Dos obsesiones recorren el debate económico alimentado por gran parte de los economistas de la city: el dólar y las Letras de Liquidez (Leliq) del Banco Central. Ambas están asociadas a la idea fija de que la emisión monetaria es el motor exclusivo de la inflación.
Estos expertos en pronósticos errados aseguran que la presión cambiaria está vinculada a la cantidad excesiva de dinero en circulación, y el exagerado temor que difunden sobre las Leliq está basado en que estiman que el stock de esa deuda es emisión futura que tendrá necesariamente impacto en el nivel general de precios.
No es así. Estas ideas alimentan la confusión general abusando del dominio que ejercen en el espacio público para la explicación de cada uno de estos eventos económicos y financieros.
Los movimientos ascendentes de las cotizaciones de los dólares financieros y blue y el incremento del monto de las Leliq tienen origen diferente al que ellos señalan. No es por la emisión presente ni por la futura que estas dos variables generan perturbación en el funcionamiento de la economía, y más aún en estas semanas previas a la primera vuelta electoral.
Las cotizaciones del billete verde suben por la incertidumbre incremental ante la cercana elección presidencial que, en el actual escenario político, puede sintetizarse en "dólar Milei".
En tanto, para despejar mensajes tóxicos es necesario apuntar que no existe la "bomba Leliq", sino un inmenso desafío de la política económica para bajar la inflación y, de este modo, incrementar la demanda de dinero y el stock de préstamos al sector privado (empresas y personas), lo que redundará en la disminución del monto de las Leliq. Cualquier otra solución tendrá como víctimas a los miles de ahorristas en plazo fijo sacrificados en el altar de un monetarismo obtuso.
Con el dólar Milei se alienta una corrida cambiaria y con la bomba Leliq se induce una corrida bancaria.
El dólar Milei es desestabilizador
En un almuerzo con un grupo de empresarios, en Mar del Plata, convocado en el mismo horario que Patricia Bullrich hablaba a veinte cuadras en el Coloquio de IDEA, Javier Milei, el candidato con más votos en las elecciones PASO, afirmó: "Cuanto más alto esté el dólar, más fácil es dolarizar".
Hay poca diferencia entre decir esto y convocar abiertamente a una corrida cambiaria. No es un misterio que en las semanas previas a las elecciones se produzcan movimientos de capitales preventivos que se denominan cobertura cambiaria. Este comportamiento defensivo de agentes económicos tiene origen en crisis pasadas y ante el temor de que el nuevo gobierno inaugure la gestión con una fuerte devaluación.
En este contexto de inestabilidad, reiterado desde hace muchos años, que Milei aliente la suba del dólar para concretar su principal proyecto económico (la dolarización) sólo puede derivar en desbordes de las cotizaciones de los dólares financieros y blue. Y así fue.
Como en la mayoría de las sentencias que hace referidas a la cuestión económica, Milei se equivoca, puesto que no está subiendo el tipo de cambio oficial, sino los paralelos, y además la cantidad de dinero no está congelada y la conversión se define según el monto de reservas disponibles. En realidad, lo que está confirmando es que para concretar la dolarización necesita una brutal devaluación acompañada de una hiperinflación, con consecuencias devastadoras en términos sociales y laborales.
La irresponsabilidad política sin importar el costo
Milei invita a una corrida cambiaria, con el riesgo de que se extienda a una bancaria, sin que le importe el inmenso costo económico, financiero y social que provoca. Es una irresponsabilidad política igual o superior a la de su referente económico local Domingo Cavallo, cuando éste ayudó a que la economía ingresara en la caótica hiperinflación en el gobierno de Raúl Alfonsín.
Carlos Melconian, el ministro de Economía si Patricia Bullrich gana las elecciones, afirmó que el "dólar paralelo" está barato. Un poco más de nafta para alimentar el fuego de la city.
Una mirada bastante diferente tiene Ricardo Arriazu, uno de los economistas más respetados por el mundo empresarial. Explicó en un encuentro de financistas que "el tipo de cambio paralelo es una locura, exorbitantemente alto". Para agregar que "hay un problema de pánico, de huida, no de tipo de cambio de equilibrio".
La histórica estrategia de la derecha consiste en alimentar, precisamente, el pánico porque en una situación económica dramática irrumpen las condiciones para realizar ajustes y reformas estructurales que en un estado normal serían rechazadas por gran parte de la sociedad. Esto es lo que busca Milei para imponer la dolarización.
¿Qué hizo Alberto Fernández en una situación parecida?
Pese a que fue motivo de una fuerte controversia interna e incluso algunos indican que fue el inicio de la ruptura de la relación con Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández salió públicamente a informar que el dólar a 60 pesos estaba bien. Lo dijo pocos días después de la derrota por paliza de Mauricio Macri en las PASO, que derivó en una fuerte devaluación y corrida cambiaria.
La intervención de Fernández frenó la histeria en el mercado y se estabilizó la cotización del dólar, lo que permitió al gobierno de Macri llegar aliviado a la entrega del mando presidencial, al tiempo que facilitó su recuperación electoral.
Son dos comportamientos opuestos en relación a la responsabilidad política, sensibilidad social y especulación electoral.
Qué son las Letras de liquidez
Otro fantasma que agitan Milei y otros economistas de la city se refiere a qué hacer con las Leliq, que son instrumentos de regulación monetaria del Banco Central. O sea, es un pasivo que sirve para intervenir en el mercado de dinero para no generar desequilibrios entre la cantidad de fondos que los bancos captan de los ahorristas y la cantidad de recursos que destinan a otorgar préstamos. Como el monto de lo primero es bastante superior al segundo, esta diferencia es entregada al Banco Central a cambio de esas Letras.
