La pobreza de tantos hermanos clama justicia, solidaridad, testimonio, compromiso, al mismo tiempo que demanda agudizar la conciencia del deber de solidaridad, hacer nuestros los problemas y luchas de los pobres, saber hablar por ellos denunciando la injusticia y la opresión.

Estos lineamientos, expuestos en los Documentos Finales de Medellín (resultado de un encuentro de la Iglesia latinoamericana en 1968), tomaron cuerpo en la labor, pastoral y militante, del cura villero Carlos Mujica.

La praxis. En tiempos de la dictadura económico-militar (1966-1973) se desarrollaron líneas de acción, por parte de una militancia que estaba-siendo, y de este modo caminaba las calles y cultivaba relaciones interpersonales, de compañeros/as, – cara a cara y empáticas– los sectores medios, provenientes de distintas experiencias (resistencia peronista, nacionalismo revolucionario, marxismo, teología de la liberación), confluyeron en prácticas desplegadas en barrios, fábricas, villas, escuelas y universidades. Practicas estas que articularon tareas conjuntas entre obreros, intelectuales y estudiantes, tal como se hizo patente, a modo de ejemplo: en las Jornadas de diálogo entre católicos y marxistas (celebradas en la Facultad de Filosofía y Letras– UBA–1965) en las que participó Mujica, y en el Cordobazo del 29 de mayo 1969. Todo ello en momentos atravesados por profundas discusiones sobre la relación peronismo-izquierda, que llevaron a que Hernández Arregui sostuviera aquella idea acerca de que un peronista puede no ser marxista, pero, un marxista no puede no ser peronista.

Mujica encarcelado. El 7 de septiembre de 1970 el religioso fue detenido mientas, en simultáneo, la Curia –encabezada por el preconciliar Antonio Caggiano– decidió castigarlo suspendiendo su licencia ministerial a lo largo de un mes. Ello como consecuencia de las palabras que el sacerdote pronunciara en ocasión del entierro de Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina. Actos represivos que se repetirían en distintas circunstancias, como cuando en el mes de agosto de 1971, en un violento operativo, fueron encarcelados en Rosario los integrantes del MSTM: Santiago Mac Guire, Juan Carlos Arroyo, José María Ferrari y Néstor García. Acciones coercitivas que generaron una extendida ola de repudio por parte de la CGT Regional y diversas organizaciones. En la misma dirección, desde la Facultad de Derecho de la UBA, el Movimiento Independiente Facultad (MIF) junto al Movimiento Social Cristiano (MSC) –agrupaciones estudiantiles que posteriormente concurrirían, con otros sectores, a fundar la JUP– promovieron movilizaciones, efectuaron declaraciones y publicaron solicitadas con cientos de firmas, repudiando aquellos hechos.

Importancia de la formación política. Hacia fines del año 1970, los miembros del Instituto de Estudios Políticos Argentinos (IEPA) tuvimos oportunidad de conocer personalmente a Carlos Mujica, con quien fuimos construyendo un vínculo cotidiano y de mutuo afecto. De compañeros. En ese recorrido, y desde un primer momento, reconocimos en este militante a una persona de férreas convicciones y gran calidez, siempre dispuesto a dialogar y asumir sus responsabilidades en defensa de pobres y desposeídos. En este sentido, cabe destacar que Carlos, sin vestigios de ingenuidad pequeño burguesa alguna, tenía en claro el sentido de las tareas a realizar para contribuir en el proceso de liberación espiritual, nacional y social, con plena conciencia de las implicancias, dificultares y riesgos que las mismas acarreaban. Desde esta perspectiva de vida, el cura de las villas solía señalar: que sin revolución interior, que supone erradicar el egoísmo, no hay sociedad nueva, el hombre nuevo no se sirve de nosotros sino que sirve a los otros. En ese camino, el compromiso social, político y educativo de este luchador contra el imperialismo del dinero, se desenvolvió en torno a la Capilla Cristo Obrero de la Villa 31. Tareas esas que, en su misión como pastor, se extendieron al trabajo en otras villas, el quehacer en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, las recorridas por barrios y la participación, activa, en los debates de la época. Entre las cuestiones que solíamos abordar con él se destacaban las atinentes a los espacios y formas de articular la presencia militante en barrios, villas, fábricas y universidades con la necesidad de promover el pensamiento crítico y contribuir, sincrónicamente, a formar cuadros políticos. En medio de esas reflexiones y discusiones siempre estaba presente la caracterización que John Willian Cooke hiciera sobre el peronismo, al que personificara como: el hecho maldito del país burgués, que devenía en un gigante invertebrado, y miope, si no lograba convocar y formar a la militancia. Así, en esos marcos, asumimos el cometido de enlazar el trabajo en villas, la militancia universitaria y la investigación con la labor de enseñanza- aprendizaje. Desde esta perspectiva, coincidimos, con quien fuera asesor espiritual de la JEC, sobre la importancia de elaborar documentos para la discusión sobre desnacionalización de la economía, los delitos económicos y programar cursos de formación política en el IEPA y en la Facultad de Derecho, a la vez que nos propuso organizar un consultorio jurídico gratuito en la Villa Comunicaciones. Experiencia esta última que se extendió y sirvió de plataforma para confeccionar un Proyecto para el estudio de trabajos prácticos. Plan propuesto, tiempo después, por el MIF a Mario Hernández, Secretario Académico de esa Facultad (junio de 1973), y que tuvo como objetivo que los estudiantes de derecho y ciencias sociales, salieran de su encierro en claustros y oficinas de Tribunales para pasar a brindar asistencia jurídica a los sectores populares en los lugares donde vivían, a través de Consultorios que solían funcionar en clubes de barrio. Lo que así se efectivizó.

