Sillón rojo en el centro de la escena. Hilda Lizarazu y Juan Carlos Baglietto que entran y se sientan en él, como para pedir un vinito. Pero el pedido llega en forma de música, porque a la derecha está Lito Vitale sentado frente a un piano que pronto piensa accionar. Y a la izquierda, el hombre que da el primer paso en la noche colmada del Centro Cultural Kirchner: León Gieco. Toca “Hombres de Hierro”, una vez más. Detrás de él, luce en pantalla grande una leyenda que reza “Solidaridad en voz alta”, y lo que sigue es una versión sorpresiva y sorprendente de “Despiértate Nena”, con Baglietto haciendo las veces de su creador: un tal Luis Alberto Spinetta, que algo que ver tiene con todo esto.
Porque todo esto -músicas y palabras que devendrán durante dos horas en la noche del sábado- es una forma de conmemorar el nuevo aniversario, el decimoséptimo, del Día del Estudiante Solidario, que Luisito ayudó a constituir fuerte tras la tragedia del 8 de octubre de 2006. Ese aciago día en que un chofer alcoholizado al volante de un camión, provocó la muerte de nueve alumnos y una profesora del Colegio Ecos, mientras regresaban de una jornada solidaria en la Escuela 375, de Quitilipi, Chaco.
El primer break en el concierto -apoyado por el Instituto Nacional de la Música, la UNESCO y el Ministerio de Educación de la Nación- tiene por fin justamente seguir creando conciencia, a través de frases en off: “El exceso de velocidad es la principal causa de víctimas fatales”; “Manejemos por la vida cuidándonos entre todos… bajemos la velocidad”; “No uses el celular al conducir”; “Respetá los semáforos y las señales de tránsito, siempre”. Y así, en un sendero semántico que reaparecerá en otro hiato entre canción y canción. “Nuestro objetivo es trabajar la prevención en seguridad vial, con el fin de reducir la muertes y lesiones evitables en nuestro país (…) acompañamos y promovimos la sanción de la ley `Alcohol Cero al volante`”, dice una de las madres, integrante además de la Asociación Civil “Conduciendo a Conciencia”. “Ocupamos un lugar en el que buscamos desarrollar acciones solidarias hacia una transformación en seguridad vial”, se expresa otra.
Vuelta al brazo sonoro, Spinetta sobrevolará con su espectro de luz una vez más –hacia el fin de la noche- a través de una versión a capela de “Muchacha ojos de papel”, a cargo de todos y todas los músicos y las músicas: Martín González Puig, Juan Pablo Rufino, An Espil, Mariano Delgado, Julia Di Paolo, Cecilia Dottore, Clara Lodillinsky, Víctor Carrión y Ciaro Spinetta, además de los nombrados y los por nombrar. Es el corolario de una jornada signada por variopintas interpretaciones del acervo de la música popular argentina, en su vertiente rockera. A la antedicha de “Despiértate nena”, le sucede una de “El loco”, de Babasónicos, en la que bajan los voltios y sube el glamour, porque quien la activa es Lizarazu, que ha perdido poco de aquellos burbujeantes ochentas que la empezaron a constituir.
Tras el par, retorna León. Esta vez bajo el propósito de detonar la escena, mediante una contundente versión de “El fantasma de Canterville”, revestida por la imperiosa presencia de Sandra Vázquez, y su armónica. Le sucede “El Témpano”, en una revisita más folklórica de la original, y con Hilda haciendo las veces –difíciles- de Silvina Garré. Y saliendo airosa, al igual que todo el resto cuando recrea “Jugo de Tomate”. Catorce músicos y músicas, al servicio de un tema que nació con tres.
El concierto tendrá otros puntos de alto impacto en las versiones de “El rey lloró”, gema de Litto Nebbia, que su vindicador –Gieco- patenta una vez más como “la canción más linda que hay en el mundo”. También de “Mañana Campestre”, abrillantada por el solo de violín de Manu Sija, el tucumano de Simoca. De “Par mil”, porque Ricardo Mollo ha sido otro férreo militante de la causa. De “Cinco siglos igual”. De “El Desembarco”, que participa a otros fogoneros: Los Tipitos. De “Tratando de crecer”, sin dudas la que más conmueve en la noche, junto a “Pensar en nada”. Y, claro, de “8 de octubre”, canción de Luis y León, cuya entraña da en la entraña del motivo que la causó: “Llevaré olor de vivir / Toda sangre da siempre de sí”.