La entidad monetaria asume este pasivo para que este excedente de dinero, que no es demandado en el segmento de créditos, no provoque un derrumbe de la tasa de interés que cobran los depositantes. Si esto sucediera, el corrimiento de estas colocaciones hacia otros activos, preferentemente dólares, provocaría una crisis de proporciones.
Esta relación brinda el siguiente saldo en números: las entidades financieras cuentan con depósitos en pesos por unos 35 billones. De ellos, 18 billones son colocaciones a plazo fijo. A su vez, los préstamos al sector privado se ubican en 12 billones de pesos. Esta diferencia expresa el desbalance entre la capacidad prestable y la demanda efectiva de crédito.
Aquí aparecen las Leliq para equilibrar este desorden monetario con un costo (cuasifiscal) con el objetivo de evitar un desorden mayor en la plaza cambiaria y, en consecuencia, en el frente inflacionario.
Qué dice el presidente del Banco Central
El titular del Banco Central, Miguel Pesce, explicó, en un reciente artículo que está publicado en la página web de la entidad, que para canalizar los excedentes de liquidez y evitar que afecten negativamente a las tasas de interés, en especial las tasas pasivas (plazos fijos), interviene absorbiendo la diferencia a través de las Leliq, que alcanzan los 15 billones de pesos.
Indicó que la tasa de interés que paga el Banco Central por las Leliq remunera a los bancos que están obligados a pagar a los ahorristas y a las empresas tasas mínimas determinadas por la propia autoridad monetaria. "De esta manera, se busca preservar el valor relativo del ahorro", apuntó.
Uno de los principales desafíos de la política económica del próximo gobierno es cómo resolver el desbalance entre capacidad prestable del sistema bancario y demanda de crédito. Pesce dice que la forma virtuosa de abordarlo es que el ahorro de empresas y familias se canalice hacia la inversión productiva.
Con tasas de inflación elevadas e incertidumbre acerca de cuál será el sendero cambiario, tensiones originadas en la escasez de dólares en el Banco Central, el objetivo planteado por Pesce parece ambicioso.
Sostiene que en los próximos años, la limitación al crecimiento por la restricción externa se superará gracias al dinamismo exportador de sectores estratégicos tales como el petróleo y el gas, la minería, la agroindustria y los servicios basados en el conocimiento. El financiamiento bancario será entonces fundamental para impulsar el sendero de desarrollo. Para ello, es necesario preservar el valor del ahorro y desarrollar un mercado de capitales y financiero doméstico profundo y transparente.
Es clave también que, con la reducción de la inflación, aumente la demanda de dinero. Esto implica la remonetizacion de la economía. En agosto, la demanda de base monetaria fue de 2,6%, alcanzando uno de sus niveles históricos más bajos. Si aumenta la demanda de dinero (circulante en poder del público), pasando la base monetaria del 2,5% actual al 5,0% (que está por debajo del promedio de los últimos 15 años), permitiría una reducción del stock de Leliq en 6 billones de pesos (40% del stock actual).
Las propuestas peligrosas de economistas de la oposición
Si bien tasas de interés superior al 100 por ciento anual provocan una profunda alteración en el funcionamiento de la economía real y financiera y, por lo tanto, es necesario reducirla en forma considerable para limitar el costo de pasivos del Banco Central, economistas de la oposición tienen propuestas temerarias para eliminar las Leliq.
Algunos especulan con una hiperinflación fulminante que licuará esta deuda en pesos que, en realidad, provocará la evaporación del poder adquisitivo de los ahorros de los depositantes.
Otros evalúan la posibilidad de canjear las Leliq por un bono del Tesoro de largo plazo, que no será otra cosa que la reedición del Plan Bonex de 1989 cuando el gobierno de Carlos Menem canjeó depósitos superiores a 1 millón de australes por estos títulos públicos.
Como se explicó, las Leliq son la contraparte de depósitos a plazo fijo de empresas y personas. Si las Leliq son reemplazadas por bonos públicos, lo mismo tendrán que hacer los bancos con las colocaciones a plazo de sus clientes.
Pesce intervino en el debate alrededor del costo de las Leliq, al apuntar al centro de la evaluación que hacen economistas de la city: "asimilar la remuneración a las Leliq al déficit fiscal es un error que puede conducir a políticas equivocadas".
Se refiere de este modo a que la obsesión ortodoxa acerca de la magnitud del denominado déficit cuasifiscal (el costo de las Leliq) deriva en estrategias para eliminarlo que terminarán afectando a los ahorristas, empresas y a la solvencia general del sistema bancario.
Los bancos se pusieron en guardia
Los planes descabellados de estos economistas generaron la reacción de las dos cámaras que agrupan a bancos (nacionales Adeba y extranjeros ABA) para advertir acerca de sus consecuencias.
En un comunicado detallan que las Leliq son una herramienta de política monetaria utilizada para esterilizar el exceso de pesos, que el Banco Central coloca diariamente a través de subastas. Para agregar que su manejo es uno de los desafíos que enfrentará el próximo gobierno a la hora de diseñar su programa económico.
Luego cuestionaron la espectacularidad mediática. Afirman que "a riesgo de perder el interés del público lector, se adelanta que las Leliq no son una 'bomba' destinada a explotar ni una 'bola de nieve' que crece autónomamente". E insisten con que "son un pasivo remunerado en pesos del BCRA que puede -y debe- gestionarse en forma consistente con la baja de la inflación, cumpliendo las obligaciones del Estado y manteniendo la estabilidad financiera".
Para alejar los fantasmas de salidas traumáticas, los bancos advierten que detrás de las Leliq están los depositantes y la confianza en el sistema financiero.