Ser sacerdote. El párroco de la iglesia Cristo Obrero acompañó a Juan Perón en su vuelo de regreso a la Argentina el 17 de noviembre de 1972. En sintonía con ese vínculo, posteriormente, el ex presidente le ofreció que encabezara la lista de diputados nacionales del Frejuli. Ofrecimiento que analizamos y discutimos con Carlos junto a los compañeros/as villeros hasta que, luego de cavilaciones, decidió no aceptar la propuesta. Así, en un encuentro donde Vero, Elsita y Tito Cammarota presentaban un esquema de trabajo a desarrollar en la Villa 31 y ante una consulta de los periodistas allí presentes, respecto a la propuesta de ser diputado nacional, Mujica expresó: No soy un político, soy un sacerdote y mi lugar está aquí junto a mi pueblo (20 diciembre de 1972).

Luchas por la vivienda. Ante la negativa de Carlos a aceptar el cargo de diputado, Perón le propone que se desempeñe como asesor en el Ministerio de Bienestar Social. Organismo que, en esa época, estaba conducido por el fundador de la banda parapolicial Triple A: José López Rega. Propuesta esta que, luego de varios análisis y consultas con las compañeras y compañeros de la Villa, Mujica decide aceptar en tanto permitiera impulsar la construcción de viviendas en la Villa de Retiro. A estos efectos se acordó una reunión en la sede de ese Ministerio, a realizarse la mañana del 21 de junio de 1973, con el objeto de precisar los objetivos e incumbencias del cura en ese ámbito. Sobre esta cuestión, tengo registro de dos escenas que se me representaron como surrealistas. Por un lado, la escena del cruce fortuito con Carlos y Martín, cansados y sentados frente a frente en un tren de la línea San Martín volviendo, a la noche, de la emboscada contra la movilización popular en aquel trágico 20 de junio de 1973. Momento en que, a pesar del cansancio, de días sin dormir, y con las secuelas de la represión a cuestas, aprovechamos para repasar los lineamientos de la conversación que tendríamos, pocas horas después, en la sede del Ministerio. Y, por otro lado, y en esa saga, se me representa el cuadro de la caminata, en la gris, húmeda y fría mañana del día 21 de junio, junto con Verónica Rímuli, Tito Cammarota, Hugo y Héctor. Cruzando una solitaria Plaza de Mayo, rumbo al encuentro con Pedro Vázquez y otros asesores de López Rega. Recorrido este durante el cual nos preguntábamos, en vista de la matanza del día interior –en la que seguramente habrían participado algunos de los personajes con quienes íbamos a encontrarnos– sobre lo que podría pasar puertas adentro de ese edificio cerrado y desolado. Días después y luego de largas discusiones, finalmente, el religioso inicia su cometido como asesor ad honorem. Sin embargo, y a poco de iniciar su gestión, se producen enfrentamientos con el Ministro ya que Carlos propugnaba un sistema en que los propios habitantes de la villa, conformaran una cooperativa de trabajo, para construir ellos mismos sus propias viviendas, mientras que López Rega, por su parte, estaba involucrado en celebrar un acuerdo con empresarios privados para que estos hicieran esas construcciones. El conflicto se expandió, en medio de persecuciones y amenazas. En ese clima Carlos vio que sus pedidos y propuestas no tenían respuesta positiva alguna, por lo cual entendió que ya no era puente de diálogo entre el Movimiento villero y el Gobierno. Situación ante la cual Mujica decide renunciar al cargo (28 de agosto de 1973), un mes después de que asumiera como Presidente interino Raúl Lastiri, a raíz del forzado paso al costado de Campora (13 de julio de 1973). En esas circunstancias se llevó a cabo una Asamblea en el barrio, en la cual Carlos señaló: que había decidido dejar el cargo pero que no renunciaba a la lucha por la liberación nacional. No obstante lo cual, y a los efectos de no dejar cosas pendientes, antes de presentar su renuncia, se abocó febrilmente a darle curso a expedientes que otorgaban la titularidad de tierras a villeros. Tiempo después de su asesinato evaluamos, con un grupo de compañeras y compañeros, que esa acción, de otorgar tierras, poniendo límites a las ambiciones de ese Ministro, fue una de las causas que condujeron al fatídico 11 de mayo de 1974 en que Mujica es ejecutado por una partida encabezada por el guardaespaldas de López Rega, y miembro del Triple A, Rodolfo Almirón. Las ideas que Carlos expresara y pusiera en práctica, al sostener: que no se trata más que de restituirle al pueblo lo que corresponde a todo ser humano: su derecho al trabajo, a su vivienda y acompañarlo en la lucha por la liberación nacional, interpelando a los ricos y los poderosos, mantienen su vigencia. En especial, en estos momentos difíciles y desafiantes que nos convocan a continuar recorriendo esos senderos.

*Presidente de la Asociación de Abogadas/os de Buenos Aires (2011-2013)