Y llegó el día, nomás, con ansiedades multiformes y un hombre, en Santa Fe, que como el rayo que no cesa –parafraseando al enorme poeta Miguel Hernández– renueva contra viento y marea sus denuncias de la proliferación de bandas narcos que actúan en cada uno de los 19 departamentos de esa provincia. Se llama Carlos del Frade y es diputado provincial y un patriota que con ejemplar tesón lleva años desnudando organizaciones delictivas y mafiosas en su provincia, donde según cómputos de medios de comunicación locales hoy es más que obvio que semejantes ejércitos malignos no podrían funcionar si hubiese políticas de prevención y sanción como sería de esperar en la tercera provincia argentina, con más de 3,5 millones de habitantes.
Y provincia que de las grandes causas patrióticas de los últimos dos siglos pasó a ser asentamiento –Menem lo hizo– de las más grandes corporaciones de agronegocios, casi todas extranjeras. Y donde hoy anidan agroexportadoras que mueven miles de millones de dólares casi sin beneficios para el país. Pruebas al canto: sólo en la última semana hubo denuncias de un cargamento de 200 kilos de cocaína pura encontrados en el "Chemster", un buque que llegó a Australia procedente de uno de los puertos privados de San Lorenzo, al lado de Rosario. Y que parece ser nada más ni menos que otro caso escandaloso silenciado –o sea negado– continuando la "normalidad" de casi todos los gobiernos, tanto los de esa provincia litoraleña como del nacional. Porque de eso no se habla.
Y es éste nada más que otro ejemplo de silenciamiento, como se ha venido constituyendo en norma de los poderes concentrados de esta república en la que la verdad es lo más negado y la sanata o sarasa –la mentira, vamos– es la norma principal y más poderosa de la politización forzada del pueblo argentino.
Sólo así es explicable el sistema mentimediático que impone temas y asuntos de hartante frivolidad mientras los intereses ciudadanos y la democracia, la paz y el trabajo son abrumadora y canallescamente silenciados, negados o distorsionados para que la confusión impere, el descreimiento y el desaliento reluzcan y –consecuencia lógica– la democracia pase a ser a la vez farsa carnavalesca y perfecta promoción de desalientos.
Así, las carencias argumentales –como se vio en los debates en la tele y están más cantadas que "Sólo le pido a Dios"– llevan a confusión y a crecientes abstenciones, voto-blanquismo y votos-rabia por causas –no razones– facilongas y oscuras como las que no se cansó de promover el candidato despeinado y gritón.
Lo cierto es que la estupidez y la mentira también se enseñorearon en este segundo y último debate entre los cinco candidatos, con disimulitos leves, y en los que fue fenomenalmente engañosa la perorata –amenazante– de la señora Bullrich, quien en lugar de un ignoto compañero de fórmula podía haber elegido para secundarla –y sincerar más las cosas– al incalificable gobernador jujeño.
Pero si algo se sabía al inicio del debate era que abundarían chicanas, mentiras, desmentidos y el descontrol de ese gritón sacado que la semana anterior se moderó de mentirita pero sin dejar de formar parte del dueto de bestias amenazantes. Como también se sabía de la vocación de violencia de la ex ministra que en el último gobierno radical rebajó los sueldos de medio país y que siempre fue incapaz de autocrítica y encima ahora pretendió dar cátedra de carcelera.
Claro que también se sabía y quedó claro que la Sra.Bregman era la única diferente, porque guste o no tiene ideas y lenguaje claros. Y agradable por si faltara algo. Pero esa candidata es zurda, o sea de izquierda, troska, populista y contrera de alma y encima con firme discurso, por todo lo cual resultaría imbancable para las almas gorilas, y especialmente las porteñas.
Entonces por ahí el gritón se descontrola y parece desequilibrado, en tanto machito que por eso mismo puede afanar en el voto joven, resentido y machirulo. Lo absurdo será que las mujeres lo voten, ahora que se logró igualdad de géneros como jamás antes, y cuando se garantiza el aborto seguro y todo lo que se hizo por la igualdad de géneros. No se puede creer que tantas mujeres argentinas y sobre todo jóvenes, voten a semejante tipo. Pero sí, hay que reconocer que sería otro más de los pistoletazos en la sien que en los últimos 50 años ha sabido darse esta nación.
Y además estuvo ausente Malvinas, otra vez. Como también el Paraná, y el Canal Magdalena. Se habló de la unidad territorial. Y una vez más no existió la palabra "Soberanía" y todo fluyó como si el río estuviera maldito desde el maldito falsario de los 90 que no dijo lo que haría porque si lo decía no lo votaba nadie. O sea.
Tampoco se habló de Derechos Humanos ni de que sí fueron 30.000 las víctimas de la dictadura. Ni se dijo que la dictadura fue eso: una dictadura, y feroz. Con lo que el negacionismo pareció reverdecer por momentos, y se les notó contrariedad a algunos, especialmente la nerviosísima Bullrich, quien parecía temer la presencia de su jefe lento, Mauricio Macri.
Hubo también chicaneos con la desregulación de armas, y fue chocante que nadie defendiera a Raúl Zaffaroni, injusta y ridículamente atacado por Milei. Quien además mezcló economía con juridicidad y mintió con falsedades, como pareció costumbre de varios de los dialogantes. También se le chupó la media a la Justicia y se hablaron sarasas de leyes y códigos penales y Milei, claro, dijo respetar la ley de armas (sic) y negó que impulsa la venta de órganos, que sin embargo ha sido uno de sus argumentos de campaña. Y supo ser gelatinoso, como todos. A excepción de Massa por momentos, y de Bregman que fue clara y precisa en todos los órdenes y no se amilanó ante ningún tema.
Pero lo que quedó en el aire fue que el peligro tiene ojos de loco. Este domingo quedó claro. El tipo se muestra como un cipayo perfecto, porque lo es. Un antipatriota, acaso agente de las internacionales que se relamen por quedarse con todo los bienes de nuestra Patria. El tipo parece un charlatán, y seguramente lo sea, antes que un hombre sensato. No debe haber leído ni El Principito ni el Martín Fierro, ni un poema de Borges o un cuento de Cortazar, apuesta este columnista. Y no podría sostener una conversación sensata –este columnista se descompone de sólo imaginarlo– si por ejemplo encima designa a la canciller que ya prometió que las Malvinas deben ser inglesas.
Es un tipo que no escucha ni parece reflexionar (que es un acto que supone serenidad, modestia, análisis y buena fe). Todo eso se diría que falta en este tipo que ve claramente que además de machirulo parece violento, como se mostró cuando empezó su campaña a puros gritos y amenazas.
Además, no ha dicho una sola idea completa en los dos debates: sólo enunciados furibundos. Contenido ahora, pero con ojos de loco a full. Y en general sin desarrollo, que se suma al hecho de que no se le conoce una sola idea propia. Y su vice ni se diga: es la mujer a la sombra, fenómeno típicamente machista.
Y en fin, todos hicieron lo que pudieron y mejor que los analicen colegas más sabios, en los próximos días. Por ahora esta columna se confiesa alarmada por la Patria. Por el pueblo que quizás en dos semanas podría decidir suicidarse como democracia. Y si acaso sucediera, como augura la mayoría de las encuestas, ahora sí que al pueblo argentino no lo unirá el amor, sino el espanto.