Los que comandan la campaña de Patricia Bullrich se volvieron a agarrar la cabeza una vez más esta semana que pasó por la misma piedra con la que se tropiezan cada semana: Mauricio Macri. La última fue por una frase del expresidente que dio a entender que le iban a facilitar la gobernabilidad a Javier Milei cuando sea presidente (lo que en un punto es parecido a dar por hecho que ya perdieron, aunque él aclaró que pensaba que iban a ganar). Eso motivó una tensa charla entre Bullrich y Macri. Pero hubo otra antes por peleas en medio de la campaña con los radicales. Y antes de eso fue el silencio postPASO de Macri, mientras Milei decía que habían hablado y que le iba a dar un cargo en su gobierno. ¿Puede Bullrich dejar de depender de Macri? Al parecer, no. Deberá cargar con sus intervenciones disruptivas hasta el final. Para coinciiar, la candidata lo piensa subir a la Patoneta la semana que viene.
Hubo un momento, en los primeros días postelecciones, en el que Bullrich sinceró lo que le gustaría: "No tenemos que estar más presos de Macri". Habló de liberarse de Macri, de no estar dependiendo de lo que dice, de lo que calla, de si la apoya más, poquito o nada. Eso es lo que le hubiera gustado, pero no es lo que tiene.
El resultado por debajo de lo esperado y la necesidad de sumar cada voto la dejó dependiendo en buena medida del expresidente. No hay que subestimar la influencia que ejerce todavía en el electorado: Horacio Rodríguez Larreta lo hizo y Macri consiguió sacarlo efectivamente del juego, pese a que acumuló apoyos, aliados, candidatos e hizo todo para ganar. Macri dijo que iba a ser neutral, pero jugó claramente para Bullrich. Ahora la duda que tienen algunos es si no le está haciendo el mismo juego a la exministra con Milei.
Macridependencia
Si en la Bullrich previa a las PASO imaginaba una campaña con poco del expresidente, y la Bullrich posterior a las Primarias vislumbraba que lo mejor independizarse de su opinión y pasar a otra cosa, la actual probablemente ya entendió que no le queda otra que lidiar con Macri. Y no fueron pocos los dolores de cabeza.
Lo primero que resintieron en su equipo fue que Macri no saliera a desmentir rápidamente que tenía diálogo con Milei, que le habían ofrecido un lugar en su gobierno como una suerte de supercanciller. Macri finalmente reapareció de un viaje para decir que la apoyaba a Bullrich y que no iba a aceptar ese ofrecimiento. También dijo que hablaba poco con el libertario.
Pero luego el exmandatario eligió tensionar con la UCR, los principales aliados de Bullrich en una campaña -hay que repetirlo- en la que no le sobra nada. Primero Macri los trató de "populistas" por sentarse en una sesión a discutir ganancias, luego los retó a dos de sus gobernadores por sacarse una foto con Sergio Massa. Mientras la titular del PRO en uso del licencia intentaba disculparlos porque se trataba de un acto institucional, Macri echaba nafta al fuego. Les recomendó que esperaran a después de la campaña para seguir comiendo asados con Massa. Los radicales no se quedaron sin responder: "Ha hecho mucho daño a Juntos por el Cambio", dijo Gerardo Morales, presidente de la UCR.
De hecho, en esta elección los radicales (que se sienten excluidos de la campaña nacional y, en particular, de la de Jorge Macri, pese a la elección que hizo Martín Lousteau) tienen pocos incentivos para ponerle el hombro a la elección. No imaginan que tendrán un mejor rol en un gobierno de Bullrich del que tuvieron con Macri. Uno de sus dirigentes llegó a plantear que el único motivo por el que van a fiscalizar es por sus candidatos en las listas legislativas y en algunas intendencias.
Y, después de todos los tropiezos con el expresidente, vino la frase de Macri que, si gana Milei, habría que facilitarle las leyes. Lo llamativo es que Macri dijo esto justo cuando Juntos por el Cambio había lanzado un spot para remarcar que tienen senadores, diputados, gobernadores, intendentes y Milei, casi nada o nada de eso. Pero si, como dice Macri, ellos le van a facilitar los votos en el Congreso, entonces ¿dónde queda la diferencia a favor de Bullrich?
La estrategia de campaña se desarticuló una vez más. Macri y Bullrich hablaron. Él dijo que lo habían malentendido. Ella prefirió pensar que se equivocó a que está jugando abiertamente por Milei.
Esta semana también reapareció Jaime Durán Barba, que no dudó en calificar a Macri de "un jarrón chino". Dijo que todos los ex presidentes lo son y que nadie sabe donde ponerlos. Prefirió usar esa metáfora y no decir que es un elefante en un bazar. También dijo que, a su juicio, Macri había involucionado en sus ideas y ahora estaba muy cerca de Milei. Fue, definitivamente, una mala semana para ser Bullrich.
Regreso
Macri vuelve el mismo domingo del segundo debate y tiene previsto estar sentado para escucharla (algo que ni él ni Larreta hicieron en Santiago del Estero). Será un gesto de paz hacia la candidata a la que viene perjudicando en más de una oportunidad.
Según pudo saber este diario, además Macri se subirá a la Patoneta, el motorhome que Bullrich usa para su campaña. Será algún día de la semana que viene (todavía no tenía fecha confirmada) y es la forma que encontró Bullrich para intentar, una vez más, disipar las sombras de que el fundador de Cambiemos en secreto prefiere a Milei.
Es un misterio cuánto podrá durar esa nueva calma pactada entre ambos. Quizás hasta el 22 de octubre. O hasta una nueva declaración del expresidente.