9–Jorge Drexler
Músicos/as: Jorge Drexler (voz y guitarra), Borja Barrueta (batería y coros), Javier Calequi (guitarra y coros), Meritxell Neddermann (teclado y coros), Alana Sinkëy (coros y percusión menor), Miryam Latrece (coros y percusión menor), Carles Campón (bajo, programaciones y coros) y Gala Celia (percusión, MPC).
Lugar: teatro Movistar Arena
Fecha: Viernes 6 y sábado 7 de octubre
Público: 10.300 personas por función
Duración: 140 minutos
Telonero: Calequi y Las Panteras
La música es indisociable de su contexto. Porque la cultura siempre es una conversación, una manera de entablar contacto con una comunidad, con un tiempo, con un lugar. Apenas pasadas las 21 del sábado, el cantautor uruguayo Jorge Drexler subió a escena para comunicar algo fuera de libreto. Se lo notaba afectado. “Nuestro trabajo es cantar. Si los que estamos del lado del amor nos callamos esto se va a la mierda. No quería hacer como que no pasaba nada”, dijo Drexler y propuso una especie de pacto humanitario. “Quiero mandar un mensaje de amor a todos los civiles israelíes, de Gaza y de Cisjordania”, completó antes de interpretar “Polvo de estrellas” a guitarra y voz, aquella canción que afirma que “toda vida es sagrada”. Unas horas antes, se había conocido a nivel mundial la noticia del ataque sorpresa del grupo Hamás desde la Franja de Gaza contra Israel, que dejó un saldo de miles de heridos y muertos.
En ese contexto, Drexler acordó con el público transitar un espacio para la reflexión, luego salir de escena y volver a ingresar para desarrollar el show que estaba pautado. “El acto de amor de salir a cantar es lo más luminoso de esta profesión”, resaltó. En el Movistar Arena, el cantante y compositor radicado en Madrid presentó durante dos noches –viernes y sábado- un concierto centrado en las canciones de su último disco, Tinta y tiempo (2023), y también le dio lugar a clásicos de siempre y a gemas de otras épocas, que lucieron con nuevos arreglos y colores. Apoyado más que nunca en su banda, Drexler se preocupa por expandir su figura de cantautor y recurre a elementos del pop, el mundo audiovisual y el teatro. En ese sentido, la puesta escénica juega un papel central en el espectáculo. Las canciones se van tejiendo entre una escenografía dinámica y un juego de luces austero pero efectivo al momento de construir climas.
Durante casi dos horas y media, el artista apeló a dos registros que conviven en su música: el del cancionista a guitarra y voz –antes que nada, Drexler es un narrador de canciones-, y el del performer que intenta dialogar con el pop o incluso con la música urbana. En el primer caso, el uruguayo interpretó canciones inoxidables como “Salvapantallas”, “Don de fluir”, “Soledad” –a dúo con Kevin Johansen- o “Milonga del moro judío” –“Dejemos que en estos momentos hablen las canciones”-. En ese formato, improvisó un dúo con un chico del público que le había pedido “La aparecida”, una vieja canción de su repertorio. Por otro lado, Drexler maneja un registro en el que se muestra más suelto para bailar, dejar la guitarra y darle más lugar a los músicos de su banda.
En ese plan, hizo buenas duplas con las coristas Alana Sinkey en “Fusión” y con Miryam Latrece en “Asilo” –originalmente grabada con Mon Laferte-; le cedió protagonismo al guitarrista Javier Calequi, quien cantó los versos de C Tangana en “Tocarte” –“música urbana orgánica”, dijo Drexler-; y en “Guitarra y vos” toda la banda hizo coros bajo el teclado de Meritxell Neddermann. Antes, “La edad del cielo” había sonado actualizada con efectos electrónicos de voz, y “Silencio” y “Telefonía” sonaron en clave pop. En una búsqueda estética entre lo clásico y la vanguardia, Jorge Drexler no renunció a su eterna fascinación por la canción y el contenido poético, político y científico que caracteriza su obra.
Por eso, no faltaron canciones como “Plan maestro” –sobre los orígenes del amor-, “Tinta y tiempo” –sobre la inspiración-, “Movimiento” –sobre las migraciones del humano- o “Bolivia” -sobre su propia historia familiar vinculada con el exilio de sus abuelos judíos a Bolivia debido al nazismo-. Tampoco se olvidó de sus raíces musicales vinculadas a los ritmos rioplatenses: sonaron el candombe “Transporte” y “Sea”, con coros murgueros, una canción que aprovechó para dedicar a la memoria de Mercedes Sosa. "Entré muy movido al show pero estar con ustedes me hace bien", dijo antes de despedirse con “Me haces bien”, frente a más de diez mil personas que lo acompañaban.