En un contexto macroeconómico complicado para las empresas, con un nivel de consumo resentido, hay cierto consenso en el frente empresario acerca de que "discutir ahora la reducción de la jornada laboral luce atemporal". El pasado miércoles se llevó a cabo una segunda reunión informativa en comisión dentro de la cámara de diputados buscando consensuar un proyecto de reforma de la legislación en la materia. Especialistas, empresarios y sindicalistas no se ponen de acuerdo, pero es desde el frente patronal donde se exponen las mayores dificultades para llevarlo a la práctica.
Fuentes empresarias consultadas por este diario ponen en duda el potencial de la medida puesto que “ninguna ley mágica va a crear el empleo que falte, ni cambiará de un plumazo la distribución del ingreso”. En cambio, piensan que para que haya más empleo se necesita crecer, exportar, ordenar la macro y, sobre esa base, distribuir bien. Esta es la postura planteada tanto por las cámaras de grandes empresas como UIA y CAC y en parte del universo pyme, como CAME.
Otras voces, más radicales, advierten que si la productividad no compensa los aumentos de costos, el traslado a precios es inmediato, de modo que el resultado no sería un mejor distribución sino salarios reales todavía más bajos. “La discusión ya se dio en los convenios colectivos de trabajo, ya existen jornadas diferentes y adaptadas a la propia lógica del sector”, sostuvieron.
Desde el enfoque empresarial, sería riesgoso modificar la jornada de forma general sin considerar cómo afecta a diferentes sectores. “A nivel industrial, tenés turnos asignados y pasar de uno de 8 a otro de 6 horas es agregarle un turno más a la planta y eso cambia completamente los procesos productivos del trabajo”, afirmaron. La minería, el petróleo, la construcción, el comercio y por otro lado los empleados del sector público tienen realidades muy diferentes.
La heterogeneidad no es solo sectorial sino por tamaño de la empresa, apuntan voceros patronales. En el comercio, una mediana empresa “si tienen que contratar por seis horas les cambia completamente la ecuación y no están en condiciones de pagar horas extra”. Otros apuntaron que en Alemania se redujo la jornada laboral pero también el salario de los trabajadores. Argentina tiene una negociación colectiva sectorial y por empresa muy fuerte, “de las más fuertes del mundo”, compararon.
A favor
Una encuesta realizada a fines del año pasado por la agencia Bumeran, el portal de búsqueda de talentos más grande de Argentina y Latinoamerica, mostró que la gran mayoría de los especialistas en Recursos Humanos de las empresas piensan que la tendencia a futuro es una reducción de la jornada laboral. Se realizaron preguntas a unos 700 profesionales de Chile, Ecuador, Perú, Panamá y Argentina.
En el caso local, el 72 por ciento de los especialistas sostuvo que es posible implementar la reducción de la jornada y mantener los mismos salarios, aunque al mismo tiempo reconocen que el principal obstáculo para implementar la reducción de la jornada sería “hacerlo sin reducir los salarios”. Luego, le siguen entre las dificultades que identifican para llevar a cabo la reforma: “conservar la estructura de la organización”, “un aumento del costo laboral” y “falta de tiempo para llevar a cabo las tareas”.
Cuando se les preguntó qué modalidad de reducción de la jornada implementarían, las respuestas fueron parejas entre “disminuir la cantidad de horas diarias” y “reducir los días laborales a 4”. Sin embargo al consultarles cuál opción creían más atractiva desde el punto de vista del trabajador, respondieron mayoritariamente reducir la cantidad de días laborales.
En Argentina el 88 por ciento de los profesionales creía que la tendencia futura es reducir la jornada pero un 62 consideró que era posible implementarlo y apenas 7 por ciento afirmó que el país planeaba hacerlo.
Las versiones más duras
“La manifestaciones de que, con menor jornada, se mantiene o mejora la productividad son meramente voluntaristas y desprovistas de todo fundamento técnico”, lanzó el nuevo representante de la UIA ante la Cámara de Diputados, Juan José Etala. A su vez custionó la reforma, porque “solo aumenta la presión sobre el sector formal” y el problema del país es reducir la informalidad “que hoy casi supera el 40 por ciento”. “Esto no va a mejorar la situación del trabajador informal pero tampoco la va a empeorar”, le respondió Sebastián Etchemendy, profesor en UTDT e investigador de Conicet.
“Nos cuesta entender cómo un tema de semejante magnitud y trascendencia en materia de las relaciones y costos laborales no haya sido precedido por un efectivo y concreto diálogo tripartito”, señalaron desde la UIA: “Ese diálogo no puede ser reemplazado con la mera comparecencia de sectores empresarios al Congreso”.
“Actualmente tenemos jornadas reducidas: la insalubre de 6 horas y 36 semanales, la de menores de edad de 6 horas y 36 semanales, el contrato de tiempo parcial y la jornada reducida”, sostuvo el abogado Omar Yasín el pasado miércoles en la Cámara. En la comparación internacional agregó: “tenemos 48 horas semanales como Uruguay, Paraguay y Bolivia, mientras Brasil tiene 45 horas”. Y Chile de 40, lo corrigieron. México y Colombia, también con 45 horas semanales, también están discutiendo reformas laborales inclusivas.