifra de hospitalizaciones creció en 49 regiones rusas y la incidencia de contagios fue de 11.4 por cada 100 mil habitantes. Como resultado, las infecciones se incrementaron en un 13.8 por ciento con respecto a lo que sucedía siete días antes. En Francia, por el aumento de propagación de las nuevas variantes --Eris es mayoritaria pero también circula XBB-- y de un pico epidémico, la campaña de vacunación prevista para mediados de mes se adelantó dos semanas.
El diagnóstico es más o menos similar para todas las naciones: como en sentido general el peligro mermó, las poblaciones se relajaron y se flexibilizaron las pautas de cuidado aprendidas (higiene de manos, ventilación, aislamiento ante síntomas). Como resultado, en comparación a lo que ocurría antes, la aplicación de refuerzos es muy pobre. En paralelo, los gobiernos también relajaron la vigilancia epidemiológica controladora de qué virus circulan, y la cantidad de testeos.
La paradoja de las vacunas
En Argentina la situación no es tan distinta. El Ministerio de Salud que lidera Carla Vizzotti organiza una campaña para que los mayores de 50 años accedan a sus dosis correspondientes. De acuerdo a datos provistos por el registro federal de vacunación, durante los últimos seis meses, más de 10 millones de personas en esa franja etaria no acudieron a recibir una inyección de refuerzo contra coronavirus.
Como ha demostrado la evidencia, la aplicación de dosis adicionales constituye la mejor herramienta para frenar la propagación. Bajo esta premisa, tanto los mayores de 50 años, como las personas gestantes y los menores de esa edad con enfermedades crónicas deben recibir una dosis cada seis meses. Para el resto, un refuerzo anual se considera una protección adecuada.
“En Argentina, durante las últimas semanas, hemos visto un aumento del 120 por ciento de casos (de 1.480 a 3.187 infecciones). Por eso, es fundamental que revisemos nuestro estado de vacunación y que si no nos vacunamos, podamos hacerlo”, expresa Hozbor. Y continúa: “La situación actual se logró gracias al uso de vacunas, son fundamentales. Hay estudios que afirman que durante el primer año de uso, estas salvaron alrededor de 20 millones de vidas”.
Los datos de la cartera sanitaria son contundentes: los últimos registros epidemiológicos dejan entrever que de los fallecidos en 2023 por covid (419), el 90 por ciento no había recibido ninguna dosis, o bien, no tenían su dosis de refuerzo.
“En el mundo se aplicaron más de 13 mil millones de dosis; más del 70 por ciento de la población del planeta se dio al menos una. Durante el último tramo de la pandemia, la gente ya no se inmuniza porque percibe que hay menos riesgo. Pero lo paradójico es que justamente, hay menos riesgo porque antes, sí se vacunaron”, destaca la investigadora. Por tanto, mantener la protección al día es fundamental, más aún, si se tiene en cuenta que, conforme transcurre el tiempo, la respuesta que ayudan a generar las plataformas vacunales va perdiendo efecto.
Un premio y un anuncio que se espera
La importancia de las vacunas para salvar millones de vidas durante la pandemia tuvo su reconocimiento específico a comienzos de semana. El lunes se anunció el Nobel de Medicina y fueron distinguidos Katalin Karikó y Drew Weissman, científicos que protagonizaron las principales contribuciones vinculadas al estudio del ARN mensajero, clave en el diseño de las vacunas de Pfizer y Moderna. Gracias a sus aportes de ciencia básica, el planeta logró contener una crisis sanitaria que podría haber sido de una escala mucho mayor.
La FDA (ente regulador equivalente a Anmat en EEUU) aprobó recientemente la fórmula de Novavax contra las nuevas variantes del covid, que incluye en su composición a la proteína de Ómicron XBB 1.5. Quizás esta sea la última gran noticia antes de la presentación de la tecnología argentina, la tan esperada vacuna “Arvac Cecilia Grierson”, una plataforma 100 por ciento autóctona diseñada por un equipo del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín, que será fundamental para garantizar la inmunidad de la población a futuro. En este momento se la está probando en fase III, en 2 mil voluntarios que accedieron a ser parte de los ensayos para demostrar que es segura y eficaz: un sueño que millones, esperan, se vuelva realidad.